Por Roberto Giusti
Con Argentina pasa lo mismo
que con Alemania. Cultos, metódicos, organizados y civilizados, para
decirlo con los lugares comunes de rigor, los alemanes eligieron canciller a
Adolfo Hitler a través del voto popular. El de Argentina, siendo el pueblo
más lúcido de la América Latina, el mejor equipado intelectualmente y,
por tanto, el más consciente, dador de una serie de figuras destacadas
universalmente en los más disímiles ámbitos, desde la literatura a la religión,
fue víctima de seis golpes de Estado en el período que va de 1930 a 1984, de
una dictadura militar de las más feroces y sangrientas en los años 70 y
80 y de una de las expresiones fundamentales del populismo latinoamericano, el
peronismo, cuya huella se mantiene hoy en día a pesar de haber recibido el
pasado domingo un golpe con la derrota de Daniel Scioli.
De Perón a Menem y los montoneros
Con su carga populista, el discurso de redención de los descamisados, la aplicación masiva de políticas sociales, el fortalecimiento de los sindicatos, sus posturas antiimperialistas, sus veleidades fascistas y la creación de "un aparato semitotalitario de captación, control y represión" tal y como lo asienta el sociólogo marxista Marcos Kaplan, la pareja Perón-Evita se convirtió en una leyenda, capaz de trascender en el tiempo sorteando todos los avatares, incluyendo la vuelta del general al poder, ya anciano y luego con Isabelita (su segunda esposa), derrocada por los militares.
Pero la sombra que proyectaba el peronismo era de tal dimensión que le alcanzaba para que en su momento fuera reivindicado por los montoneros, grupo guerrillero de adscripción marxista y cheguevarista y al mismo tiempo por Carlos Menem, quien durante sus dos períodos presidenciales adoptó, como programa económico, los postulados del Consenso de Washington, con lo cual se convirtió en una encarnación de la novísima y extravagante versión del "peronismo neoliberal".
Una relación íntima
Luego de la crisis de comienzos de siglo vendrían los Kirchner, quienes reimplantaron un peronismo de izquierda y sostuvieron un acercamiento íntimo en lo personal y en lo ideológico con el gobierno de Hugo Chávez. Durante el mandato de Néstor Kirchner y los dos de su esposa, Cristina, se produjeron enfrentamientos con factores de poder como los medios de comunicación y los productores agropecuarios, aun cuando algunos críticos de la gestión matrimonial (2003-2010) señalen que si bien abjuraron de las políticas neoliberales y aplicaron un programa de políticas sociales y de redistribución, que llevó a Hebe Bonafini, titular de las Madres de la Plaza de Mayo, a advertir que "Cristina ha superado a Eva Perón", en el fondo dejaron intacta a la derecha económica y a sus grandes intereses.
Lo cierto es que fueron doce años de un neo-peronismo agresivo y excluyente que, con un lenguaje nada ajeno a nuestro país, acusaba a los productores del campo de "especuladores, golpistas y desestabilizadores", aprobaba una ley restrictiva de la libertad de expresión y procedía a la estatización arbitraria de empresas privadas. Todo esto con el apoyo del gobierno venezolano, que le suministraba petróleo y gas y compraba bonos de la deuda argentina por más de tres mil millones de dólares, al tiempo que estallaban escándalos como el del maletín con 800 mil dólares, descubierto en el equipaje de mano de un agente venezolano (Guido Antonini Wilson), quien viajaba desde Caracas a Buenos Aires en un avión de Pdvsa, teniendo como pasajeros a funcionarios de la compañía petrolera y del gobierno argentino y cuyo destino era, según el propio Antonini Wilson, el comando de campaña para la reelección de Cristina Kirchner.
Macri y el populismo en jaque
Ahora, con la elección de Mauricio Macri la complicidad entre los gobernantes de ambos países (Maduro continuó la política de Chávez aunque con las arcas vacías) no solo cambiará radicalmente, sino que desde ya el presidente electo ha advertido que uno de sus primeros viajes al exterior será a La Asunción, Paraguay, donde se realizará la Cumbre de Mercosur, en la cual se plantearía la cláusula democrática por la prisión de Leopoldo López.
Así, la sombra del peronismo, valga decir, del populismo autoritario en Argentina, comienza a diluirse por decisión mayoritaria de los argentinos, quienes finalmente se despiden de una rémora que parecía eterna para entrar en otro ciclo con la elección de un gobierno democrático, incluyente y abierto al cambio en todos los ámbitos. Cambio que debe marcar una tendencia en el continente, (el intervencionismo chavista se diluye) y convertirse en el preludio de un fenómeno similar, que ya luce como irreversible, el próximo seis de diciembre en Venezuela. Ahora sólo queda esperar a que se acepte el veredicto popular con la gallardía y el espíritu democrático con que lo hizo Daniel Scioli.
24-11-15
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