El Diario 30 de abril de 2020
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Todo individuo
tiene desde su nacimiento una obligación social. Nace, crece, desarrolla nuevas
responsabilidades. Y así empieza a dibujarse la vida en sociedad. Algunos
escogen vivir por momentos; sin embargo, otros eligen dedicarse a un solo
objetivo, a darlo todo, a hacerlo todo hasta conseguirlo. Y a veces queda
registrado el recuerdo de ese recorrido.
Este 29 de abril, en El Diario elaboramos
un recuento de 49 fotografías exclusivas sobre los 49 años de vida del político
venezolano Leopoldo López. Un homenaje que celebra el cumplimiento de un año
más de vida y en el que recorremos con él ese mismo camino, un trayecto en el
que ha dado cada paso con la certeza de que su mayor objetivo de vida es la
entrega a la vida política y con ella alcanzar la libertad de Venezuela.
Un día como hoy, pero de 1971, nació en Caracas,
Venezuela, Leopoldo Eduardo López Mendoza. En su niñez no faltaron los juegos.
Era un fanático de la Guerra de las Galaxias que disfrutaba de
trepar árboles y de esa combinación paz-libertad que sentía cuando se
encontraba con la naturaleza. Disfrutaba de la brisa que le rozaba el rostro
durante los largos paseos en bicicleta y de los chapuzones de agua helada
cuando practicaba natación.
Leopoldo es el segundo de tres hijos. Sus dos hermanas
son Diana y Adriana. Su madre, la señora Antonieta Mendoza es hija de Eduardo
Mendoza, quien fungió como secretario de Agricultura durante el gobierno de
Rómulo Betancourt; y su padre, el señor Leopoldo López Gil, es eurodiputado por
el Partido Popular de España.
Un pequeño elocuente, vivaz, que volvió parte
intrínseca de su vida la fe que le inculcó siempre su familia. Un aspecto que
ha mantenido intacto a pesar del paso templado de los años, de las vivencias,
de los retos.
Los paseos por el llano que también disfrutaba mucho
en ese entonces, emulando el transitar de los grandes arrieros y capataces,
eran comunes. En el lomo de un caballo blanco cabalgaba por la planicie de la
sabana. Una y otra vez. Siendo, quizás, un punto de encuentro con la cultura
venezolana. En ese meollo cultural que nos caracteriza, entre la polvareda del
llano, hasta la inmensidad de las zonas indígenas, Leopoldo López creció hasta
involucrarse de lleno en el menester gubernamental.
Eso sí, la disciplina nunca faltó. Es un elemento que
conoció por esos días y que carga sobre sus hombros desde aquellos momentos de
juventud. Le ha servido para su faceta deportista, pero también para su
desenvolvimiento en las demás áreas de su vida.
El diafragma de la cámara engulle los puntos de luz en
cada momento de la vida. Uno a uno los enmarca para mantener fresca la memoria
hasta transformarlos en testimonio vivo de un instante en la historia. En una
fotografía queda estampado el recuerdo de los días de Leopoldo en Estados
Unidos, mientras cumplía con sus estudios universitarios y trabajaba lavando
platos.
Las vivencias de su época universitaria construyeron
los cimientos de sus certezas sobre política, sociedad, el mundo y lo que
consideraba correcto. Era 1991 cuando se desarrollaba uno de los tantos
enfrentamientos bélicos que marcaron el pulso histórico de nuestro mundo: la
guerra del Golfo. En aquel entonces Leopoldo era apenas un estudiante que
recorría los pasillo de su alma mater, la Universidad de Harvard,
pero ya se cernían sobre él varias preocupaciones sobre el enfrentamiento que
se disputaba en Irak.
Quería que todos fueran capaces de comprender la gravedad, el impacto de lo que el pueblo iraquí estaba viviendo por esos días en medio de aquella batalla. Ideó una huelga que consistía en activar todas las alarmas del campus para emular la sirena que debían oír quienes se resguardaban de los constantes bombardeos.
