Por Aixa Armas, Sábado 11 de agosto de 2012
El reto es potenciar a las mujeres para el ejercicio del liderazgo y la participación cívica con miras a incrementar su acceso a los niveles donde se toman las decisiones políticas, económicas y sociales, para impulsar el desarrollo, progreso, bienestar, independencia económica de las comunidades, focalizando su acción en aquellos que conforman los estratos de la jurisdicción local
Es innegable la condición luchadora de la mujer en Latinoamérica; ya sea a favor de sus Derechos consagrados por hacerlos cumplir, o como por aquellos que todavía son necesarios incluir para garantizar mejores condiciones de vida.
Sin dejar a un
lado el aporte didáctico de las mujeres dedicadas al oficio de la política es
menester hacer hincapié en las nuevas actoras que aparecen en el panorama
político hemisférico, mujeres de la sociedad civil, mujeres de a pié, las
cuales han entendido que su participación en la faena ciudadana es vital para
la construcción de un nuevo modelo democrático en que las relaciones sociales,
políticas y económicas, profundicen en el tema de la gobernabilidad, la
governance y la ciudadanía. Esta aparición al mundo de lo público no es
sencillo amerita un aprendizaje, una dedicación con unicidad, pues la vida en democracia es un trabajo en
conjunto, construcción de iniciativa por adhesión y no por separación, en la
cuales las herramientas para vivir en democracia están por aprenderse[1]. Para este adiestramiento Hay un Camino.
Con la
sacudida trascendental de la democracia de países como Venezuela, Nicaragua,
Ecuador, Bolivia, el resurgir de la mujer a participar activamente en toda
acción donde se reivindiquen demandas ha sido viral, ellas han entendido que si
deja solo a otros construir su futuro se queda sin futuro y sin presente, por
eso es necesario tomar esa iniciativa con mucha responsabilidad para
convertirla en el capital social indispensable para activar el desarrollo
y el crecimiento.
Estructurar
esta concurrencia cívica, enfocando las realidades desde una perspectiva global
de cooperación mutua, con un nuevo pensamiento que nos lleve a entender que
somos un sistema y por lo cual estamos interconectados, ensamblar esta
corriente es un trabajo arduo. La complejidad de esta nueva etapa induce a
estudiar destrezas para canalizar, formar y orientar esta recién estrenada
masiva participación de una ciudadana activa, mujeres políticamente activa
desde lo inmediato, desde la comunidad. Esta expresión de las mujeres de la sociedad
civil es muy compleja, porque es una línea muy sutil la que divide este proceso
de participación ciudadana y la anarquía civil. Y en este punto se hace
imprescindible la aparición de un liderazgo político orientador de este impulso
natural de la ciudadanía femenina, es decir que es imprescindible canalizar los
impulsos activistas para convertirlos en concisas fuerzas políticas y no solo
en barullos momentáneos.
El reto es
potenciar a las mujeres para el ejercicio del liderazgo y la participación
cívica con miras a incrementar su acceso a los niveles donde se toman las
decisiones políticas, económicas y sociales, para impulsar el desarrollo,
progreso, bienestar, independencia económica de las comunidades, focalizando su
acción en aquellos que conforman los estratos de la jurisdicción local, dándole
una visión femenina al desarrollo, una visión femenina al progreso, reafirmando
con ello la percepción de que la mujer, en todos los países, es la que vive
con más calor, más ímpetu y más fuerza las necesidades de los pueblos; ella,
como cabeza del hogar, es la que asume la responsabilidad en las malas
situaciones, la que se las arregla para ver cómo se mantiene una casa con pocos
recursos…y aun así, con toda esa carga moral, afectiva, económica, insegura de
la situación actual de la mujer venezolana, todavía tiene guáramo para salir a
dar la cara por la libertad y por la democracia…[2]
Es también
indiscutible el papel de las instituciones en esta demanda de la participación
ciudadana femenina y la construcción de ese nuevo liderazgo político. Es la
institucionalidad definida como ente abstracto, sistemas de normas,
reglas de juego que pautan las expectativa y los comportamientos de los
individuos y de las organizaciones, las que garantiza el marco legal y
legítima las procesos que se llevan a cabo en la ciudadanía, los cuales no
se crean ni se cambian por decreto, forman parte de la sociedad, son creadas
por el propio proceso social en el cual podemos y debemos influir, pero que no
podemos manejar instrumentalmente como hacemos con las organizaciones.[3] Por ello, se hace indispensable el transitar
hacia un sistema que logré municipalizar
la participación ciudadana, acercando a esta ciudadana al gobierno municipal,
para institucionalizar los espacios de cooperación, Consejos Federal, Estadal y
Local, para la interacción entre los poderes públicos y de estos con la
sociedad organizada. [4]
Pensar en un
avance participativo y protagónico, sin canales constitucionales e
institucionales, es inviable. No solo porque el marco jurídico regula la
intermediación, sino porque a través de estos mecanismo es que se logra casar
la democracia participativa con la democracia representativa. Es decir que
dirigentes y dirigidas asuman cada cual su responsabilidad o gobernabilidad,
unidas por el nexo legal que determinan las reglas democráticas.
[1] París Ana Carolina
(2003) “Para vivir en democracia necesitamos formar demócratas”.
Editorial Venezuela Positivo. Caracas, Venezuela.
[2] Guzmán Ma. Bello de (2003) “Mujer,
Presente y Futuro”. FUNDEMUL, Caracas, Venezuela
[3] Prats Joan (2003) Gobernabilidad,
fortalecimiento institucional y capital social”. Artículo publicado por IIG de
Cataluña, España
[4] la Descentralización es Progreso. Carmelo Ecarri
Publicado en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico