Por Padre Luis Ugalde, 12/08/2012
Necesitamos
un gran ejército de 500.000 buenos educadores, formados, convencidos, dedicados
y actualizados para alcanzar la prosecución escolar y la calidad establecidas
en la Constitución; necesario para tener personas realizadas en país exitoso.
Estamos
muy lejos de lograrlo y sin buenos educadores no puede haber buena educación.
Estamos
mal, pero vamos para peor: alarma ver que en los buenos colegios de hijos de
profesionales, de cada 150 bachilleres graduandos sólo 1 o 2 escogen la carrera
de educación. ¡Dramático! Venezuela no tiene los educadores que necesita, ni
los va a tener, si no hay un cambio drástico.
En
el pasado la "fiebre del oro" con el hallazgo de nuevas vetas de
mineral producía avalanchas masivas de trabajadores en busca de fortuna para
saltar de la pobreza a la riqueza. Hoy nuestro oro es la buena educación para
todos. No hay ninguna razón que justifique el actual desastre venezolano en
cuanto a la calidad educativa, especialmente en los más pobres.
El
nuevo gobierno, con el respaldo de la sociedad entera, tiene que tomar
decisiones drásticas para generar buenos educadores y crear una inmensa
corriente de jóvenes motivados para ser educadores. Proponemos cuatro o cinco
políticas complementarias promotoras de educadores: 1-Generar y estimular la
opción de decenas de miles de jóvenes de buen talento que cada año escogen la
carrera de educación, porque les gusta formar a otros, aprecian el valor
estratégico de la educación para transformar el país y las personas, es bien
remunerada y ofrece una buena carrera ascendente.
2-Transformar
a los educadores en ejercicio con oportunidades para su actualización,
motivación exigente, reconocimientos y estímulos para su formación permanente.
3-En
la formación universitaria de educadores promover carreras inicialmente más
cortas con pronta salida al trabajo, pero abiertas a un horizonte de formación
continua, evaluación de rendimiento, gratificación creciente y mejoramiento
permanente.
Con
una formación universitaria más práctica, menos libresca y más cercana a las
escuelas más pobres desde el primer año, para que se enamoren de los niños y
del trabajo en aula y se entusiasmen con el reto.
Con
un gobierno decidido que sin ambigüedades convoca a empresas, fundaciones,
educadores, padres y sociedad entera a movilizarse, dentro de cinco años
estaremos ascendiendo por este
camino.
Hoy
la realidad de los educadores es trágica en todos los niveles. Las
universidades no pueden retener a los mejores talentos, pues un docente gana
menos de la mitad de hace 30 años; el instructor, después de larga formación,
gana 620 bolívares por encima del salario mínimo de 2.047,52 bolívares (desde
septiembre). En los otros niveles los educadores están muy cerca de ese
salario, la mitad de lo que deberían ganar. Sobre esta base no tendremos
educadores.
El
Gobierno acaba de imponer tarde y mal a los colegios privados la obligación de
no aumentar las mensualidades (en consecuencia el salario de sus profesores),
más del 10%; es decir: menos de la mitad de la inflación. Esa disminución real
obliga a los maestros a subsidiar con sus rebajas a las familias, que en los
sectores medios tienen más nivel económico que ellos.
El
Gobierno lo hace cada año para estrangular la educación privada y llevarnos al
paraíso cubano en el que sólo puede educar el gobierno-partido; y ahora además
por demagogia electoral de represar artificialmente la funesta inflación.
4-Cuanto
antes se debe establecer un sistema público de jubilaciones para todos los
educadores en centros oficiales y privados que evite el retiro prematuro y
asegure un nivel de vida digno.
5-En educación se juega en
equipo.
Cada
centro educativo tiene que tener sus equipos estables y su buen director que,
junto con las madres, padres y educandos, se proponen metas concretas de
superación anual en las habilidades y conocimientos básicos de razonamiento
matemático, de lectura, escritura, lenguaje informático..., formación solidaria
ciudadana y vivencia de valores humanos. Nada de esto ocurrirá si el nuevo
gobierno en contraste con el actual no crea una fiebre educativa para poner
inspiración y recursos financieros, no en comprar aviones de guerra, misiles
tanques y fusiles, sino en impulsar cientos de miles de buenos educadores.
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