Quería que todos fueran capaces de comprender la gravedad, el impacto de lo que el pueblo iraquí estaba viviendo por esos días en medio de aquella batalla. Ideó una huelga que consistía en activar todas las alarmas del campus para emular la sirena que debían oír quienes se resguardaban de los constantes bombardeos.
Al finalizar sus años de formación en territorio
estadounidense regresó al terruño. A hacer vida, a hacer política en el país de
sus ilusiones.
Claro, no sin antes recorrer el país que tanto ama.
Con unos lentes redondos, casi imperceptibles en la fotografía, el joven
Leopoldo mira a la cámara mientras abraza a una fila de niños. En una comunidad
indígena, bajo el marco de varios racimos de plátanos, la sonrisa de los más
pequeños se estampa en la memoria de todo aquel que los visita.
Carrera política
Sus inicios en la política nacional se remontan al año
2000, cuando resultó electo como alcalde del municipio Chacao, en la capital
caraqueña. Este fue un cargo que ejerció por dos periodos consecutivos.
Ya en 2006, cuando tenía 35 años de edad, su liderazgo
comenzó a proyectarse en todo el territorio capitalino. Las personas creían en
él y le daban soporte a sus propuestas, a sus perspectivas. Su activismo social
lo llevó a querer realizar reformas en el sistema judicial venezolano.
Sus logros y glorias los compartía con su compañera de
vida y su mayor apoyo, Lilian Tintori, quien un año después se convirtió en su
esposa. Una unión que se mantiene hasta ahora y que parece fortalecerse en
medio de las adversidades más acérrimas.
De hecho, una anécdota singular acompaña la propuesta
del matrimonio que los unió. “¿Te casarías también con Venezuela?”, le preguntó
Leopoldo a Lilian. “Sí”, fue la respuesta.
En 2008 su popularidad lo impulsó a postularse como
candidato para alcalde de Caracas, pero la Contraloría General de la República,
afín entonces al gobierno de Hugo Chávez, lo inhabilitó para ejercer cargos
públicos luego de haberlo acusado de supuestas irregularidades durante su
gestión en Chacao. Sin embargo, una felicidad apabullante llegó a su vida en
2009, un calmante contra las malas noticias y los malos ratos: el nacimiento de
su hija Manuela Rafaela López Tintori.
Una de las facetas quizá poco conocidas de López es su
afición por el enduro y motocross. De hecho, en muchas de estas imágenes
inéditas se refleja el interés que el líder político tiene por el deporte en
general.
Ese proceso fue de inhabilitación política llegó a la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que emitió un fallo a favor de
López, pero que fue ignorado por la justicia venezolana.
En 2009 López fundó el partido político Voluntad
Popular (VP), conocido como la “tolda naranja”, donde han salido varios líderes
opositores como el mismo presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó.
En 2011 la CIDH se volvió a pronunciar a favor de
López, al considerar que se le habían violado sus derechos, por lo que obligó
al entonces gobierno de Hugo Chávez a habilitarlo nuevamente para ejercer
cargos públicos. Esto le permitía al líder de VP postularse para las presidenciales
de 2012.
“Lo logramos. Se hizo justicia. ¡Estoy habilitado! Un
triunfo de todos los que hemos luchado por los derechos y la justicia. Ganó
Venezuela”, escribió López en ese entonces en su cuenta de Twitter.
Durante las presidenciales, López declinó su
candidatura para apoyar en ese entonces a Capriles Radonski, quien encabezaba
las encuestas de intención de voto.
Así como a otros líderes de oposición, a Leopoldo
López también lo acusaron de participar en el llamado golpe de Estado contra
Chávez en 2002.
Durante su gestión como alcalde de Chacao se inauguró
el Transchacao, un sistema de transporte terrestre interno en el municipio, el
Centro Deportivo Eugenio Mendoza, la plaza de Los Palos Grandes, una nueva sede
del Mercado Libre de Chacao, entre otras obras.
El nacimiento de su segundo hijo, Leopoldo Santiago
López Tintori fue otro regalo que despejó todo lo negativo de su vida. Una
bendición, una alegría genuina como obsequio.
