Por Sam Fleming
Los planes del electo
presidente de EEUU para reducir los impuestos se traducirían en un aumento de
la deuda federal de 7,2 billones de dólares. Ha prometido 550.000 millones en
infraestructuras.
Mientras Donald Trump se
prepara para entrar en la Casa Blanca, empieza a cobrar fuerza una idea: la era
de la contención fiscal en EEUU podría estar llegando a su fin. Trump se mostró
crítico durante la campaña con el aumento de la deuda nacional de EEUU bajo
Barack Obama, y llegó a asegurar de forma poco convincente que pagaría los 19
billones de dólares en ocho años.
Sin embargo, como han
reconocido los mercados de bonos en las últimas 48 horas, al priorizar los
recortes fiscales y un paquete de infraestructuras en los 100 primeros días de
la Administración Trump, su equipo parece concebir un paquete de estímulos en
un momento en el que EEUU ya se acerca al pleno empleo. Eso podría implicar no
solo un crecimiento más alto, sino también un aumento de la inflación más
rápido.
Si esto es de verdad a lo
que apunta el Congreso liderado por los republicanos, supondría un importante
cambio en un momento en el que organizaciones como el Fondo Monetario
Internacional han abogado por un mayor apoyo presupuestario en todo el mundo.
Esto podría llevar a la Reserva Federal a acelerar la subida de los tipos de
interés a valores más normales.
"La política fiscal
adquiere una importancia mucho mayor que en los últimos cinco o seis
años", apuntó Torsten Sløk, economista internacional jefe de Deutsche
Bank. "Desde la perspectiva de la Fed, la importancia de la política
fiscal implica que la política monetaria tendrá que ser menos flexible".
¿Qué conlleva el plan?
Los planes de Trump para
reducir los impuestos se traducirían, según un análisis del Centro de Política
Fiscal, en un aumento de la deuda federal de 7,2 billones de dólares en la
primera década. Además, el equipo de transición de Trump ha prometido invertir
550.000 millones de dólares en infraestructuras y ha hablado de aumentar el
gasto en defensa, entre otras cosas, sumando 42 barcos a la marina y renovando
la defensa nuclear y de misiles. La agenda también incluye medidas para reducir
la regulación.
Sus planes fiscales, que en
la actualidad son sólo un esbozo, tendrán que concretarse dialogando con el
Congreso. El plan "Un Mejor Camino" del portavoz de la Cámara Paul
Ryan sirve como patrón. Es un paquete más conservador, pero coincide con el de
Trump en la reducción del impuesto de sociedades y en la consolidación de los
tramos fiscales del IRPF, así como en la rebaja de algunas tasas.
¿Qué ocurre con las
infraestructuras?
El hecho de que Trump
mencionase las infraestructuras en un discurso de aceptación la mañana del
miércoles pone de relieve la importancia de este componente. Alcanzó la
victoria gracias al apoyo de los estados del medio oeste, donde sus votantes
querrán apreciar signos tangibles de la acción del Gobierno sobre el empleo.
Una forma obvia de hacerlo es mediante la construcción de puentes y carreteras.
Lo que ayudará a Trump en
este área es el consenso de ambos partidos sobre la necesidad de renovar las
infraestructuras estadounidenses. La Sociedad Estadounidense de Ingenieros
Civiles ha previsto que las infraestructuras requerirán una inversión de 1,44
billones de dólares entre 2016 y 2025. Este apartado también formaba parte de
los planes de Hillary Clinton para sus primeros 100 días.
Los asesores de Trump han
sugerido que está dispuesto a incrementar la deuda nacional para destinar
fondos federales a infraestructuras, lo que aumentaría las perspectivas de que
aplique estímulos fiscales. El problema es que la planificación de proyectos de
infraestructuras requiere tiempo, así que no está clara la rapidez con la que
se dejarían sentir los efectos sobre el crecimiento.
¿Qué hará Trump en relación
al comercio?
La promesa de la campaña de
Trump de romper o renegociar pactos como el Acuerdo de Libre Comercio de
América del Norte (Nafta), y combatir las prácticas comerciales injustas de
China imponiendo aranceles punitivos ha llevado a los economistas a lanzar
advertencias sobre la posibilidad de volver a entrar en recesión.
Si sacase a EEUU del Nafta,
amenazaría las elaboradas cadenas de suministro norteamericanas de las que
dependen muchas empresas estadounidenses. Una guerra comercial con China se
traduciría en precios más altos para los consumidores, y elevaría la inflación.
También dañaría a las compañías que dependen de las importaciones chinas y a
los agricultores y otros negocios de EEUU para los que China se ha convertido
en un importante mercado. De aplicarse al mismo tiempo y en su formato más
radical, ambos pilares asestarían un duro golpe al crecimiento estadounidense.
Por ese motivo, algunos
expertos en comercio han empezado a advertir de que, pese a la probabilidad de
que una Administración Trump tome más medidas contra la competencia desleal de
China, podría no aplicar la agenda radical completa con la que ha amenazado.
¿Qué sucede con la reforma
de la Reserva Federal?
Los asesores de Trump han
sugerido que las políticas de estímulo de la Fed son injustas porque penalizan
a los ahorradores y han tenido implicaciones desiguales para los distintos
segmentos de la sociedad. Durante la campaña, Trump se mostró ferozmente
crítico con Janet Yellen, la presidenta de la Fed, por sus políticas de bajos
tipos, pero no se prevé que dimita hasta el final de su mandato en 2018.
Lo primero que tendrá que
hacer con respecto a la Fed será cubrir dos asientos vacantes en el consejo de
la institución, potencialmente con legisladores de una tendencia más dura. En
segundo lugar está la cuestión de las propuestas de reforma que llevan algún
tiempo circulando entre los republicanos del Congreso. Estas incluyen medidas
para que la Fed aplique normas monetarias más estrictas, algo a lo que se niega
vehementemente. La llegada de Trump podría dar un espaldarazo a los
legisladores conservadores que defienden esas ideas.
¿Qué implica todo esto para
la economía?
Aunque los republicanos se
consideran a sí mismos el partido del conservadurismo fiscal, su nuevo
presidente puede llevarles por la senda de los estímulos. Y pese a que el
partido solía ser el adalid del libre comercio, Trump basó su ascenso en el
proteccionismo. El esclarecimiento de las verdaderas prioridades políticas
resultará un proceso tenso.
"Son promesas y no
propuestas", apuntó Diane Swonk de DS Economics. "La pregunta reside
en cuáles de las promesas hechas a los votantes cumplirá , y en qué hará en
relación a las empresas".
12-11-16
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