Por Mario
Villegas, 26/08/2012
Columna de Puño
y Letra
Si por curiosidad va usted a
una manifestación en apoyo a Henrique Capriles Radonski se percatará de la
enorme cantidad de hombres y mujeres de los sectores populares que desbordan de
entusiasmo en respaldo al candidato de la oposición.
Las marchas de Capriles, y
es esto lo que más preocupa al gobierno, no son un grupete de ricachones y
sifrinos que van de safari en busca de votos a las barriadas y caseríos pobres
sino un auténtico arcoíris social en el que destacan por su cuantía modestos
trabajadores, campesinos, amas de casa, estudiantes, pequeños y medianos
productores, profesionales, trabajadores informales, pequeños propietarios y
sobre todo muchos jóvenes condenados al desempleo y la pobreza.
De esto hablábamos mi
hermano Vladimir y yo durante el recorrido del abanderado de la Unidad por la
parroquia Santa Rosalía, en Caracas, al constatar la masiva incorporación de
humildes habitantes de nuestros barrios. Ciertamente, la composición social de
las fuerzas del cambio democrático dista mucho de la imagen oligárquica que el
gobierno ha pretendido construirles.
Si Capriles resulta
victorioso -y de eso estoy convencido-, el nuevo Presidente y su administración
estarán obligados a cumplir sus promesas y a no defraudar las esperanzas populares.
Ese gobierno tiene que ser
instrumento para la reafirmación y defensa de la soberanía nacional, el cabal
aprovechamiento de nuestras riquezas naturales, el pulcro manejo de los
recursos públicos, el estímulo a la inversión y la producción privada y, especialmente,
para la definitiva redención de las clases populares mediante políticas que le
garanticen empleo estable y bien remunerado, seguridad social integral,
educación de calidad y auténticas condiciones para el progreso y el bienestar
de las familias.
Dice el oficialismo que en
la oposición hay un plan para desnacionalizar la industria petrolera, desmontar
las misiones sociales y robarse los dineros públicos. Nada más falso. Que se
bajen de esa nube, sean chavistas o no chavistas, quienes piensan que el 7 de
octubre será para cambiar a los ineptos, a los mercaderes y a los corruptos de
Hugo Chávez por los ineptos, mercaderes y corruptos que quieran agazaparse
detrás de Capriles. Que se bajen de esa nube quienes piensan que la derrota de
Chávez tiene como propósito entregarle el país a los grupos económicos
nacionales o extranjeros, privatizar Petróleos de Venezuela y liquidar los
programas o beneficios sociales que hayan podido favorecer a sectores sociales
vulnerables.
Bájense de esa nube porque
semejante barbaridad no sólo no está en la brújula de sectores patrióticos y
progresistas que también hacen vida en la Unidad Democrática y no están
dispuestos a propiciar o hacerse cómplices de tal desatino, sino que tampoco
sería soportado pasivamente por ese pueblo que ha salido a las calles a
acompañar a Capriles y está listo a derrotar a Chávez pero no está dispuesto a
tolerar un nuevo engaño y una nueva frustración.
BREVES
- El conocido coronel Pedro Soto y otros 19 oficiales retirados impugnarán ante el Tribunal Supremo de Justicia la candidatura a la reelección del presidente Hugo Chávez Frías. Su alegato descansa en que siendo militar activo, producto de un grado militar que el Jefe del Estado se creó por ley, no puede ser candidato. Es previsible que en el TSJ este recurso no va a prosperar.
- Más de un año después de que la emergencia llevó al gobierno a alojar en hoteles privados a miles de refugiados, ninguna autoridad pública ha asumido y mucho menos concretado el pago que corresponde por el alquiler de las habitaciones. Entre tanto, la mayoría de estos refugiados siguen sin ser reubicados en viviendas y los dueños de muchos modestos hoteles padeciendo la confiscación de sus instalaciones.
- El Juicio Laboral al Gobierno, efectuado en Caracas por el Frente Autónomo por la Defensa del Empleo, el Salario y el Sindicato (FADESS), en el que participaron líderes sindicales de todo el país, declaró la culpabilidad del presidente de la República y de su administración en la sistemática violación a derechos constitucionales y a la legislación laboral. La gran mayoría de quienes hicieron uso de la palabra respetó el carácter sindical del evento, pero no faltaron los consabidos fanáticos que dieron rienda suelta a sus impulsos electoreros.
Publicado en la Edición Impresa del Diario 2001
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