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miércoles, 28 de octubre de 2015

Ciudades por @marconegron


Por Marco Negrón


La Redacción solicitó un título para esta columna, tarea que parecía fácil porque ella trata sólo temas de urbanismo y arquitectura: vana ilusión pues la ciudad, como afirmara Levi-Strauss, es “la cosa humana por excelencia” y por ello tan compleja y polifacética como los humanos. Sólo que, a diferencia de estos, es muy raro que una ciudad muera; en cambio pueden transformarse, a veces de manera tan extraordinaria que casi resultan irreconocibles. Tal vez, en esos casos, pudiera hablarse de reencarnaciones.


De una vasta lista de posibilidades, acabé seleccionando “La ciudad escondida”. No es seguro que sea la mejor, pero remite a lo que buscan estos modestos apuntes: sacar a la luz aspectos ignorados, tergiversados o poco debatidos de nuestras urbes, positivos y negativos. Por qué unas fracasan y otras tienen éxito. Incluso, por qué una misma a veces fracasa y otras triunfa.
Ello exige partir del reconocimiento de su diversidad, porque desconocerla es uno de los errores más graves que se pueden cometer tanto para pensarlas como para gobernarlas; y no se trata sólo de lo obvio: que la ciudad del siglo XX es diferente a la del XXI, o que, pese a sus semejanzas, la ciudad europea y la latinoamericana registran trayectorias distintas.

En “Las ciudades invisibles” Italo Calvino ensaya no menos de una docena de atributos de ciudad, pero menciona una que sería igual a todas las demás: “Puedes volver a tomar el vuelo cuando quieras -me dijeron- pero llegarás a otra Trude idéntica, el mundo está cubierto por una única Trude que no empieza ni termina, sólo cambia el nombre en el aeropuerto”. Sin embargo, unas páginas antes, entrando a Quinsai, Kublai Kan interroga a Marco Polo: “¿Has visto alguna vez una ciudad que se parezca a esta? No, sire, -respondió Marco- jamás habría imaginado que pudiera existir una ciudad semejante a esta”.

Es que la exploración de ciudades enseña que, en muchos aspectos, ellas pueden ser a la vez iguales y diferentes entre sí, pero también que en pocos años pueden llegar a ser muy distintas -para bien y para mal- de lo que ellas mismas fueron. Polo-Calvino sostiene que “Para distinguir las cualidades de las otras, debo partir de una primera ciudad que queda implícita”.

Hacia 1980 importantes reformas legales y la ejecución de avanzadas infraestructuras nos hicieron pensar a los venezolanos que habíamos encontrado las claves para superar importantes rémoras urbanas. Lamentablemente sobrevinieron acontecimientos no previstos (y difíciles de imaginar) que en poco tiempo fueron capaces de relegar nuestras ciudades a los últimos lugares entre sus pares. Y no sólo en lo relativo al ambiente construido: también sus efectos sobre la vida económica, el bienestar de la población y la cultura ciudadana han resultado nefastos. Sin duda los peores desde comienzos del siglo XX.

Diciembre puede marcar el inicio de la transición hacia una sociedad moderna y más justa. Una clave para su éxito será entender el rol crucial que en ella corresponde jugar a las ciudades. Seguramente las circunstancias actuales tenderán a darle preponderancia al abordaje de las crisis más evidentes: la alimentaria, la del ingreso o la de la seguridad, corriéndose el riesgo de relegar la urbana.

Esto podría ser un peligroso error, porque la calidad del medio urbano no es simple consecuencia de una economía próspera y una sociedad justa y abierta. Contrariamente a lo que ha sido el pensamiento tradicional, es en gran medida una precondición: las buenas ciudades atraen el talento y, con ello, el progreso económico, social y cultural. Si las entendemos como “la cosa humana por excelencia”, hay que colocar el tema en el lugar que le corresponde en la agenda de la transición venezolana: como también esta vez entraremos al siglo con retraso, procuremos entrar con ambiciones, buscando la vanguardia.

27-10-15

http://www.talcualdigital.com/Nota/119798/Ciudades


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