Por Tamara Sujú Roa, 24/11/2015
Si ella hubiera podido expresar sus
pensamientos, hubiera sido para decir que eso no era a lo que aspiraban cuando
emprendieron, años atrás, el derrocamiento de la raza humana. George Orwell, Rebelión en la granja
¡Es un secuestro! habrían manifestado algunos funcionarios del
gobierno, en relación con la aprehensión por parte de las autoridades
estadounidenses de dos personas vinculadas a la familia presidencial,
aprehendidos en Haití en una operación encubierta de la DEA cuando intentaban
introducir 800 kilos de droga a Norteamérica.
No tengo claro quien fue el primero en lanzar tal aseveración, pero sí
cuál ha sido el coro que la reprodujo. No importa que todo indique que los
aprehendidos han sido agarrados con las manos en la masa, que ya fueron
presentados ante una Corte Federal que ordenó su reclusión sin derecho a fianza
mientras transcurre el juicio. Es decir estimados lectores, no importa que
huela a puerco, sepa a puerco, sea muy gordo, grande y rosado, estos personajes
jurarán por la revolución que son conejos mutantes deformados por el imperio.
Así han engañado a los venezolanos, como si se tratara de un ilusionismo
colectivo durante 16 años. Y cuando esa gran granja que es Venezuela ha
pretendido rebelarse ante la tiranía, manifestando su descontento, el régimen
les ha echado a sus perros feroces llamados justicia y cuerpos policiales,
pretendiendo someterlos mediante la represión y persecución, la intolerancia y
el miedo, al control y la sumisión. También han tratado de sacarle provecho a
la escasez de alimentos y medicinas producto de las malas políticas económicas,
la confiscación de empresas y la agroindustria, la ineptitud y el despilfarro
del dinero público, para decirle a la granja que esto es culpa de la guerra
económica que mantiene el imperio y el vecino de al lado para derrocarlos, y
mantener así al enemigo “externo” como protagonista de todas las calamidades
que hoy sufre ese pueblo al que tanto mientan.
Ellos creen que la gente esta dispuesta a resignarse en la miseria y la
pobreza, aguantando penurias, largas colas para su supervivencia, mientras
ellos, los grandes viajeros, le dan la vuelta al mundo con una comitiva mas
grande que la del propio Obama, llevando familia, amigos y hasta niñeras.
Todavía no hay explicaciones para el escándalo del lavado de capitales en el
banco de Andorra, donde hay venezolanos vinculados con funcionarios del gobierno
con cuentas mil millonarias. Tampoco sabemos qué pasó con los ladrones que se
apropiaron con descaro de las divisas que repartió Cadivi, así como tampoco
sabemos qué pasó con la maleta de Antonini Wilson.
También han mantenido la idolatría a Chávez, al que han llamado después
de su muerte “el comandante eterno” que todavía los ve, mediante esos ojos que
han pintado en edificios y paredes, haciéndolos repetir de forma obligada la
consigna “Chávez vive, la patria sigue…”, aunque no tengan comida en la mesa ni
jabón en el baño. Para paliar el hambre, los dueños de la granja roban a los
comerciantes privados, -los pocos que quedan- se les meten en sus almacenes y
bodegas y les quitan la mercancía para venderla como piñata en carnaval a
quienes hambrientos acuden a darle palo.
Esta semana pudimos observar como uno de ellos –transmutado en
reptil-pedía a viva voz, no abandonar a la “primera combatiente”, exigiendo
lealtad y solidaridad ante tan viles acusaciones por las que atraviesa su
familia. Otro fue grabado mientras ordenaba a sus subordinados sacarle foto a
su voto en la mesa de votación, como prueba de lealtad con la revolución,
indicando que votaron por el partido de gobierno.
Han pretendido cambiarnos la historia, modificando símbolos patrios,
fechas conmemorativas, y han creado nuevas fechas nacionales, donde la
revolución es la protagonista. También pretenden ideologizar a nuestros niños,
con libros que hacen siempre referencia al eterno. Han creado nuevos cargos
militares, llenos de soles y condecoraciones que se cuelgan en el pecho en
homenaje a la única batalla que han librado: la represión del pueblo, la
tortura y tratos crueles a los que han sometido a nuestras mujeres, a nuestros
jóvenes, a nuestra gente.
Ahora ellos temen. Hay un gran murmullo en la granja. La gente se hartó
de las mentiras, y el murmullo se ha convertido en gritos de indignación frente
a farmacias y supermercados, frente a hospitales y morgues. Algunos pocos
todavía no han reflexionado sobre el tsunami de información foránea que desnuda
al gobierno mas corrupto e inepto de América Latina, mas no les hace falta
sentarse a ver noticias del exterior, porque las consecuencias de la
ingobernabilidad existente en nuestro país las viven día a día.
La rebelión está en la conciencia de cada venezolano. Y el voto, la
denuncia sistemática de los abusos de poder y la exigencia de que rindan
cuentas, son las herramientas que tenemos para reiniciar el camino de regreso
al estado de derecho en nuestro país. Los seguidores de Chávez no imaginaron que
el Socialismo del Siglo XXI, esa supuesta revolución por la cual votaron, fuera
el surgimiento de una tiranía que cercenaría los derechos fundamentales de
todos los venezolanos sin distinción de colores políticos ni clases sociales.
Ellos quieren seguir manejando a Venezuela como los cerdos de la granja de
Orwell, repartiendo migajas mientras se quedan con la cosecha, pero
internamente ya la gente tiene sembrada la rebelión contra la opresión y el
despotismo y lo veremos el 6 de diciembre cuando iniciemos el camino a la
recuperación de las instituciones democráticas.
He releído Rebelión en la Granja de
George Orwell, que había leído en mi adolescencia, quizás sin tener en
aquel entonces una realidad que comparar con esta sátira del estalinismo y su
corrupción. La recomiendo ampliamente a todos mis lectores.
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