José Luis Farías 14 de noviembre de 2016
Corto
y Picante:
Cuando
el Conde Witte, su ministro de finanzas, sugirió al zar Alejandro que había
llegado la hora de instruir en los asuntos de Estado al duque Nicolás, heredero
del trono del inmenso imperio ruso, el zar le preguntó: “Dígame usted ministro,
¿ha hablado alguna vez con mi hijo?” A lo que Witte respondió afirmativamente.
“Entonces no me diga que no se ha dado nunca cuenta de que el gran duque es un
estúpido”. Alejandro lo consideraba débil e imbécil.
Escribe
El historiador Orlando Figes que “la educación le había reportado a Nicolás
todo los talentos y encantos de un alumno de escuela pública inglesa. Bailaba
con gracia, cabalgaba con elegancia, era muy buen tirador y destacaba en otros
deportes. Sus maneras eran impecables”. Aunque sumamente incapaz en el arte de
gobernar.
Una
vez el destino dispuso de la vida de su padre a causa de una enfermedad renal
en 1894, Nicolas entró en sollozos y exclamó patéticamente ante su primo
Alejandro: “¿Qué va a ser de mí y de toda Rusia? No estoy preparado para ser un
zar. Nunca quise serlo. No sé nada de cuestiones de gobierno. No sé nada de
cuestiones de gobierno. Ni siquiera sé cómo hablar a los ministros”
Y como
Nicolás no era un genio ni nada parecido en los asuntos de gobierno, sin la
fuerza de carácter de su padre comenzó a ejercer de manera tan desastrosa su
gestión, sin ninguna capacidad de dirección, que condujo el imperio ruso a la
debacle por su total incapacidad para manejar y dar órdenes a sus subordinados.
Al punto que una vez derrocado en 1917 por los revolucionarios comunistas su
única fama se redujo a “un gracioso chiste soviético que afirmaba que el Soviet
Supremo había decidido recompensar con la orden de la Bandera Roja a Nicolás II
<>. Se decía que el logro del último zar había consistido en provocar una
crisis revolucionaria”. Una verdadera bendición para los bolcheviques.
Dios
quiera que en poco tiempo pudiéramos hacer un chiste similar con el homónimo
venezolano del zar Nicolás, que sin duda alguna lo ha hecho igual o peor, y no
que estemos diciendo que la oposición venezolana fue aún más más incapaz que el
heredero del legado de Hugo para echarlo del poder.
La
gente tiene derecho a a arrecharse
Los
resultados de la II reunión de la Mesa de Diálogo y Negociación siembran el
desaliento. Aunque justo es también decir que no tendrían porque haber
sorprendido a nadie, no sólo porque todos ellos ya eran conocidos desde hace
varios días si no porque tampoco se podía esperar nada distinto. Nadie debía
estar esperando que el representante del Vaticano leyera algo así como “las
partes acuerdan la realización del referéndum revocatorio en 2016” porque
simplemente el gobierno está lleno de incapaces y ladrones no de imbéciles. Y
eso se sabe.
Sin
embargo, en los diez días que separan la I y II reunión se le cayó a coba a la
gente, se le crearon falsas expectativas. Para muestra un botón, apenas un día
antes de la reunión, uno de los representantes del G-4 en el diálogo afirmó públicamente:
“La tregua que nosotros acordamos con el Vaticano se acaba mañana (…) O hacemos
el referendo revocatorio o convocamos a elecciones adelantadas, pero eso se
define ya”. Por supuesto, no fue el único y la opinión pública se sintió
ultrajada cuando después de ofrecer un enorme pacto montañés echaron a la vida
un modesto ratoncito que por muy bonito que fuere no fue lo ofrecido.
Consumados
en el papel sin precisión alguna los primeros acuerdos, sorprende ver a los
defensores a ultranza del G-4 despotricando y arremetiendo contra los
ciudadanos que muestran indignación, como si la gente no tiene el derecho a
arrecharse, a criticar y a reclamar cuando considera que las cosas no se
hicieron bien, indistintamente de los elementos positivos que pudieran estar
presentes. Levantar la voz es conspirar contra la MUD. ¡Qué bolas!
