Por Ángel Rafael Lombardi
Boscán
Todavía hay gente que sigue
creyendo que de verdad estamos en una “revolución” y que está germinando el
“hombre nuevo venezolano”. Una caricatura reciente de Weil decía esto: “ya no
somos de izquierda sino de cero a la izquierda”, esto como un dialogo entre dos
camaradas desilusionados del proceso.
De “izquierda” son Pompeyo y
Teodoro, demócratas convencidos y ejemplos modélicos a seguir como ciudadanos y
políticos progresistas. Un hombre de izquierda procura la igualdad social, es
decir la justicia y la oportunidad de conquistarla. En cambio los que se sitúan
en la derecha política son hombres del sistema, defensores del status quo y los
privilegios. No confundamos la jerga con las prácticas públicas y privadas de
quienes hoy detentan el Poder. Evidente contradicción en todos los ámbitos de
referencia en la diezmada Venezuela de hoy. Aunque detengámonos en el deporte,
un ámbito con millones de adeptos.
De antemano hay que señalar,
que la política deportiva en los tiempos de la “revolución” más allá de los
slogans como aquel de la “Generación de Oro”, no es más que propaganda y
adolorido fracaso. El deporte ni se ha masificado ni se ha vuelto más exitoso
en logros internacionales. Los venezolanos en las Grandes Ligas triunfan porque
son captados desde muy temprano por los busca talentos estadounidenses y
terminan de pulir sus destrezas por allá en una aventura sin retorno. Garbiñe
Muguruza, tenista en alza, sólo le debe a los cerebros de la política deportiva
nacional, el hecho fortuito de que uno de sus progenitores y ella misma hayan
nacido en Venezuela. Ante el dilema de jugar por España o Venezuela, no se lo
pensó dos veces. La Vinotinto no da pie con bola, está empavada desde que nos
hicieron creer que podríamos ir a un Mundial con jugadores que militan en
clubes de clasificación mundial de segunda o tercera.
En los deportes que la
“revolución” ha triunfado o apoyado como la Formula 1 con Pastor Maldonado es
más fácil saber cuando éste va a chocar que cuando es capaz de concluir una
carrera. Otro “deporte revolucionario” es el hipismo en donde los bolichicos
con acceso indiscriminado a los dólares preferenciales se han hecho de
purasangres de hasta 2 millones de los verdes tal como sucedió recientemente en
Saratoga, Nueva York. Como un recordatorio agradecido, aunque irónico, de su
muy progresista inversión, uno de estos boliburgueses, radicado en el Imperio
para más señas, le puso a uno de sus purasangres el nombre de: SOCIAL
INCLUSION.
La esgrima, otro deporte de
la elite contrario al espíritu revolucionario, fue oro con Rubén Limardo en
Londres 2012, luego de 44 años de espera. El éxito hay que atribuírselo a
Limardo y sus entrenamientos en el extranjero, muy especialmente, en Polonia,
donde estuvo viviendo.
Lo último, nos toca a los
marabinos de forma directa. En el único espacio de esparcimiento público de
valía, en los terrenos de la llamada Vereda del Lago II, se tiene planificado
construir “un medio campo de golf”. Tamaña contradicción, no sólo porque se
trata de un deporte elitesco, sino porque le quita un vital espacio a la
ciudadanía y además es una bofetada en la cara a las comunidades sedientas de
agua.
Director del Centro de
Estudios Históricos de LUZ
29-10-15
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