Por Oscar
Bastidas-Delgado
Con
el título “Socialismo”, una caricatura presenta un médico y un profesor
universitario con sus bolsillos sin dinero mientras un militar maneja una
hermosa Hummer; al caricaturista le faltó precisar que se refiere a lo que
algunos llaman “Socialismo del Siglo XXI”. Dos interrogantes surgen: 1.- ¿De
dónde apareció el calificativo socialista cuando el militarista y primer
mandatario fallecido Chávez no lo mencionaba en su propuesta electoral de 1998?;
y 2.- ¿Realmente son socialistas?.
Chávez
siempre amasó un proyecto militarista – abstencionista; no fue sino luego de la
amnistía que le concedió Caldera en su otra “pacificación” (recuérdese a Arias Cárdenas
dirigiendo el Programa de Alimentación Materno Infantil - PAMI), cuando el Movimiento
Revolucionario Bolivariano (MBR) dejó de ser una organización militar
clandestina y pasó como entidad política a participar en las elecciones del año
1998 como Movimiento Quinta República, con un programa vacío en cuanto a
propuestas económicas. Al estilo de Eudomar Santos: “como vaya viniendo vamos viendo”,
luego de críticas de empresarios y políticos por no poseer un verdadero
programa económico, fue cuando el fallecido Chávez elaboró “El programa económico de transición
1999-2000”; pero ni su programa electoral ni éste mencionaban un socialismo
y menos un impulso a las cooperativas.
Ya
en el gobierno puso en marcha su militarismo. Podó las líneas de mando sacando
a quienes no lo seguían hacia el sector público, el servicio exterior, o sus
casas; diseño la formación de oficiales en aras de la propuesta cívico –
militar ceresolista, negando en los hechos la constitucional participación
protagónica. Era obvio: Los militares no creen en el precepto marxista de que
el primer paso hacia el socialismo es el primero hacia la extinción del Estado:
¿cómo justificar el armamentismo y el dominio del paìs y sus fronteras?.
¿Militares impulsando participación?, ¡jamás!, la manipulan a conveniencia.
En
paralelo, habló de Cuba como el Mar de la Felicidad y comenzó a sustituir su
incoherente y libresco discurso por uno dizque socialista; en ese cambio
influyó Miquilena y el peso de los militantes del PCV, ex militantes del MIR, los
“cuadros” del PPT, los del dividido MAS, y algunos radicales que oportunamente
deseaban oxigenar sus proyectos a sabiendas de que “eso” no era socialismo. No
se equivocó Noam Chomsky al recular y señalar el atraso de esas propuestas
guerrilleras, golpistas, y militaristas
de los 60; los calificativos “socialismo” y “Siglo XXI” le quedaban grandes.
El
golpe de gracia lo pretendió al constituir el PSUV como “partido único de la revolución”
pero no pudo; el PCV, por ejemplo, no tiró
por la borda su caudal histórico y sus relaciones internacionales. Tampoco le resultaría
fácil sumar al sector mayoritariamente adeco – copeyano que en el 99 lo apoyò electoralmente,
y el PSUV no pasó de ser un aparato electoral. ¿es que realmente creyó que ese
electorado atomizado era socialista?, ¿pensó que con misiones y discursos sobre
“el mar de la felicidad” o formando jóvenes de la Misión Miranda en Cuba era
suficiente para formar socialistas?. No entendió que la experiencia de Asì se templò el Acero no era replicable
en la Venezuela actual.
Militarismo
es dominio del jefe único y de su rosca
aunque justo es reconocer que la amplia mayoría de los militares de bajo
rango no gozan de las prebendas de la cúpula; es despersonalización uniformada,
simples números de muertos en batallas, y es jerarquía e imposición, basta con ver
al mandón Cabello en la Asamblea Nacional; de esas imposiciones se derivan
autoritarismos y lógicos totalitarismos, los valores del militarismo se
transmitieron a los colectivos, los milicianos, y los camisas rojas que obligados
rellenan marchas. Los civiles que no se les ponen firmes pasan a segundo plano
y son objeto de coacción, de la Lista Tascòn, y de presidios.
Aplazados
en economía y sin haber producido un kilo de papas en su vida, los jerarcas de
ese socialismo desconocen los procesos empresariales y, ¡gran contradicción!, utilizan
herramientas capitalistas en el manejo del aparato público y las empresas
estatizadas; algunos afirman provenir de la clase obrera pero son los peores
patronos: no actualizan contratos laborales y de firman uno como el de Pdvsa,
forman una alharaca en la Plaza Venezuela; no conceder cargos fijos para
despedir “disidentes” a conveniencia y no cuentan con el poder de la razón pero
si con el monopolio de las armas, las cárceles y los tribunales contra los
trabajadores, Sidor y Ferrominera son muestras.
En
lo internacional deportan humildes colombianos como distracción de lo
electoral; no explican cómo en tres lustros no vieron el imperialismo Inglés en
Guyana ni las apetencias militaristas brasileras que desde la dictadura militar
tienen al Orinoco como norte de su zona estratégica. Para rematar, mientras los
pragmáticos cubanos (los mismos que previendo la salida de Chávez, se
reunieron a principio de esta década con el Buró Político de AD y luego buscaron
la popa del barco estadounidense por las remesas y el turismo), esos pragmático
repito, analizan, y los vietnamitas también, el modelo sueco como opción ante
sus fracasos; mientras, los maduristas siguen confundiendo socialismo con
comunismo y escarban en el fracasado modelo cubano.
