Claudio de Castro 09 de mayo de 2020
@Desdemife
Hoy he pasado inquieto la mayor parte del día. Tenemos más de un mes sin salir, encerrados en
casa, con una cuarentena obligatoria. Sé de muchos que la están pasando muy
mal, se les acaban los recursos, el encierro los ha afectado, pierden la paz
familiar.
He pensado también, en las necesidades que tenemos
nosotros como familia. Trato de reinventarme, y ver las posibilidades que tengo
para salir adelante, no permitir que esa irregular situación me sobrepase. Y de alguna manera he bajado el tiempo que
dedico a la oración.
Rezo menos y sufro más.
Vida, mi esposa, como me conoce, me ha visto inquieto
y todo el día me ha invitado a oír misa con ella. La eludo con un “Ya
voy, que estoy ocupado en el ordenador”. A las 5:00 p.m. me dio un
“ultimátum” usando una cita Bíblica, el salmo 127 que me desarmó y me rendí. Y
me he sonreído por esta ocurrencia suya. Me dijo:
“En vano te levantas tan temprano y te acuestas tan
tarde, y con tanto sudor comes tu pan: él lo da a sus amigos mientras duermen.”
Un pequeño silencio para que asimilara sus
palabras y continuó:
“Por tanto, de nada sirven tus afanes, lo que
inventes, hagas, trabajes, porque por tus fuerzas nada vas a conseguir. Debes
hacer tu esfuerzo y el resto dejarlo en manos de Dios que ayuda a los suyos.
Además, la misa te fortalece. Necesitas fuerzas para seguir”.
Y aquí estoy, vestido con mis mejores galas, acompañando
a Vida a la misa por Internet, en la sala de la casa.
Escuchamos la misa en un canal de YouTube, que me
gustaría recomendarte. “LA
SANTA MISA DIARIA”.
Terminó la misa y la verdad, me siento mucho mejor,
más agradecido, comprendiendo que sin Dios nada puedo, que a
Él se lo debo todo y que mi orgullo, mi gran orgullo, de nada me sirve ni este
mundo ni en el otro y que se constituye de alguna forma en un obstáculo para mi
salvación eterna.
Somos cuerpo y alma, esto es algo que debes tener
claro y así como alimentas tu cuerpo y tu intelecto, debes velar por el
bienestar de tu alma eterna.
No cometas mi error de rezar menos, rezar poco o
abandonar la maravillosa vida en la presencia de Dios, que es extraordinaria.
De premio, por acompañarla a Misa, Vida me prepara un
aromático y delicioso café, que me encanta, de
las tierras altas panameñas, acompañado por unos panecillos calientes y
mermelada fresca. Es un tiempo que nos regalamos como esposos para estar juntos
y compartir.
La misa es la oración perfecta, procura en lo posible
participar con devoción en la misa diaria.
Reservar un pequeño espacio al día para adorar a Dios
hace la gran diferencia. Haz la
prueba y verás la diferencia en tu vida.
¡Dios te bendiga!
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