El gobierno norteamericano y
legisladores de ese país volvieron a mostrar esta semana su preocupación por el
mal clima de negocios en la Argentina. Dicen que cerramos las fronteras, no
pagamos las deudas y somos poco confiables. Tengo un mensaje para la Casa
Blanca y el Capitolio. Tranquilos. Ahora todo va a cambiar: ¡acabamos de asociar a Chávez al Mercosur!
Estoy convencido de que suspirarán
aliviados. El comandante Hugo es sinónimo de seguridad jurídica, y si bien ha
expropiado miles de empresas, propiedades y medios de comunicación
independientes, lo ha hecho de frente y hasta suele pagar las indemnizaciones
(ésa es la parte del socialismo bolivariano que a Cristina no le gusta).
También los argentinos estamos
felices. Ahora, por fin, avanzará el gran gasoducto anunciado durante la
presidencia de Néstor, que unirá Caracas con Buenos Aires. Las obras están un
tanto demoradas: digamos, todavía no empezaron. Pero cuando empiecen, atájense.
Irán a la velocidad del Banco del Sur, anunciado en 2007 y pensado como un Fondo
Monetario Sudamericano. Es una idea buenísima, espectacular. Básicamente por
ahora es sólo eso: una idea. Ya tomará cuerpo y pondrá de rodillas al otro
Fondo Monetario y al Banco Mundial, aunque para los argentinos, y especialmente
para el kirchnerismo, suponga un gran sacrificio: vamos a proponer que lo
presidan Boudou y Vandenbroele, dos emprendedores que seguramente en algún
momento se van a conocer.
A mí se me hace agua la boca pensar en
el impulso que ganarán otras iniciativas que venimos anunciando desde hace
años. ¿Se acuerdan de la moneda común regional, el sucre? De todos los
proyectos es el más avanzado, con el único matiz de que por ahora esa moneda
común es el dólar. Pienso que si queremos que esto se termine de concretar, la
persona indicada para manejarlo es -otra vez- Boudou. Le decís que hay que
crear una nueva moneda y el tipo te resuelve todo.
¿Y el Tren del Sur? Lo anunciamos con
bombos y platillos el 20 de agosto de 2008 en la estación ferroviaria La
Rinconada, de Caracas. Qué maravilla: un tren que iba a unir esa capital con
Buenos Aires. "Es una utopía realizable", se animó la entonces
embajadora argentina en Venezuela, Alicia Castro. Las obras empezaron y
terminaron ese día. Parece que la gente prefería otro tipo de turismo de aventura.
Pero ahora que Schiavi está sin laburo podríamos encargarle que lo retome. En
todo caso, con la sugerencia de que el tren llegue a Retiro, más que a Once.
¿Y las 600 estaciones de servicio que
iban a instalar aquí Enarsa y Pdvsa? Sólo se hicieron dos y creo que ya
desaparecieron. Otra vez: la idea era excelente. Quizá el problema fue que la
financiación era del Banco del Sur, el gas iba a venir por el gran gasoducto y
los materiales los tenía que traer el tren de la utopía.
Enarsa y Pdvsa tampoco construyeron
una represa, como habían prometido, y nunca se concretó el proyecto de crear
compañías mixtas para la potenciación del gas natural vehicular. Está muy bien.
Si se hace todo de golpe los pueblos se acostumbran mal.
La incorporación de Chávez al Mercosur garantiza otras cosas.
Los aviones que vengan de Venezuela con dólares para la campaña de la señora ya
no van a tener que pasar por incómodos controles aduaneros. El tráfico aéreo
será mucho más fluido. Por ejemplo, si el equipo de Boca esta semana tardó
cuatro días para volver de Caracas, en el futuro probablemente no serán más de
dos o tres días.
Otra ventaja: hace unos años Chávez
nos prestó 1000 millones de dólares a una tasa del 14%, considerada abusiva.
Por ejemplo, es muchísimo mayor a la que te cobra el FMI. Se armó tal escándalo
que no le volvimos a pedir un dólar. Fue el último tipo que nos tiró unos
mangos y lo tratamos de usurero. Ahora que es nuestro socio (y que el mundo
sigue sin prestarnos nada), deberíamos disculparnos y volver a financiarnos con
él. Un trato equitativo: nosotros decimos cuánto queremos y él dice a qué tasa.
Confiemos. No creo que pase del 20 por ciento.
Por otra parte, ya lo dijo la señora:
ahora el Mercosur es la quinta economía del mundo. No importa que vivamos a las
trompadas comerciales con Brasil, que Uruguay nos acuse de coimeros por un
trabajito de dragado en el Río de la Plata y que hayamos promovido la suspensión
de Paraguay para poder hacer entrar por la ventana a Venezuela. No importa si
en Brasil desde el próximo año se van a poder comprar dólares hasta en las
gomerías, y que nosotros aquí queramos hacer de goma a los que compran dólares.
Lo importante es que nos queremos. A mí, la foto de Cristina, Dilma, Hugo y el
Pepe juntando sus manitos en Brasilia me pareció re cariñosa. Que se peleen los
empresarios, se recelen los pueblos y se maten los gobiernos: los presidentes
comerán perdices.
Bienvenidos, pues, comandante Hugo
Chávez y República Bolivariana de Venezuela. Bienvenidos el gasoducto, el
banco, el tren, el sucre, las estaciones de servicio y la refinería.
Bienvenidos Antonini Wilson, los aviones cargados de dólares y los negocios
transparentes en el Caribe socialista. Y bienvenido, sobre todo, un Mercosur
más democrático y respetuoso de los derechos humanos, en el que los asesinos y
violadores de nuestras cárceles podrán resarcirse haciendo campaña por Hugo en
Caracas..
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