Por
Gregorio Salazar
Si
fuéramos un pueblo un poquito más consciente y responsable ya deberíamos haber
ido en procesión a agradecerle al ex teniente Cabello que no se haya reservado
para su particular disfrute la grabación de la desmelenada tertulia entre
Haussmann y Mendoza, en la cual se hacen tan serias revelaciones sobre la
situación del país.
Pero no, acá todo deriva hacia la mojiganga y la guachafita y las posiciones se han dividido entre quienes afirman que la grabación fue hecha desde el satélite Simón Bolívar, los que sostiene que la proeza tecnológica la cumplió el satélite Miranda y los que tercian diciendo que no han podido ser ninguno de los dos porque el gobierno no le ha cancelado a los chinos varios giros mensuales de la compra de esos prodigios espaciales y le tienen suspendida la microonda, los pinchazos y hasta la luz de cruce. Qué horror, qué exageración Insisto: ni del gobierno ni de la oposición ha habido un solo gesto, siquiera por elemental cortesía, de agradecimiento al capitán Cabello por haber puesto a disposición de las masas insumos tan importantes para el debate como los que surgen de esa chuceada de tan alto vuelo.
Nuestro punto es que hay que agradecerle al comandante Cabello esta revelación que ha sacado nuestro foco de atención de tantas privaciones cotidianas para enterarnos de por dónde debemos comenzar para salir de la fosa donde este modelo económico, instaurado en primerísimo lugar por la llave Chávez-Giordani, ha sepultado a la pobre Venezuela.
Como el presidente Cabello es un parlamentario serio y sé que no se trata de algún montaje, entonces doy fe a lo dicho por Haussmann en cuanto que se necesitan, Dios santo, entre 50 mil y 60 mil millones de dólares, vía FMI, y es posible que todavía haga falta un repele, válgame Dios, como de otros 6 mil millones venidos del Banco Mundial.
Pero, vea usted, en aquella satánica carta de intención de Pérez con el demoníaco FMI el financiamiento era de 4.500 a 5.000 millones de dólares en tres años, algo así como la décima parte del salvataje que se necesita hoy para no quedar execrados del planeta.
Entonces, hombre, si comparamos las magnitudes ¿cómo no agradecerle al conocido animador televisivo que nos haya permitido entender de manera tan contundente (ay, y tan brutal) la dimensión y la clase de súper follón en el que estamos metidos.
No han faltado, por supuesto, los desaforados diciendo que ese pinchazo telefónico es delictual, como lo es su difusión por un canal del Estado.
Qué horror, qué exageración.
Aunque, viéndolo bien, yo termino por pensar lo mismo, que desde hace rato las actuaciones de la revolución en ese y otros ámbitos son irregulares, ilegítimas e ilegales de pe a pa.
Y si nunca pasa nada en el campo de la justicia, y si nunca hay ningún tipo de sanciones es porque tienen agarrada a la puerca por el rabo. Por favor, que no se diga que he llamado puerca a la justicia criolla. Qué horror, qué exageración.
Aunque, mirándolo bien, creo que sí, que nuestro sistema judicial y otros órganos concomitantes se comportan generalmente de manera bastante porcina.
No faltará quien delirantemente diga que en toda esta situación tiene mucho que ver El Orgullo de El Furrial.
Qué horror, qué exageración.
Aunque, pensándolo bien, me parece que sí, que es mucho lo que puede hacer y dejar de hacer el señor Cabello para que la llamada Dama Ciega no lance tantos mazazos.
Pero no quiero desviarme de la ruta.
Hemos venido a agradecerle a Diosdado permitiera que Haussmann y Mendoza nos pusieran sobre aviso de la tarea titánica, el esfuerzo sobrehumano, técnico y financiero que se requerirá para salvar a Venezuela.
Claro, también hay quien dice que eso no es necesario, que no hay apuro, que el petróleo rebotará, que Dios proveerá, lo cual muchos califican como un acto de monumental irresponsabilidad. Qué horror, qué exageración.
Aunque, pensándolo bien...
25-10-15
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