Un perseguido político y sindical,
enjuiciado para sacarlo de la calle y sobre todo de la empresa Ferrominera,
pudo más que todo el poderío del Estado, que la presión ejercida contra los
trabajadores para que no lo reeligieran al frente del sindicato, pudo más que
una cúpula sindical roja rojita, envalentonada por el apoyo del patrono
"revolucionario".
El triunfo de Rubén González y de su
equipo en Ferrominera es sencillamente refrescante, porque implica la derrota
de un modelo sindical gobiernero, autoritario, tramposo, y a la vez
domesticado, supeditado bochornosamente a los designios del líder mesiánico que
nos gobierna.
Aunque
se trate de una elección local, el caso de Rubén González es clave. Es
imposible no recordar todo lo que en el pasado le hicieron a Andrés Velásquez
para que el movimiento Matancero y la Causa R no ganaran el sindicato Sutiss.
Trampas,
golpizas, maniobras de todo tipo que no pudieron detener la voluntad de la masa
obrera. Pues bien, todo el calvario que vivieron los matanceros en Guayana
empalidece frente a la persecución de la cual ha sido víctima el hoy reelecto
secretario general del Sindicato de Ferrominera. Apenas hace unos días, en
plena campaña para las elecciones en la empresa, le fue reabierto el juicio a
Rubén. Querían darles un mensaje a los trabajadores para que no votaran por él,
pero se produjo el efecto contrario. No nos extrañe que persista la idea de
llevarlo otra vez a la cárcel, por un nuevo "delito": derrotar al
modelo sindical del "socialismo del siglo XXI".
Los trabajadores de Guayana han dado
una lección que debe ser leída por todo el país.
Esa lección no es otra que la
necesidad de derrotar el miedo, el abuso, el chantaje político, la amenaza y la
prepotencia de quienes se creen ungidos por un ser superior para perpetuarse en
el poder. La masa obrera de Ferrominera les pasó factura a los sindicalistas
rojos rojitos que se prestaron para justificar la persecución contra Rubén
González, un líder salido de las filas del chavismo que no aceptó órdenes de arriba
para atentar contra los derechos de sus compañeros.
Y esto fue una
derrota no sólo para la plancha psuvista, sino también para la gerencia de
Ferrominera, para el gobernador Francisco Rangel, para la Central Socialista de
Trabajadores e incluso para el propio Gobierno. Todos participaron de esta
fracasada cayapa política.
Imagino que lo ocurrido en Ferrominera
encendió las alarmas en todo el sindicalismo psuvista, sobre todo en el sector
petrolero, donde los abusos de poder, el contubernio de la dirigencia de la
Federación Unificada de Trabajadores con la directiva de Pdvsa, salvo honrosas
excepciones como José Bodas, Iván Freites y el propio Orlando Chirinos, entre
otros, se tradujeron en un contrato colectivo "discutido" a espaldas
de los trabajadores, o más bien dictado, impuesto sin chistar por el ministro
Rafael Ramírez.
Ese modelo
sindical derrotado en Guayana es hijo legítimo del modelo político que se ha
instaurado en nuestro país, divorciado de la Constitución que nos dimos los
venezolanos en 1999. Y miren las similitudes. En ese modelo sindical sólo caben
los que creen en el "socialismo". No son reconocidos los dirigentes
sindicales elegidos por corrientes independientes o contrarias al Gobierno.
El Poder Judicial es utilizado para
sacar del juego a los dirigentes incómodos como Rubén González. No se acepta el
derecho a huelga ni se respeta la contratación colectiva.
Los trabajadores de Ferrominera
marcaron una pauta.
Señalaron
un camino. Cualquier parecido con lo que puede ocurrir en Venezuela el próximo
7 de octubre no es pura coincidencia.
Tomado de: http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/12415-el-gobierno-fue-repudiado-en-ferrominera-
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