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lunes, 27 de agosto de 2012

Homicidio negligente



Por Christian Burgazzi, 27/08/2012

Nuestro país está siendo asesinado de manera sistemática. No sólo en sentido figurado por la destrucción de nuestras instituciones, de nuestras empresas públicas y privadas, por la incautación de nuestras libertades y la degradación de nuestras raíces éticas, de nuestro espíritu, sino también por la masacre de venezolanos que presenciamos cada día, enmudecidos por el asombro que ya no nos sorprende. En el mundo es noticia la muerte de una persona y el abatimiento de su asesino en las calles de New Yok; aquí el número de fallecidos violentamente ya no cabe en las noticias, a menos que sean muertes masivas, como las recientes y muy lamentables de Yare y Amuay. ¡Qué triste dolor nos acongoja! Una profunda desazón nos estremece. ¿Cómo pudimos llegar a tamaña destrucción de nuestra patria?
Los responsables directos no se dan por aludidos, el tirano rojo y su pandilla sólo se atribuyen los logros más inverosímiles, como el aumento de los precios del petróleo, del que se atreven a vanagloriarse haciendo el ridículo planetario, pero no asumen la responsabilidad de ninguno de los innumerables y graves problemas de nuestra adolorida tierra, de nuestra desconsolada gente; siempre hay un culpable externo, una lista infantil y risible de excusas que en realidad los acusan, desde el manido imperio hasta las iguanas y los zamuros o el saboteo jamás demostrado.
Si los dueños de Amuay fuesen empresarios privados, ya estarían presos por orden directa del déspota. Estamos en mano de una banda de irresponsable que se la dan de víctimas, cuando son victimarios ineptos y corruptos, que han sacado a flote la peor mediocridad de nuestra historia. Los responsables de este desastre no son sólo los malandros rojos comandados por un líder que de no haber sido indultado, hoy sería el pran mayor de la cárcel de Yare, también son responsables aquellos venezolanos que lo eligieron y lo continúan apoyando. No hay excusa para haber votado por semejante paracaidista, quien desde el principio con el fallido golpe de estado no ocultó su odio y resentida sed de venganza y muerte, que ha venido saciando con cruel voracidad y saña.
¡Aquellos vientos trajeron estas tempestades! ¿Cómo es posible que algunos intelectuales, políticos, dueños de medios, influyentes personalidades y muchos otros insensatos, sostuvieran y apoyaran a este megalómano y que algunos todavía tengan la desvergüenza de respaldarlo? Más allá de la rectificación y de la necesaria reconciliación, el país no puede dejar de analizar y entender cómo pudimos caer tan bajo, a riesgo de repetir los graves errores que nos trajeron a esta nación enferma cuasiterminal que hoy somos, y volver a entregarnos en manos de embaucadores ávidos de poder y dinero como estos.
Lo que este régimen ha hecho con nuestra patria puede calificarse de homicidio culposo, negligente, con premeditación y alevosía; quienes lo apoyaron deben cargar sus culpas, y quienes aún tiene la osadía de sostenerlo o de voltear hacia otro lado para no ver el río de sangre que nos ahoga, asúmanse como cómplices.
El único camino que nos queda es resistir hasta el 7 de Octubre y demostrar que aprendimos nuestra lección de forma definitiva, dándole una bofetada electoral atronadora, que nos reivindique, que nos devuelva nuestro gentilicio. A estas altura de nuestra tragedia por esta negligencia criminal, no debe haber venezolanos que se consideren ciudadanos dignos y responsables, que se llamen a engaño o que vendan su alma al diablo por un puñado de monedas o un plato de lentejas y cuatro ladrillos; catorce años de destrucción, impunidad y dolor son demasiados para no haber aprendido nuestra lección y repetirla de memoria muchas veces como una letanía: No más “salvadores”, No más autócratas, No más incompetencia, No más sangre derramada. ¡No más!
Christian Burgazzi es colaborador de este Blog

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