Por Jesús Alexis
González, 26/10/2015
En la escogencia del artículo,
enfrentamos el dilema de escribir sobre el presupuesto
2016 o sobre el presidencialismo
económico (el Presidente de la Republica como jefe de la economía)
acompañado de un Estado Mayor del Plan
de Recuperación Económica (enero 2015) y por el recién creado Comando Nacional de Precios Justos en
un contexto de evidente militarismo (preponderancia
del espíritu militar en una Nación). Optamos por abordar la Ley del Presupuesto para el Ejercicio
Fiscal 2016, ya que obviamente afecta el hecho económico e impacta todo el
tejido social, mientras que el otro tema (objeto de un próximo artículo), a
nuestro entender, es utilizado para desviar
la atención de lo importante en pro de una mediática ilusión de control inflacionario “enfrentando” la especulación como
causa y no como consecuencia de la escasez y el desabastecimiento.
La economía venezolana
muestra un proceso continuo de empobrecimiento, verificado por la recesión (disminución generalizada y
continua de la actividad económica por un año o más) de los últimos años a la
luz de la caída del PIB (cantidad de
producción), tal como en 1999: -6,0%,
en 2002: -8,9%, en 2003: -7,8%, en 2009: -3,2%, en 2010: -1,5%,
en 2014: -4,1%, y la estimada 2015: -10,1% (la peor en la historia
económica del país). Es así, que Venezuela completará ¡8 trimestres continuos sin crecimiento!, a lo cual debe añadirse
un permanente déficit fiscal (gastos
mayores que los ingresos), con el agravante de no observarse señales de cambio
a corto plazo, muy por el contrario el Presupuesto Nacional 2016 fue formulado
para unpaís en permanente progreso (¿?), con la particularidad de haberse
presentado en la Asamblea Nacional sin
definir el comportamiento esperado para las principales variables
macroeconómicas, rompiendo la
obligante vinculación entre la planificación (prever hechos y
proyectar tendencias) y el presupuesto
(identificación que sustenta la acción); siendo que la estimación de ingresos y
gastos reflejados en un presupuesto emana de una política de gobierno que establece montos en función de alcanzar objetivos a tenor de una
definición de planes y programas que resultan
de la planificación, luego recogidos enel presupuesto al cuantificar los
recursos financieros requeridos en pro de concretar las metas trazadas, al tiempo que el Presupuesto Nacional vincula ambos instrumentos en función de la
utilización de recursos en aras de procurar el bienestar nacional con prevalencia
de una estabilidad económica en
concordancia con un concreto modelo de
desarrollo.
Surge una
interrogante: ¿bajo esas premisas se
estructuró el Presupuesto Nacional 2016? Inferimos un rotundo NO; veamos. El presupuesto original 2015 se situó en Bs 741.000 millones, mientras que el modificado alcanzó a Bs 1 billón 663
mil millones (al sumarle los créditos adicionales por Bs 922.000 millones) de
lo cual se desprende que dichos créditos adicionales representaron el 55,4% del presupuesto total modificado, es
decir no se ejerció una eficiente (o ninguna) vinculación de la planificación
con el presupuesto, al tiempo de consagrar que más de la mitad fuese manejado a
discrecionalidad por el Ejecutivo Nacional con el aval de la Asamblea Nacional.
Por otra parte, el presupuesto original
2016, apartándose de racionalidad al
soslayar que la economía del país
enfrenta una manifiesta situación de estanflación
(mínimo crecimiento y alta inflación), alcanza un monto de Bs 1 billón 548
mil 574 millones lo cual equivale a un incremento superior al 20% con respecto
al original 2015 ¡en plena crisis!,
y de un -7% (Bs 115.000 millones) con
relación al modificado 2015 que será equilibrado con una ley de endeudamiento
2016 ( ya presentada) por Bs 125.000 millones (8% de los recursos totales);
siendo de trascendencia destacar que los recursos
provenientes de la exportación petrolera se estimaron en apenas un 13,9% (Bs
216 mil 581 millones) de los ingresos totales en aras, afirman, de “reducir la dependencia del sector petrolero” (¡en 365 días!); mientras que el 77,9% (Bs 1 billón 207 mil 574 millones)
provendrá de la recaudación interna, para lo cual, sostienen, se proponen “optimizar el sistema tributario aumentado
el número de contribuyentes y disminuyendo progresivamente la evasión fiscal” ¡también en 365 días y en pleno descalabro económico!; todo
ello en un escenario de fantasía caracterizado por una tasa de inflación del
60% (vs un estimado del 200%) y manteniendo el nefasto y corruptor tipo de cambio de Bs 6,30/$.
Tal magia financiera-presupuestaria,
facilita visualizar que estamos a las puertas (de mantenerse la “estrategia”
económica actual) tanto de una reforma
fiscal de fundamento tributario en la búsqueda de un aumento de los
ingresos (sin disminuir el gasto que es lo racional) como de una profunda devaluación,en un marco que se
apoyará, inferimos, en el incremento
de las alícuotas impositivas del i/lr (tributación directa), en la modificación
del IVA (tributación indirecta); sin descartar otras acciones tales como el
retorno del impuesto al débito cambiario, del impuesto a las transacciones
financieras, del impuesto a las ventas al mayor, del impuesto a los activos
empresariales, ajuste a los timbres fiscales, un alza de la unidad tributaria y
¡algo más!.
Finalmente, vale
destacar que el actual desastre
económico se sucede a pesar de haber ingresado al país durante los últimos
15 años ¡más de 1billón 600 mil millones
de dólares! malvadamente despilfarrados; lo cual nos trae a la mente
estrofas de nuestro Himno Nacionalen
cuanto a exigir el cumplimiento del Artículo 299 Constitucional, muy
especialmente en lo atinente a la permanencia y equidad del crecimiento de la
economía:“Gritemos con brío….Compatriotas
fieles la fuerza es la unión”.
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexis2020
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