Por José Guerra
Misma motivación, mismo
modus operandi, pero muy distinto contexto. Al final, los esfuerzos por generar
una suerte de rebatiña de consumo similar al efímero Dakazo 2013 chocan con la
dura realidad económica y social de finales de 2015. En el lenguaje bélico que
tanto gusta al gobierno, un nuevo Dakazo es pólvora mojada.
Primero, el poder de compra
del venezolano hoy día es muchísimo menor. Si tomamos como referencia el
salario mínimo (el cual devenga la mitad de los asalariados) y ajustamos por
inflación, el poder de compra del nuevo salario mínimo efectivo a partir de
noviembre es solo dos tercios de su equivalente en noviembre de 2013. A esto
hay que agregarle que esta vez los consumidores no se pueden endeudar (las
tarjetas de crédito están full) y ya muchos sacaron prestaciones sociales para
pagar los útiles escolares (algunas empresas incluso adelantaron utilidades).
Hoy, el presupuesto familiar está exhausto.
Segundo, el nivel de los
inventarios es abismalmente menor. Entre el Dakazo 2013 y la sequía de dólares
se han encargado de llevar los inventarios de bienes durables a mínimos
históricos, de modo que quien se alzó con una nevera en 2013, por poner un
ejemplo, le tocará ahora conformarse con un rayador de queso, eso es lo que
hay. Además, está el detallito de que en diciembre de 2013 las operaciones en
el mercado paralelo de divisas eran ilegales y de eso se agarraron para obligar
a los comerciantes a vender a pérdida y diseminar su capital de trabajo. Pero
con la Reforma de la Ley de Ilícitos Cambiarios que entró en vigencia en
diciembre de 2014 se despenalizaron las operaciones de divisas entre privados,
por lo que los comerciantes tienen esta vez un mejor asidero legal para
justificar sus costos.
Tercero, al gobierno se le
agotó la credibilidad. El Dakazo 2013 se produce a comienzos de la gestión
Maduro, cuando amplios sectores de la población esperaban alguna señal de que
“el designado” podría dar continuidad a la bonanza de otros tiempos, y es en
ese contexto que la rebatiña sirvió para subir temporalmente los niveles de
aprobación gubernamental. Ahora el contexto es muy distinto, ya esa duda ha
sido despejada y la mayoría de la población, en todos los estratos sociales,
opina que no existe la tal “guerra económica”, que Maduro es el principal responsable
de la actual crisis y, pero aun, que no tiene la capacidad para resolverla. No
hay Dakazo que revierta esa percepción.
Por último, el campo de
batalla electoral es definitivamente otro. Las elecciones municipales que
motivaron el Dakazo 2013 estuvieron marcadas por el desaliento en el bando de
la alternativa democrática y una búsqueda de continuidad en el votante
oficialista. Lamentablemente, eso llevó a una respuesta política un tanto
tímida y desarticulada ante los atropellos perpetrados en nombre de la
“ofensiva económica”. Esta vez, el panorama para las elecciones parlamentarias
de diciembre es muy distinto. La desilusión en el electorado oficialista es
enorme, hay plena conciencia que el modelo socialista sencillamente se agotó y
por donde una se mete la gente lo que pide es cambio. En está ocasión, habrá
una respuesta política articulada que se cobrará en votos esta nueva arremetida
contra la propiedad privada.
24-10-15
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