Por Heinz Dieterich
1. Ineptitud de la
Centro-Izquierda latinoamericana
Desde que Hugo Chávez llegó al
poder, Washington soñaba con destruir al "bolivarianismo". Este 6 de
diciembre logrará su objetivo. Tres años de ineptitud gubernamental sin par del
gobierno Cabello-Maduro, abrieron las puertas del Palacio de Miraflores a la
oligarquía, tal como la irresponsabilidad de la cúpula kirchnerista en Argentina
abrió las puertas de la Casa Rosada a los hijos "espirituales" de los
genocidas de los años setenta. La responsabilidad de esta atrocidad histórica
contra el valiente pueblo venezolano y la idea de la Patria Grande, no sólo
recae sobre el nombramiento presidencial que hizo Hugo Chávez, sino sobre todos
los políticos, intelectuales, empresarios y militares nacionales e
internacionales, que fueron cómplices de esta tragedia largamente anunciada,
que nunca dejaron de aplaudir a los capitanes del Titanic, mientras satisfacían
sus intereses y se llenaron los bolsillos.
2. Misión cumplida
El planteamiento de la
ex-ministra de ambiente de Chávez, Ana Elisa Osorio, de
que se debe exigir la renuncia del gabinete de Maduro y de la dirigencia del
PSUV si se pierde las elecciones del 6D, muestra las ilusiones que sigue
teniendo la izquierda chavista sobre la realidad. Cambiar el gobierno y el
rumbo fue una opción hace dos años. Hoy día, Washington no tiene nada que
negociar, porque ha ganado la batalla. No sólo en Venezuela, sino en toda
América Latina.
3. Siglo 21: Monroe en su
máximo esplendor
En los últimos quince años,
Washington ha logrado neutralizar todas las amenazas a su dictadura hemisférica
que necesita para fragmentar a Rusia y China. La alternativa sistémica
planteada por las FARC desde Columbia fue destruida militarmente en cincuenta
años de guerra imperial terrorista. La alternativa sistémica del Socialismo del
Siglo XX, planteada desde Cuba, fue neutralizada en cincuenta años de agresión
criminal terrorista. Y las alternancias desarrollistas criollas desatadas por
Chávez han sido destruidas en Honduras, Paraguay, ahora Argentina y el 6D en
Venezuela. Seguirán Brasil y Nicaragua. Vae victis –rendimiento
incondicional, no negociación– es la lógica del vencedor y Obama, demiurgo de
ISIS, cuyas manos están manchadas de sangre con cientos de miles de muertos en
Siria, no se apartará de esta lógica imperial. Convertirá Venezuela en un nuevo
Honduras, Paraguay o Irak.
4. El método del golpe final
Washington tiene, in
abstracto, tres estratagemas posibles para destruir a un gobierno
latinoamericano. El golpe militar clásico, que se utilizó contra Zelaya en
Honduras, en 2009; el golpe parlamentario, que Washington le aplicó al
presidente paraguayo Fernando Lugo, en 2012; la "contrarrevolución de
color", utilizada en Ucrania y otros países. La estrategia que se aplicará
en Venezuela a partir del día D es una combinación de "dos" y
"tres".
5. Violencia
"legítima" y toma de poder
Esas operaciones de
destrucción de gobiernos legales requieren dos elementos fundamentales, para
ser exitosas:
a) una apología creíble de la
necesaria toma del poder;
b) como precondición de ella,
un "caos institucional", es decir, un conflicto intra-institucional
del Estado víctima.
Ambas condiciones se cumplen a
la perfección en Venezuela. De hecho, mucho más que en Honduras y Paraguay en
su momento.
6. El "fraude
electoral"
La apología de la toma de
poder electoral violenta en Venezuela es el "fraude electoral". Su
narrativa va así. Las encuestas de opinión muestran que la popularidad de
Maduro está en un 20 por ciento y que cerca de un 80 por ciento de los
ciudadanos quiere un cambio de régimen y gobierno. Ambos parámetros se explican
por la fuerte y prolongada crisis económica, la inflación, el desabastecimiento
y la criminalidad. Son inferencias altamente probables y, para el sentido
común, absolutamente plausibles. Para la propaganda global, son memes
perfectos. En tal contexto, es imposible que el gobierno gane las elecciones
limpiamente. Si proclama que las ganó, demuestra ipso facto (por el
hecho mismo) que desconoce la voluntad de las mayorías y que ha cometido un
fraude electoral. Se convierte, por lo tanto, en un gobierno "usurpador"
de la soberanía popular y todo tipo de resistencia contra él es legítimo.
7. Jaque mate al gobierno
De hecho, la narrativa actúa
como un catch 22, es decir, una situación en la cual el gobierno no tiene
posibilidad de ganar (escapar). Si gana, es un fraude a priori, y será
destruido por Washington y la oligarquía y sus Al Capones globales, los Macri,
Santos, Almagro, Aznar. Si pierde, la fracción opositora de la Asamblea
Nacional promoverá nuevas elecciones, el referendo revocatorio o leyes que van
hacia el desmontaje de la estructura de poder oficialista. Maduro las va a
vetar y las iniciativas llegarán a la Corte Suprema. El "caos"
intra-institucional se produce, con concomitantes manifestaciones en la calle,
presiones internacionales (Almagro, Macri et al), crecientes revelaciones de
corrupción e incrementos de la amenaza militar gringa desde el Comando Sur,
Colombia y sus bases en el Caribe. Los fallos de la Corte Suprema en favor del
Ejecutivo demostrarán que el Estado de Derecho en Venezuela ha dejado de
existir y que el Presidente, como Yanukovich en Ucrania y Bashar al-Asad en
Siria, tiene que irse al precio que sea.
8. ¿Qué hacer?
La situación venezolana es
comparable a la situación de un enfermo de cáncer que podía ser salvado cuando
se detectó la enfermedad. Al dejar pasar tres años, ahora su situación es
terminal. Las bravuconadas autistas de Maduro, de
estar "espiritualmente, moralmente, políticamente y militarmente
preparado para asumir la derrota y me lanzaré a la calle", demuestran una
vez más que no ha aprendido nada en esos tres años y que no tiene la menor idea
sobre la situación en que se encuentra. Mucho menos aún, de cómo salir de ella.
La única, desesperada opción
que queda al Chavismo honesto, es una modificación de la propuesta de Ana
Elisa Osorio: Solicitar el voto masivo por los candidatos
chavistas, con la promesa de quitar la nefasta cúpula psuvista responsable del
desastre, después de las elecciones.
Es una opción desesperada y
tardía, pero apoyar incondicionalmente a Maduro o a la derecha, es dejarle mano
libre a la oligarquía y la Casa Blanca, para reordenar al país como les venga
en gana.
9. Chávez y Maduro
Una noche en Miraflores Hugo
Chávez me dijo que algunas personas le recomendaron gobernar como líder con el
ejército y los pobres. ¿Qué pensé de esto? Le dije que era una idea
antidemocrática y una tontería absoluta. Que en una sociedad moderna, un
gobierno sólo puede logras estabilidad si tiene un proyecto incluyente para las
clases medias, la pequeña burguesía, los trabajadores, la juventud, las
mujeres, en fin, todos los sectores sociales. Entre los promotores de esta idea
que le plantearon a Chávez, estaban el teniente anticomunista Diosdado Cabello
y el ex-sindicalista maoísta Nicolás Maduro, alucinando con las ínfulas del
poder absoluto. ¡Qué bueno que Chávez no les hizo caso! Pero qué malo que no
los sacó del Estado y del Partido cuando la salud de la Revolución y el futuro
del país lo exigían.
24-11-15
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