La crisis económica, política y social que vivía
Venezuela tocó su punto más álgido a inicios de 2014. El descontento social por
los altos índices de delincuencia, inflación, escasez, la injerencia cubana y
vulneración de los derechos humanos trajo consigo una serie de protestas que
iniciaron en Mérida y luego se replicaron en Caracas, así como en el resto del
país.
Por ello, López, junto con otros líderes opositores,
convocó una manifestación el 12 de febrero de 2014 en todo el país. Autoridades
del municipio Libertador de Caracas no concedieron el permiso para esa protesta.
Las protestas de 2014 derivaron en 43 muertos, muchos
de los cuales fueron por arma de fuego de grupos paramilitares, conocidos como
colectivos, según el registro de videos.
El 18 de febrero de 2014 López fue detenido mientras
se encontraba con una multitud de seguidores con claveles blancos. Sin embargo,
las protestas antigubernamentales se extendieron hasta principios de 2015.
Cuando fue sentenciado a casi 14 años de prisión, López
ya llevaba 3 meses detenido en la cárcel militar de Ramo Verde.
La Fiscalía General de la República, presidida en ese
entonces por Luisa Ortega Díaz, emitió una orden de arresto en contra de López,
bajo los polémicos delitos de “instigación pública, daños a la propiedad en
grado determinador, incendio en grado determinador y asociación para
delinquir”.
El 19 de febrero, luego de su detención, Amnistía
Internacional publicó un comunicado en el cual establece que el encarcelamiento
de Leopoldo López era una motivación para “silenciar la disidencia en el país”.
La ONG Humans Right Watch, una ONG dedicada a la
investigación y defensa de los derechos humanos, comunicó que: “El gobierno
venezolano ha adoptado abiertamente las tácticas habituales de los regímenes
autoritarios, y ha encarcelado a opositores, censurado medios de comunicación e
intimidado a la sociedad civil”.
Las noches en el encierro se vuelven pesadas y
solitarias. Las paredes, en algunos casos, pueden llegar a empequeñecerse
lentamente con el pasar del tiempo. En 2015, quizás por única vez, Leopoldo se
encontró con un gavilán que sobrevolaba las montañas alrededor de Ramo Verde.
Sin embargo, en 2018, Luisa Ortega Díaz, ya en el
exilio, aseguró que Diosdado Cabello la presionó para que ella dijera que López
había sido el responsable de la muerte de Bassil da Costa y Juan Montoya.
Ya el 8 de junio de 2017, y debido a la presión
internacional que exigía su liberación, la justicia venezolana le concedió el
arresto domiciliario a López, quien ya había cumplido 3 años en la cárcel
militar de Ramo Verde en Miranda.
El tiempo que estuvo recluido en ese lugar le sirvió
para leer, meditar sobre la política nacional. En ningún momento mostró señales
de rendirse. Su esposa, Lilian Tintori, activista por los DDHH, denunció en más
de una oportunidad, las condiciones injustas en las que se encontraba detenido.
Ese martirio que pasó en Ramo Verde y sus constantes
mensajes a la población venezolana, lo convirtieron en el líder opositor más
destacado contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Durante la “Operación Libertad” del 30 de abril de
2019, López fue liberado y apareció en las afueras de La Carlota junto con
Guaidó. Desde allí pidieron a las Fuerzas Armadas deponer al régimen de Maduro.
Al no haber consenso, López se refugió al día
siguiente en la vivienda oficial del embajador español, Jesús Silva, en
Caracas, donde quedó en situación de “huésped”.
Ya desde ahí sigue manifestando sus deseos en ver a
una Venezuela libre y democrática. Las fotografías son una estampa del largo
camino que ha recorrido en busca de la libertad de su país. Mantiene la
certeza, nunca ha doblegado su fe ni sus esfuerzos. Cumple un año más en busca
de justicia, de democracia. Sigue el trayecto, sabe que su labor aún no
termina.
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