Por Pompeyo Márquez
Dentro de pocos meses
cumpliré 95 años y desde los 14, cuando fue mi primera prisión hasta el
presente, aparece siempre el combate, la protesta…para mí la exigencia de una
mejor Venezuela es permanente.
Hay un argumento sencillo de
entender, uno consigue un objetivo y sale a luchar para alcanzarlo y luego se
propone objetivos superiores y así sucesivamente, porque se crean nuevas
realidades, nuevas correlaciones de fuerza, lo que implica mantener siempre el
objetivo estratégico de una etapa, cambiar la táctica, enmendar errores,
reafirmar victorias.
En estos cambios siempre
está presente la unidad, sobre todo cuando vivimos una dictadura militar-civil
encabezada por un personaje que a todas luces está dispuesto a perpetuarse en
el poder e imponerle al país a golpe y porrazo un modelo económico fracasado,
un régimen no democrático, para lo cual su primera opción es la represión.
Decíamos en un artículo
anterior que había variedad de formas de lucha, que como la vida de las
naciones y de los pueblos es compleja, la lucha tiene que atender a esas
complejidades. Uno de los problemas principales del acontecer político es pisar
tierra y ver la realidad –que no es ni buena ni mala sino la realidad– para
cambiarla o desarrollarla. En la actualidad hay un objetivo que tendrá que
alcanzarse lo más pronto posible: es el cambio político. Sin ese cambio
Venezuela no saldrá de la profunda crisis que hoy atraviesa y cuyos
sufrimientos los paga la inmensa mayoría de la población y la Nación como un
todo.
Estas consideraciones, que
en nuestro caso son vivencias, las hacemos en función de la negociación que se
ha iniciado entre el gobierno y la oposición. Este no es el momento para la
diatriba contra la dirigencia política. Claro que comete errores, solo los que
no actúan no los cometen, pero una cosa es manifestar puntos de vista distintos
y otra, ante el más ligero traspié, calificar de traición a quienes integran o
representan la MUD, incluidos Henrique Capriles y Leopoldo López (sometido a
las miserables crueldades que ha soportado durante 1.000 días de secuestro).
Las declaraciones de la MUD
son categóricas, no hay contradicción en estar presente en un espacio de
negociación y las luchas cotidianas de un pueblo que pasa hambre, que sufre la
inflación que desbarata su salario, que coloca al país entre los más violentos
del mundo y donde la meta inmediata es salvar a Venezuela, evitar la violencia.
Apostamos a que las movilizaciones que seguirán a esta etapa contribuirán a
crear las condiciones para la libertad de los presos, el regreso de los
exilados, el cese de la represión, en fin, el respeto a la Constitución.
20-11-16
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