Por Jesús Alexis González, 19/10/2015
En el presente, un “justo aumento general de salarios”
por vía de un Decreto Presidencial (en clara intromisión al desenvolvimiento
económico) se convierte en una ilusión
monetaria (impacto emotivo favorable que propicia un aumento monetario de salario) que
pronto se desvanece ante la feroz erosión impulsada por el nivel de preciosa la
luz del comportamiento de la producción nacional de bienes y servicios y de la inflación imperante, que para el caso
venezolano se visualiza que la cantidad de bienes y servicios (PIB) decrecerá durante el 2015 y el 2016 y posiblemente en 2017 de
mantenerse las características indeseables de la economía actual, en insana complicidad con un escenario
inflacionario que puede situarse en más del 160% en 2015 y superar el 200% en 2016 (de
seguir la tendencia en 2017 estaremos todos muertos), que sin duda alguna hará pedazos el salario real (salario
nominal menos inflación) habida cuenta que el porcentaje de aumento de los
salarios es inferior al porcentaje de crecimiento de los precios, con el
consecuente efecto sobre la calidad de
vida (nivel de ingresos y de comodidades que un grupo familiar posee).
La inflación,
en términos sencillos, es un incremento sostenido en el nivel general de
precios, es decir que los precios de los bienes y servicios empiezan a crecer en forma simultánea a
lo largo del tiempo, induciendo una pérdida
en elpoder de compra (se compra menos con los ingresos) en razón a que los precios de los productos crecen a una tasa
superior a la de los salarios generando una disminución del poder adquisitivo del dinero; hecho que se agrava
cuando se está en presencia de una inflación
por presión de la demanda como consecuencia, p.ej. de un aumento general de
salarios en momentos cuando se atraviesa por una estanflación entendida como un estancamiento del crecimiento
económico con alta inflación (caso Venezuela año 2015); equivalente a un bajo
crecimiento de la producción en conjunto con una inflación acelerada integrada
a un proceso de recesión (disminución
en la producción, empleo y comercio por un periodo de seis meses a un año).
Evidentemente, el aumento en la remuneración al trabajo impulsa de inmediato un
crecimiento de la demanda (deseo de
adquirir más bienes y servicios) que supera la disponibilidad de productos en
el mercado perfilándose una escasez
(falta de oferta respecto a la demanda del mercado) que propicia un incremento
de los precios (legal o ilegalmente), dinamizado igualmente tanto por el desabastecimiento (ausencia de ciertas
marcas y determinados productos) como por la elevación del costo de los insumos
que irremediablemente se traslada (con o sin aprobación gubernamental) al
precio final del producto; sin dejar de mencionar la mal denominada especulación (que se refiere realmente
a un pensamiento no fundamentado y formado sin atender a una base real) que en
mucho hace alusióno bienaun “abuso
en los precios por escasez” (revender a mayor precio ante la carencia de
productos), “el mejor precio es el que
se consigue”(por fin encontré lo que buscaba!); o bien una inflación
autoconstruida ante la expectativa del aumento de precio los productores
anticipan un precio de reposición.
De similar efecto alterador, es tanto la inflación reprimida que se origina
cuando los índices de precios no reflejan la realidad ya que el Gobierno
establece controles de precios (precios artificialmente bajos), como la inflación encubiertaque oculta la
realidad con datos manipulados o simplemente no los publican, como en nuestro país que desde finales del
2014 no cuenta con cifras oficiales (es fácil inferir que en pocos días el BCV “informará” que la inflación acumulada
2015 es menor a los aumentos de salarios decretados hasta la fecha).
Entre 1999 y 2015, se han decretado en Venezuela ¡30 aumentos salariales!(dos de 30% cada uno en 2015 para un incremento total
anual de un 97,33%)aislados de un plan
anti-inflacionario(medidas concretas para contener esa devoradora de salarios)hecho que ha propiciado
que después de 15 años el salario apenas
permite cubrir cerca del32% de la canasta alimentaria, o destinar el 51% para adquirir 4 “bolsas solidarias” al
mes (detergente, leche, azúcar, aceite, arroz, pasta, harina de maíz,
mantequilla, té en polvo, sopa instantánea y pollo) en indiscutible
demostración del fracaso de la política salarial adelantada(y de la económica).
El tema de la inflación, ha venido siendo abordado desde las consecuencias al
margen de sus causas instrumentando perturbadores controles, regulaciones y
congelamiento de precios al tiempo de apoyarse (por ahora) en las importaciones
para enfrentar la elevación de los precios internos con el consecuente efecto
sobre el deterioro del aparato
productivo nacional llevando al país a una dramática situación: escasez de divisas y de productos que
nos tiene entrampados, pero el
Gobierno, con relevante populismo e interés comicial, sigue aumentando nominalmente el salario como
una fórmula para intentar apaciguar (temporalmente) el descontento colectivo,
en un contexto que deja por fuera a cerca del 60% de la fuerza de trabajo (trabajadores informales y
desempleados), con el agravante de adicionalmente poner en peligro la
estabilidad de los trabajadores del sector privado (más del 80% de los trabajadores
ocupados) ante el posible cierre de actividades en razón de no poder asumir
nuevos costos (recuérdese que los precios de venta y los costos de producción
están congelados, y que el margen de ganancia es del 30% vs una inflación
superior al 150%) ya que las empresas en general muestran baja rentabilidad (beneficio sobre la inversión) y deficiente productividad (cantidad de
producto entre el número de trabajadores empleados).
Como reflexión final, resulta súper obvio afirmar que para el bienestar de la población resulta
más conveniente una guerra contra la
inflación que aumentos nominales de salario.
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