Fernando Mires 19 de octubre de 2015
Si las
cosas se dan como hasta ahora se están dando, la oposición venezolana alcanzará
un inapelable triunfo en las parlamentarias del 6-D. Si así ocurre, ese será el
resultado de un proceso comenzado con la candidatura presidencial de Manuel
Rosales el año 2006. Un largo proceso, no electorero ni electoralista como
dicen los extremistas, sino –y eso es muy distinto- constitucional.
Tolo
lo que es la oposición se lo debe a la Constitución. Todo lo que es la
Constitución se lo debe a la oposición. Esa Constitución originariamente
chavista fue defendida y hecha suya por toda la oposición en contra del mismo
Chávez, obteniendo su, hasta ahora, más grande triunfo electoral (2007). Desde
ese momento la oposición la hizo suya.
Con el
libro azul de la Constitución en sus manos los candidatos de la oposición
democrática han mantenido una línea electoral ascendente. Por esa misma razón,
la alternativa que deberá ser abierta a partir del 6-D solo puede ser una: El
inicio de la re-constitucionalización del país. La democratización vendrá
después.
En
ningún caso deberá ser la hora de la venganza.
La
venganza no es un derecho y por lo mismo no está estipulada en ninguna
Constitución. Tampoco, eso es cierto, está estipulado el derecho al perdón.
No
será por tanto, un triunfo electoral –si es que tiene lugar- la hora de ejercer
venganza ni de conceder perdón. Pero sí será la hora de comenzar a someter a
toda la nación bajo el imperio de la Ley. Si la oposición lo logra, en
Venezuela habrá sido realizada una verdadera obra de arte política.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico