LUIS UGALDE S.J. 08 de abril de 2022
El
sacerdote jesuita y exrector de la UCAB plantea la urgencia de conseguir
fuentes de financiamiento distintas al Estado, para garantizar el renacer de
las instituciones públicas de educación superior
El profesor Víctor Márquez, presidente de la APUCV, hace un par de meses acusó “al régimen de estar llevando a cabo una política de exterminio del sector universitario que es necesario detener para el bien de la República”. Comparto plenamente esta preocupación. La universidad venezolana, sobre todo la financiada por el Estado, fue durante medio siglo la principal escalera de ascenso social, saliendo de la pobreza hacia un país en vertiginoso proceso de urbanización y de modernización.
En
estos días se prenden algunas alarmas universitarias con el anuncio de una
nueva ley de educación universitaria, sin la debida discusión ni consulta
previa, para implantar una universidad sometida al gobierno autoritario. Un
gobierno totalitario, como el de Cuba, impone una universidad con autoridades
nombradas a dedo, muy al contrario de la autonomía declarada en el
artículo 109 de nuestra Constitución. Ahora con el Estado
arruinado y cargado con una inmensa deuda impagable, la universidad autónoma
apenas puede abrir sus puertas, lo que es una gran tragedia nacional que corona
la ruina de todo el sistema educativo. No es posible la necesaria
reconstrucción del país con la educación en escombros.
UNIVERSIDAD
ASEDIADA
Hace
ya 9 años (27-7-2013) -en un artículo con este título- denunciábamos el cerco
gubernamental contra la Universidad, cuyo objetivo era “la sustitución de la
actual universidad autónoma por otra sometida a la imposición del
Gobierno-Estado-Partido”. Señalábamos que “la estrategia tiene principalmente
dos piezas, el cerco presupuestario y el bloqueo al procedimiento de elección
democrática autónoma de las autoridades y representantes”.
NECESARIA
E IMPOSIBLE AUTONOMÍA
La
debacle hiperinflacionaria y la reducción de los presupuestos universitarios, a
menos de 10% requerido, han impuesto sueldos de hambre y llevado a las
universidades al cierre o a una dolorosa agonía. Pero esto no se resuelve
pidiendo que el Estado vuelva a financiar más de 90% del presupuesto de
universidades como la UCV, la USB, por ejemplo. Hoy y mañana -queramos
o no- la autonomía no será posible si depende del Estado endeudado, arruinado y
radicalmente reducido a la cuarta parte de lo que era. Las universidades
necesitan autonomía también en el financiamiento. Esperar que el gobierno
responda al 90% de las necesidades financieras de las universidades es hacer
inviable la autonomía: con este régimen porque ni quiere ni puede, y con otro
gobierno democrático, porque no podrá aunque quiera…
UNIVERSIDAD
AUTÓNOMA DE FINANCIAMIENTO MIXTO
Ya sé
que para muchos es una herejía lo que voy a proponer, pero no tendremos
una universidad pública y autónoma renacida, si no sumamos también
financiamiento no estatal.
Hace
unos años era inaceptable y escandaloso que 46% de todo el presupuesto
educativo nacional se lo llevara la universidad para hacer íntegramente
“gratuita” la casa de estudios superior, quitando a millones de niños su
escuela de calidad. Hoy el gran reto educativo es garantizar el
financiamiento público para que todos los niños y jóvenes estén educándose
desde el maternal “hasta el pregrado universitario” (Constitución. Art. 103).
Con la misma firmeza, esta sociedad y su Estado deben asegurar que ningún
joven con talento, voluntad y esfuerzo propio quede excluido de la universidad
por falta de recursos familiares para financiarla.
Para
eso es necesario enfrentar el renacer de la Universidad con
financiamiento mixto: de los beneficiarios directos (el estudiante y su
familia), del Estado, de las empresas productivas públicas y privadas y de los
ingresos producidos por la propia universidad con investigaciones y
servicios. Por ejemplo: 50% el Estado, 20% la facturación de servicios
y 30% pago de los beneficiarios, inmediato o diferido con un amplio sistema
público (parcialmente subsidiado) de crédito educativo al que el graduado
contribuye con una moderada parte de su sueldo.
Es
fácil poner el grito en el cielo ante esta herejía de cobrar parte de los
estudios universitarios, pero lo contrario es seguir soñando con el
financiamiento íntegro por un estado de abundante renta petrolera que se
acabó y dejar la universidad en ruinas.
En el
mundo (y también en las Américas) desde hace años está subiendo la inversión no
estatal en la educación universitaria, porque resulta rentable para los que se
van a graduar y sus familias y para toda la sociedad. También en
Venezuela. Es poco conocido y menos reflexionado el siguiente hecho: En
2004 había 1.123.063 estudiantes universitarios en carreras largas y cortas.
624.341 en universidades financiadas por el Estado y 508.722 en
autofinanciadas. Ese año, por primera vez en la historia de Venezuela,
los egresados de las autofinanciadas (privadas) fueron 53.056, superando
a los 48.228 egresados de estudios íntegramente pagados por el
Estado. Esta realidad será mucho más exitosa y sólida con una
financiamiento mixto, sincerado y trasparente, de la educación superior, con
sólidos criterios de equidad, prioridades y de contribución diferenciada. Muy
triste sería que la Universidad quedara reducida a la pobreza impotente, a la
lamentación y a la denuncia de algo que no puede cambiar.
Autonomía
sí, pero integral y con un Estado democrático instrumento de sociedad plural.
LUIS
UGALDE S.J.
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