En
la base de estas concepciones sobre el socialismo se encuentra el
enfrentamiento entre dos modelos organizacionales opuestos:
1.-
El Modelo Burocrático, propio del ejército y la estructura del PSUV, con
la opacidad del secreto burocrático para no rendir cuentas y facilitar la
corrupción; burócratas que no creen en la división de los poderes, la
democracia y la participación, pero si en Maduro y Cabello como cabeza de la
pirámide burocrática y mesías sustitutos del fallecido Chávez.
2.-
El Modelo Autogestionario, impulsor de la democracia por voluntad propia, con
igualdad y autonomía de condiciones al decidir y actuar, respetuoso de los
derechos individuales y colectivos, cuya mejor expresión son las Organizaciones
de Economìa Social (OES), particularmente las cooperativas genuinas, no las
falsas capitalistas y de maletín constituidas por dizque socialistas para
evadir impuestos.
Entre
ambos ,modelos se encuentran otros intermedios que van desde la coìnfluencia,
la codecisión, la coparticipación, la cogestión, y la participación accionaria.
Un
Socialismo Democrático se anota con la participación apuntando al Modelo
Autogestionario. Socialismo no es cambiar el nombre de instituciones y
destruirlas sin crear sustitutas; tampoco modificar el escudo, la bandera, y la
historia; no es construir sistemas ineficientes y represivos. Socialista que se respete no
destruye redes productivas ni expropia empresas para quebrarlas y causar
escasez y desempleo, no actúa como nuevo rico que despilfarra la lotería
petrolera para luego pone la maquinita de hacer billetes como baratijas
para congraciarse con sus seguidores.
Socialismo
no es generar ejércitos de lumpen-pedigüeños mediante fofas y estériles “misiones”, ni
disfrazar dos millones de desempleados como empleados públicos; no es destruir
sindicatos ni, a cuenta del dominio de los medios de información, cercenar los
partidos de oposición e impedir la libre expresión ciudadana, no es jugar con
el futuro de los ciudadanos repitiendo las mismas ofertas cada cuatro años.
Socialismo
no es cercar las universidades por temor a que el conocimiento los desplace, o convertirlas
en cuarteles de caletres de El Capital
y de ¿Qué hacer? que ni los jerarcas conocen; tampoco rebajar el salario de un profesor titular a menos de
25 US$, que no alcanzan para comprar un libro, mientras sus homólogos del
modelo burocrático, los generales, tienen dinero y hummers para sus andanzas.
Socialismo es respetar la Autonomía Universitaria e impulsar la libre circulación
de las ideas en las universidades y el paìs.
El
Socialismo debe ser un proceso con claros valores y principios democráticos, de
libertad, participación, respeto y solidaridad, con claras oportunidades de
formación y capacitación para el trabajo. No es igualar a los ciudadanos hacia
niveles de pobreza, ¡lo contrario!, es subir la calidad de vida de la población
mediante mecanismos como el estudio y el trabajo para superar la pobreza; es el
impulso a iniciativas individuales para constituir empresas socialmente
responsables, es impulsar iniciativas asociativas que conduzcan a hacer de la
Economìa Social un eje transformador del paìs con base en los preceptos
nuestros como cooperativistas que incluimos el término en la Constitución de
1999 convencidos de que es la mejor fórmula para que la gente organizada supere
con valores, principios y economías de
escala sus problemas comunes mediante asociaciones, mutuales y cooperativas en
aras de una economía variada que rompa con la monoproducción.
Socialismo
es en esencia creación de valor y éste solo se crea solo con trabajo, por lo
tanto impulsa la creación de puestos productivos, la innovación, la
productividad, el sindicalismo, la democracia económica, la no explotación
humana por el capitalismo monopolista o por el estatismo capitalista salvaje
que todo lo que toca lo estatiza, lo militariza y lo quiebra. Socialismo es
igualdad de derechos y equidad en la distribución de los ingresos: a mayor
trabajo y aportes a la sociedad mayor reconocimiento e ingresos, al lumpen no aportante,
cero reconocimiento e ingresos.
Una propuesta socialista
debe ser honesta y transparente; basarse en las mejores tradiciones y “los poderes creadores del pueblo”, sin
dirigentes mesiánicos ni seguidores pedigüeños; una propuesta socialista no
permite exclusiones, marcha hacia “un nosotros” integrador, asociativo, en el
que todos nos sintamos miembros de una Venezuela unida y nuestra; una Venezuela
sin rencores y con justicia transparente para castigar a corruptos, narcos, grupos
armados realengos, y a quienes cometieron crímenes de lesa humanidad.
Por ello el Socialismo necesita
un Estado fuerte, no obeso dueño de areperas, uno que revierta eficazmente a la
población los ingresos impositivos y petroleros,
que mantenga relaciones en condiciones de igualdad con el mayor número de
países; y pertenezca y respete los acuerdos de los organismos internacionales
para fortalecer su presencia en el concierto mundial.
Definitivamente,
los oportunistas del Siglo XXI desprestigiaron el término Socialismo y otros
importantes para quienes deseamos un Socialismo Democrático que apunte a la
autogestión. Desprestigiaron: Democracia participativa, participación
protagónica, cogestión, autogestión, ciudadanos y ciudadanía, partidos
políticos, sufragio, gobierno municipal, sindicalismo, comunidades, unidad
familiar, trabajo comunitario, programas sociales y cooperativismo entre otros.
Nos costará tiempo y esfuerzos devolverles prestancia.
La recuperación de la democracia no será
fácil para quienes deseamos una democracia sólida como condición para proponer
ese Socialismo Democrático; por ahora, el 6 de diciembre, saquemos a los
Cabello de la Asamblea Nacional. oscarbastidasdelgado@gmail.com
29-10-15
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