Emili J. Blasco 13 de mayo de 2020
@ejBlasco
Repsol entrega al régimen producto refinado en
compensación del petróleo que se lleva
Irán será incapaz de resolver el gran problema de
abastecimiento de gasolina que padece Venezuela. Si no lo consiguió
Rusia, con una mayor experiencia en el sector petrolero venezolano,
menos lo lograrán los operarios iraníes, en parte vinculados a la Guardia
Revolucionaria, a pesar de la tradición de refinado desarrollada en su país.
Que las refinerías venezolanas no pueden reactivarse como un negocio explica
que Rosneft se haya ido del todo, y también que Irán en realidad esté buscando
la compensación en toneladas de oro.
Las dificultades de producción de combustible en
Venezuela se ven aliviadas, no obstante, por la continuidad de las actividades
en el país de la estadounidense Chevron y de la española Repsol,
que pagan al régimen con reservas monetarias internacionales y con producto
refinado, respectivamente. Mientras sigan esas operaciones, Washington no podrá
decir que ha cerrado completamente el cerco sobre Nicolás Maduro.
Los iraníes y El Aissami
El cese de actividad a finales de enero en las dos
últimas refinerías operativas de Venezuela, Amuay y Cardón, ambas pertenecientes
al Complejo de Refinación Paraguaná, en su día el segundo de mayor
capacidad refinadora del mundo, puso en jaque el suministro de gasolina para
uso interno del país. Ya con largas colas (desde antes se encontraban fuera de
servicio el resto de las refinerías venezolanas: El Palito, Puerto la Cruz,
Bajo Grande y San Roque), las estaciones de servicio se vieron aún más
sometidas a la presión popular.
Hasta el mismo mes de enero trabajadores rusos habían
estado en Amuay intentando reactivar secciones de la refinería y mantenerla en
funcionamiento. Pero cuando Rosneft, que llegaba a comercializar el 80% del
petróleo venezolano vendido al exterior, decidió abandonar el país debido
a las sanciones anunciadas por Estados Unidos contra sus
comercializadoras Rosneft Trading y TNK Trading International (la compañía rusa
pasó a usar la segunda cuando inicialmente fue sancionada la primera), ni
siquiera quiso quedarse en la operación de refinación para el consumo interno
venezolano, porque es tal la inversión que hay que realizar que constituye un
negocio ruinoso.
Tampoco los iraníes han llegado para rentabilizar
económicamente la puesta en marcha parcial de alguna refinería, sino que todo
indica que se están cobrando el favor por otro lado, probablemente con
toneladas de oro, tal como indican diversas informaciones que implican en esa
triangulación a la Guardia Revolucionaria iraní y los movimientos de aviones de
la compañía aérea Mahan Air.
El reciente nombramiento de Tareck el Aissami como ministro de Petróleo (sin
compatibiliza el puesto, contra lo que es habitual, con el de presidente de
Pdvsa, para que esta no se vea vetada internacionalmente dados los serios
cargos que existen contra él en EE.UU.), entraría en ese esquema de trato
oculto con Teherán. El Aissami ha sido señalado como la principal
conexión que el Gobierno venezolano tiene con Irán y sus «proxis»
(especialmente el grupo Hezbolá).
Misión imposible
Pero la actuación iraní no resolverá el problema de
suministro de gasolina. «Podrán arrancar la actividad en Paraguaná y producir
algo de gasolina, pero se les volverá a caer; el proceso incluye muchos
elementos de precisión, especialmente sensibles, y las instalaciones no
cuentan con la tecnología necesaria», según advierte Antonio de la Cruz,
director ejecutivo de la consultora Interamericana Trends.
Este experto petrolero advierte, además, que aunque se
reactive momentáneamente alguna refinería en esa parte del país, la extracción
de petróleo de Pdvsa en los campos del estado Zulia ha caído tanto que habría
que llevar allí crudo sacado de otras regiones, lo que añade un serio problema
de logística. A eso se agregan otros dos problemas: la crisis de suministro
eléctrico, necesario para la actividad de refinación, es precisamente mayor en
el occidente venezolano, y además habría que trasladar buques cisterna para
aportar el agua requerida para el enfriamiento de los procesos, pues las
conducciones históricas están estropeadas.
«Todo esto no lo van a poder resolver
convenientemente. El régimen vive de crear expectativas, sin resolver nunca
ningún problema de forma permanente», asegura.
Repsol y Chevron
De la Cruz sostiene que Repsol está llevando a
Venezuela producto refinado, saltándose peligrosamente las sanciones de EE.UU.
Hasta ahora la energética española ha venido justificando la continuidad de sus
operaciones de extracción de petróleo en el país caribeño en que debe
cobrarse la deuda mantenida por este, pero sus volúmenes de
exportación desde Venezuela son mayores a la propia deuda, según advierte De la
Cruz, quien especifica que Repsol llevó a España 32.624 barriles diarios en
enero, 43.275 en febrero y 33.577 en abril. Afirma que parte de ese crudo
vuelve luego refinado a Venezuela.
Aunque EE.UU. puede actuar en cualquier momento contra
Repsol, la excepción que Washington ha aprobado para Chevron puede otorgarle
cierta permisibilidad. La compañía estadounidense, que goza de un enorme poder
de lobby, ha logrado licencia para seguir su actividad en Venezuela
hasta el 1 de diciembre sin aumento de producción, que es de unos
220.000 barriles diarios. Chevron no entrega luego producto refinado, sino que
paga con divisas, especialmente útiles para el régimen.
¿Por qué Donald Trump no cierra del todo el grifo, si
dice querer ahogar financieramente a Maduro? Luchar contra los intereses
petroleros requiere una presión constante, y en estos momentos Trump tiene el
foco en el problema del coronavirus.
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