Emilio Nouel 15 de mayo de 2020
@ENouelV
En
estos días de recogimiento casero forzado, la Asociación Civil Grupo La Colina
invitó a un foro virtual que resultó ser muy bueno y útil para los que como yo,
ignoramos los intríngulis de la peste que nos asedia. No solo fue importante el
tema (Pandemia y escenarios), también lo fue el excelente expositor, el doctor
Julio Castro, el cual nos honró con sus vastos conocimientos sobre asunto tan
delicado y complejo.
El
trabajo presentado, muy riguroso en el fondo y también impecable en las formas,
tuvo una muy buena acogida entre los participantes, los cuales, por su calidad
y procedencia, deben ser también referidos.
Allí se dió cita gente de todo el país, sobre todo, de organizaciones de
la sociedad civil. De la Capital, Zulia, Portuguesa, Nueva Esparta y otras
Estados. Había dirigentes sociales, médicos, profesores universitarios y hasta
un rector de una importante universidad.
El
escenario expuesto allí como el más probable que ocurra en nuestro país no es
muy alentador ni tranquilizador, habida cuenta de nuestra situación en extremo
precaria en todos los sentidos, y particularmente, en materia sanitaria.
Debo
confesar, sin embargo, siendo temerario, que espero que ese posible escenario
no se dé, como creo que en su sano juicio nadie quiere. Fervientemente, deseo
que Venezuela al final salga de esta terrible situación con el menor daño
posible, y podamos decir, como asomó el expositor, que fuimos un “caso raro”,
excepción de la regla, frente al que se estrellaron los pronósticos que
arrojaban concienzudos estudios y la experiencia.
Me
ilusionó pensar en ese final venturoso, el hecho -sin ningún soporte
científico, por supuesto- de que en mi encuesta personal con familiares y
amigos a lo largo y ancho del país (Caracas, Coro, Barquisimeto, San Felipe,
Guanare, Valencia, Puerto La Cruz, Cumaná), con las cajeras de los
supermercados y panaderías, los vecinos de mi urbanización, y en las
eventuales “colas”, casi todos me
contestan que no conocen a nadie con coronavirus, ni a algún fallecido por esa causa,
aparentemente.
Sé
que no tiene asidero científico, ni lo pretendo, llegar a una conclusión
incontrovertible a partir de mi “encuesta” particular, y cualquiera podrá
rebartirla con mucha razón, pero es lo que me ha permitido alimentar el deseo
arriba señalado, quizás fantasioso, quien sabe.
Seguiré
apostando a que así sea, a pesar de las afirmaciones y razonamientos
fundamentados expuestos en el Foro de marras, por el experto doctor Castro.
Estoy
consciente del estado de abandono deplorable de nuestros servicios de salud
públicos, de la carencia de equipos, medicinas y personal suficiente, para
atender este grave desafío. A eso nos ha traído un régimen político de
incompetentes, ignorantes y malversadores del erario público.
Obviamente,
estoy conteste en que el causante principal de este desbarajuste, de este
crimen social, es la tiranía que nos oprime. Ella no va a ser la que nos
conduzca a ese resultado feliz que añoro, más allá de que decretó, a mi juicio,
la cuarentena de manera rápida, por razones de conveniencia política.
La
pandemia, lo digo en un artículo publicado hace algunas semanas en una revista
de asuntos internacionales de la Universidad de Chile, le vino como anillo al
dedo a los tiranos venezolanos. No solo para el control social, que le permite
prolongar su permanencia en Miraflores. La carencia de gasolina, el verdadero
coronavirus nuestro, para algunos, que impide el transporte de los ciudadanos,
de las empresas y de cualquiera, también es una razón para que el régimen
mantenga las restricciones que lo favorecen en sus propósitos de
subsistencia.
A
los tiranos, con seguridad, no les deberemos un posible saldo satisfactorio de
esta crisis, si es que al final y con mucha suerte, lo logramos.
De
modo pues que espero, desde mi ignorancia enorme sobre estos temas, que
nuestros respetados y responsables científicos se equivoquen a pesar de sus
estudios y análisis profundos y sustentados sobre comportamientos históricos de
las epidemias, datos y estadísticas.
No
sé, pero al final de estas líneas, y hablando de estadísticas, me viene a la
mente una frase de Winston Churchill acerca de ellas, que viene en mi auxilio.
Decía él en cierta ocasión, que las estadísticas son como para el borracho un
poste de la luz, que le permite a éste agarrarse y apoyarse para no caer, más
que para alumbrarle el camino.
Ojalá
se equivoquen nuestros competentes expertos, y es posible que ellos, en el
fondo, también lo deseen.
Por
el bien de todos los venezolanos, si salimos no tan golpeados de esta, empezaré
a creer en milagros.
Emilio
Nouel
@ENouelV
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