Ninguna
persona que expresa su rabia por lo que hasta ahora se ha conocido fueron los
resultados de la reunión, está pidiendo con ello a gritos que dejen a los
presos políticos en sus celdas hasta que se elimine el término de “personas
detenidas”. Los chistecitos malos de esta factura están demás. Bienvenida la
libertad para todos los que la alcancen, en eso no hay absolutamente ningún
opositor en desacuerdo. Nadie en su sano juicio está en contra de la libertad
de los presos políticos.
Mucho
menos hay algún opositor diciendo que no se abra el canal humanitario para al
menos amortiguar el terrible flagelo del hambre y la falta de medicinas. Pensar
que alguien de la oposición pudiera ir en contra de esa decisión es
sencillamente necio. Así que usar ese argumento para descalificar a todo aquel
que se arrechó con el G-4 es un ejercicio de manipulación que solo conduce a la
pelea entre hermanos unificados por el mismo fin: salir de esta pesadilla. No
olviden nunca que esa gente que hoy reclama fue la que los empoderó el 6D. Pero
todo eso no es suficiente, la gente quiere salir de Maduro y su pandilla.
La
gente no es estúpida
Así
las cosas, y posterior a la pobre y confusa presentación inicial de los
resultados, en nombre de la MUD se ha difundido un extenso documento titulado
“Lo que no se ha dicho sobre los primeros acuerdos en la mesa de diálogo” en el
que se pretenden algunas explicaciones de lo sucedido con una lógica bastante
extraña en la cual lo blanco es negro, o simplemente no es blanco y si lo es
nadie tiene la culpa de ello.
A
través de esa genial lógica explicativa se insiste en seguir tratando de vender
como triunfo un ejercicio bochornoso, con el cual se acusa a quienes critican
los resultados de intentar “DESPELLEJAR A LA MUD”. En trance de ejemplo, a
quienes cuestionan la inclusión en el texto de la frase “trabajar de manera
conjunta para combatir toda la forma de sabotaje, boicot o agresión a la
economía venezolana”, se les dice que ello no fue una concesión del G-4 en
beneficio de la neolengua de la revolución sino un “AUTOGOL” del régimen.
Ni que
hablar de cuando intenta explicar que la forma brillante de salir del
“desacato” de la Asamblea Nacional, ordenado por el TSJ, es enviando a los
indígenas del Amazonas a contarse de nuevo, decisión que admite el fulano
“fraude” inventado por el PSUV y que le ha revuelto la bilis al gobernador
Liborio Guarilla y a los ciudadanos de esa entidad.
O
cuando celebra como un triunfo y califica como una “oportunidad crucial”
arrancada al régimen la decisión de elegir a los dos rectores del CNE cuyo
permanencia en el organismo vence el 4 de diciembre como si esa no fuera una
responsabilidad de la Asamblea Nacional.
Para
no extendernos en la explicación del porqué no aparecen las expresiones
“referendo revocatorio” o “elecciones adelantadas” utilizando el infeliz
ejemplo de las contrataciones colectivas, en las cuales primero se sale del
pichache y “las cláusulas importantes son las que se resuelven al final.
Finalmente,
el documento llama a “QUE LA RABIA SEA FUERZA DE LUCHA Y NO FACTOR DE
DIVISIÓN”. Lo cual sonaría de entrada como un alerta positivo porque nadie en
su sano juicio puede estar apostando al rompimiento de la unidad opositora.
Pero resulta muy difícil que una dosis de la rabia de la gente no sea dirigida
a cuestionar a quienes hoy la representan en la Mesa de Dialogo y Negociación
cuando no se le habla con la trasparencia que demanda la circunstancia y se le
carcajea porque reclama sus derechos. La unidad, sépanlo queridos amigos, se
articula solo en torno a la política y cuando esta es distorsionada por los encargados
de dirigirla vienen las lamentables fracturas. Están a tiempo de enmendar.
PD: me
perdonan la extensión, pero son tres cortos y picantes en uno
Otrosí:
El camino es el revocatorio
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