Luis Medeiros octubre de 2015
@LuisMedeirosUNT
Una
vez escuché que la vida es un transitar que tenemos por esta tierra, cuya
relevancia o provecho que saquemos de la misma se mide por las decisiones que
tomemos a lo largo de nuestra estancia. Podemos deducir que nuestra vida será
definida por la historia por las decisiones que tomemos, ya sean erradas o con
aciertos.
Hace
poco, Manuel Rosales tomó una decisión que sin lugar a dudas, es histórica.
Después de 6 años de exilio, regresa a Venezuela a ponerse en la primera línea
de fuego contra el régimen de Maduro y sus aliados más poderosos, la anti
política y el radicalismo en la oposición. No hay que indagar mucho en el
gentilicio zuliano para entender qué significa Manuel Rosales y el impacto que
su nombre causa en este pueblo.
No
hay rincón del estado que no tenga una estampa de Manuel. Su gestión ha sido
valorada a través de los años como la responsable de la llegada del futuro a
Maracaibo y el fortalecimiento del Zulia como bastión de la descentralización y
del buen gobierno. Rosales rompió los esquemas centralistas y le demostró a
Venezuela que las regiones pueden desarrollarse de manera integral resolviendo
con soluciones propias sus desafíos sin necesidad de un aval caraqueño.
Esta
lucha y entrega por su pueblo, le costó desde el primer momento una enemistad
con el régimen, defensor y propulsor acérrimo del centralismo. Sin embargo,
Manuel siendo un demócrata a tiempo completo, entendió que para poder cambiar
la situación que vivimos, la oposición debía retomar la vía del voto, expresión
genuina de la voluntad del pueblo. Contra viento y marea se enfrentó al
Intergaláctico a sabiendas de su inminente derrota, pero con esa base logró
fundar los cimientos que a corto plazo empezó a dar camino a la recuperación de
la democracia. Desde el 2006, la oposición empezó a formarse como una
alternativa viable para el venezolano de a pie y su origen deriva de la
decisión que tomó Manuel en ese momento.
La
decisión de salir al exilio no fue una personal de Manuel. En su contra se
desató una persecución nunca antes vista, al extremo de colocar tanquetas y
sobrevolar helicópteros militares a los alrededores de su residencia. Fueron
muchos los que en ese entonces entendieron que no existía otra opción para
Manuel que no fuera resguardarse en la soledad del exilio y separarse de su
tierra para proteger su vida.
Sin
embargo, el exilio de Manuel nunca estuvo separado de las dolencias y anhelos
del pueblo venezolano, en especial del pueblo zuliano. La tecnología quebraba
las barreras geográficas y permitía un acercamiento con su gente. Una vez,
durante una visita que le hiciera en su destierro, me narró como su estadía en
Perú era como el poema de Julio Numhauser Navarro, antiguo exiliado chileno de
la dictadura de Pinochet, “Cambia todo cambia, (…) pero no cambia mi amor por
más lejos que me encuentre, ni el recuerdo, ni el dolor de mi pueblo y de mi
gente y lo que cambió ayer, tendrá que cambiar mañana, así como cambio yo en
esta tierra lejana.”
Ciertamente
Manuel cambió durante el exilio. El destierro de la Patria profundizó su pasión
por la lectura, por el aprendizaje de la historia política venezolana y
latinoamericana. Comprendió que los problemas de nuestra América derivan de la
debilidad de nuestras instituciones y sólo a través del fortalecimiento de las
mismas, los países avanzan con visión de futuro. Su estancia en el exterior no
estuvo confinada a cuatro paredes, recorrió el mundo llevando propuestas de
gobierno y programas sociales destinados a la superación de la pobreza y sobre
todas las cosas, denunciando a viva voz la tenaz situación que padecen los
venezolanos.
En
días pasados, Manuel concretó una de las más difíciles decisiones de su vida
política, el regresar a la Patria contra todos los obstáculos internos y
externos pero con el claro propósito de contribuir a la recuperación de la
Patria. Es un sacrificio que algunos al no poder entenderlo, prefieren unirse a
la anti política, dividiendo y excluyendo sin conocer que al único que
benefician es al gobierno. La llegada de Manuel nos debe llenar de esperanza,
es un vuelvan caras a la Patria. Nos dice que no todo está perdido y un cambio
político en nuestro país es inevitable. La convicción democrática de Manuel
está intacta, como también intacta está su vocación al servicio del pueblo
venezolano.
No
es fácil renunciar a una prisión cuyos barrotes son fronteras geográficas como
lo es el exilio, para estar confinado a una diminuta celda en El Helicoide.
Habrá quienes decidan continuar aliándose a Nicolás, inventando conspiraciones
y teorías absurdas sobre pactos, negociaciones y acuerdos. Habrá quienes
decidan dar un paso adelante y agradecer este sacrificio que está realizando
contra todo pronóstico pero con la clara esperanza que por Venezuela vale la
pena seguir luchando. En lo personal, entiendo y agradezco a plenitud esta
quijotada que al igual que Leopoldo, Antonio, Daniel y tantos estudiantes están
haciendo por el futuro de todos nosotros. El sacrificio de nuestros presos
políticos y nuestra indignación ante los abusos del régimen, debe motivarnos a
trabajar sin descanso rumbo al 6 de diciembre, fecha en la que inicia el cambio
que tanto necesita Venezuela. Gracias, Manuel.
Luis
Medeiros Avila
@LuisMedeirosUNT
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico