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domingo, 29 de noviembre de 2015

¿Acaso vale la pena votar? Por @infocracia


Por Andrés Cañizález


Venezuela parece atravesada por preguntas cíclicas y problemas de fondo sobre los cuales la sociedad da vueltas de forma intermitente. Uno de estos temas que aparece cíclicamente es lo relacionado con la participación electoral, especialmente en momentos de crisis. La pregunta ¿vale la pena votar en diciembre?, que tiene tanta pertinencia en este 2015, era la misma pregunta con la que se abría la sección de artículos en la revista SIC, en su edición de noviembre de 1988, en las semanas previas a las elecciones presidenciales en las cuales triunfó Carlos Andrés Pérez, para un conflictivo y truncado segundo período presidencial (1989-1993).


En este artículo al que hemos hecho referencia, de hace 27 años, el recientemente fallecido periodista político Leopoldo Linares, una destacada pluma de El Nacional para aquella época, escrudiñaba en las páginas de SIC el estado de ánimo del venezolano, también agobiado por la crisis económica, y la conexión de este ciudadano de a pie con el momento electoral. Este asunto cobra meridiana actualidad en la Venezuela de 2015, cuando nuevamente el país está próximo a unas cruciales elecciones parlamentarias en medio de una aguda crisis. Ayer y hoy, por igual, muchos ven en las elecciones la posibilidad de cambio en su vida, otros sencillamente se muestran escépticos de que con las votaciones pueda mejorar su vida cotidiana.

Al enumerar los aspectos que incidían negativamente en el clima electoral de entonces, Linares señalaba: “Se destacan la corrupción y la deuda externa que acogotan al venezolano, así como también los problemas sin solución en estos treinta años de democracia representativa, como son el desempleo, la salud, los deficientes servicios públicos y el aumento galopante del alto costo de la vida”. Aquello señalado hace 27 años es también el clima que envuelve al país hoy y que incide en la opinión pública nacional.

Seguimos con lo que indicaba este artículo de SIC un mes antes de las elecciones de diciembre de 1998 y tres meses antes de los sucesos del caracazo de febrero de 1989: “El cuadro de la situación venezolana es bastante preocupante. Quizás la realidad no se aprecia en mayores proporciones porque, justamente, estamos inmersos en una campaña electoral. Por ejemplo, los expertos y conocedores del quehacer económico vaticinan que tanto el dólar como los precios se dispararán a partir del 5 de diciembre (un día después de las elecciones). Esto, unido a la ya baja calidad de vida que afecta al venezolano, seguramente llevará a las mayorías nacionales a un verdadero estado de desesperación”.

Por aquella época desde el gobierno se descalificaba advertencias de este tipo, que resultaron además muy comunes en la revista SIC. La dinámica electoral, además, potenciaba un gasto público ficticio en las postrimerías del gobierno de Jaime Lusinchi (1984-89), que unido al discurso de Pérez que omitía por completo la necesidad de ajuste y al contrario potenciaba la imagen de su primer gobierno, de la “Gran Venezuela”, terminó generando expectativas de una bonanza económica que no tenía cómo llevarse a cabo. Finalmente esta esperanza de cambio se rompió y todo desembocó en hacer trizas la tradicional luna de miel con la que cuentan los gobiernos después de unas elecciones.

Sin ser profeta del desastre, Linares precisamente vislumbraba un escenario postelectoral plagado de dificultades por la crisis económica. Crisis que en medio de la campaña golpeaba ya a millones de venezolanos y los convertía en potenciales abstencionistas. Por cierto, en ese mismo número de SIC, correspondiente a noviembre de 1988, el entonces director de la revista, Arturo Sosa Abascal, titulaba de esta forma un artículo: “No cambiemos votos por barajitas”, en el cual sencillamente llamaba a votar conscientemente a los venezolanos y evitar caer en las trampas del populismo. Un llamado que 27 años después sigue teniendo plena vigencia en nuestro país.

27-11-15




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