Omar Barboza Gutiérrez 19 de octubre de 2015
En
las próximas elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, el pueblo va a
decidir si con su voto apoya a los candidatos del PSUV que fueron escogidos por
estar identificados con la gestión de gobierno del Presidente Maduro, quien los
aprobó como sus representantes para este proceso electoral; o si por el
contrario, vota por el cambio de la actual situación que vive el país apoyando
a los candidatos de la Unidad Democrática que tiene el compromiso de utilizar
la mayoría en la Asamblea Nacional que se instala el 5 de enero del 2016 para
impulsar una nueva Venezuela, donde se respete la Constitución y se combata la
escasez y el alto costo de la vida, apoyando la producción nacional de
alimentos y bienes que satisfagan, a precios accesibles, las necesidades de la
población. La Unidad se propone una actuación legislativa donde de verdad se
controle el gasto público, y además se persiga la corrupción que hoy acompañada
de la impunidad, es una de las causas principales de la difícil situación que
está viviendo el pueblo venezolano.
Para
que una democracia funcione en beneficio de las mayorías y se respeten las libertades
es necesario fortalecer como lo propone la Unidad, la independencia de los
poderes públicos, sin renunciar a la cooperación entre ellos para lograr los
altos fines del Estado. Pero no debemos continuar con la actual situación de
ver otros poderes sumisos al Poder Ejecutivo dejando de cumplir sus deberes
constitucionales de hacer valer los derechos del pueblo, ni tampoco podemos
continuar con un Banco Central que en vez de proteger la capacidad adquisitiva
del bolívar, lo que hace es tomar medidas para debilitarlo traicionando así los
intereses del pueblo trabajador que cobra su salario en una moneda con la que
cada vez compra menos.
La
Unidad Democrática debe tener una amplia mayoría en la Asamblea Nacional para
ponerla al servicio del rescate de las instituciones y de la vigencia plena de
sus deberes constitucionales, empezando por rescatar el poder legislativo para
que, siendo el depositario de la voluntad popular, se ponga al servicio del
pueblo venezolano sin distinciones políticas y deje de estar como está hoy,
solo al servicio de la cúpula que gobierna y de sus privilegios, colocándose de
espaldas a los intereses de la mayoría.
Los
candidatos de Maduro como no tienen argumentos para defender una gestión
indefendible por el daño que le ha hecho a Venezuela, seguramente se dedicarán
a tratar de lograr votos presionando a los funcionarios públicos y sus
familiares con la amenaza de que una conducta contraria les hará perder su
trabajo, sin respetar el derecho de todo venezolano a trabajar en la administración
pública cumpliendo con su deber y preservando su libertad de pensamiento; lo
mismo harán con cualquiera que como ciudadano con derechos recibe algún
beneficio del Estado. O sea, que la manera de lograr el voto para estos
candidatos será la imposición y no la convicción, y mucho menos el interés
nacional.
Otra
modalidad que están utilizando los candidatos maduristas es hacer lista de
“futuros beneficiarios” de supuestos planes del gobierno con los cuales no han
cumplido en 16 años, sin darse cuenta de que ya no tienen credibilidad en un
pueblo que no consigue arroz, ni pañales, ni medicamentos, que sufre casi todos
los días la falta de agua o de un apagón porque los servicios públicos no
funcionan. Ya en la parte final de la campaña los maduristas vendrán con el
último recurso, que es el de comprar los votos con el dinero de la corrupción,
o repartiendo productos y bienes de la línea blanca generalmente provenientes
de las oscuras negociaciones con el Fondo Chino, pensando que todavía estamos
en la época de Colón cuando los españoles le cambiaban espejitos por pepitas de
oro a los indios.
Estos
candidatos se van a encontrar con una gran sorpresa. Ya el pueblo venezolano
los conoce y sabe lo malo que son para gobernar; pueden recibir lo que le
ofrezcan porque al fin y al cabo son bienes comprados con dinero de todos los
venezolanos, pero ello no les impedirá expresar con su Voto la decisión ya
tomada en su mente y en su corazón de votar por el cambio político para que
tengamos una nueva Venezuela, y para que en el futuro cercano el gobierno de
Maduro sea un mal recuerdo para todos.
Ya
el pueblo sabe que el ventajismo y las amenazas se ejercen antes de votar para
lograr el apoyo de los débiles y los temerosos, pero luego que el voto se
ejerce, es secreto, es inviolable, y la Unidad está organizada para hacerlo respetar.
La historia de la lucha por la libertad y el progreso nos dice, que después que
un pueblo decide cambiar un régimen que lo ha traicionado, no hay ventajismo ni
intento de trampa que impida el cambio político que el pueblo quiere y
necesita.
Omar
Barboza Gutiérrez
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