Fabricio Ojeda 02-10-12
La justicia divina se encargará de pasar facturas
Las razones de
por qué mi voto será para @hcapriles: Esto lo tenía atragantado desde hace
tiempo, y lo más honesto y saludable, supongo, es decirlo. Que me disculpen los
que piensan distinto, amigos y parientes, y quienes opinan que por ser hijo de
quien soy, tengo “ajuro” que ser chavista.
¿Que los adecos
mataron a mi padre? Es cierto, pero eso ocurrió hace 46 años, en una convulsionada
etapa histórica en la que el gobierno apeló a la violación de los derechos
humanos como estrategia de “defensa” de una incipiente democracia que ellos
mismos pervirtieron. Fue un asesinato cometido por hombres específicos, con
nombres y apellidos, quienes fallecieron o ya son ancianos, cuyos hijos y
nietos no tienen por qué heredar la culpa de sus actos. Agradezco la iniciativa
de reabrir el caso, tomada por las actuales autoridades. Valoro ese gesto no
por resentimiento, odio ni deseos de venganza, sino porque puede servir para
rebatir la tesis oficial del suicidio y recuperar, si no su vida, al menos la
dignidad del sacrificio de mi padre. Yo, por mi parte, los perdono.
La justicia
divina se encargará de pasar facturas. Y si la justicia terrenal actúa y queda
aún alguien a quién sancionar, al menos moralmente, que se le castigue con
todas las garantías, pero los venezolanos debemos asumir el futuro. No podemos
pasar toda la vida enfrentándonos por lo que sucedió en los años 60. Si alguna
enseñanza nos debe quedar de estas últimas cinco décadas y media, es que ningún
país avanza si una mitad busca dominar a la otra, si cada quien anda por su
lado despotricando o persiguiendo al adversario, apostando sólo a intereses
particulares o colectivos sectarios.
La única manera
de progresar es trabajando todos, sin distinciones, egoísmos, mesías o
caudillos, sin imposiciones, dejando de lado los antagonismos políticos para
construir como hermanos una Venezuela mejor.
Respeto la
posición de cada quien, en especial de miembros de mi familia, y siempre
defenderé su derecho a expresarla y actuar según sus principios y creencias.
Para ellos, el cariño sigue siendo el mismo. Lo que aquí escribo es algo
individual que no tiene por qué involucrarlos. No se trata de un “salto de
talanquera”, pues jamás he creído conveniente que los militares, de derecha o izquierda,
gobiernen, entre otras cosas porque su visión y formación cuartelaria los
acostumbra a mandar u obedecer sin derecho a pataleo, y además, la historia
enseña que por lo general se quieren quedar toda la vida en el poder.
Nadie me
“calentó las orejas” (en este caso quedaría mejor decir “enfrió”) ni me pagó un
céntimo. Prefiero subsistir con mi modesto trabajo, pero mantener la conciencia
tranquila. Esto lo digo para adelantarme a las malas lenguas, y para quienes
ven en el insulto y la descalificación una forma válida de ataque (impulsada
por su máximo líder) contra quienes piensan diferente y tienen la osadía de
expresarlo. Dicho esto, ahí van las razones de por qué yo, Fabricio Ojeda Díaz,
votaré por Henrique Capriles y no por el teniente coronel Hugo Chávez:
En primer lugar,
porque deseo elegir a una persona cuyo estado de salud no genere la incertidumbre
de si podrá o no ocuparse de los asuntos concernientes al Estado. Alguien que
no tenga una concepción militarista del poder ni militarizada de la sociedad,
que no difunda un discurso de odio y confrontación, sino que por el contrario,
promueva, respete y defienda el derecho a pensar diferente, como esencia de la
democracia.
Quiero que se
acaben las divisiones y enfrentamientos entre viejos amigos, entre hermanos,
entre padres e hijos, entre parejas, entre venezolanos; que la violencia no
esté a la vuelta de la esquina, y que de nuestro vocabulario se eliminen las
palabras guerra, invasión y muerte.
Prefiero votar
por un hombre de las nuevas generaciones, nacido en 1972 (seis años después de
la muerte de mi padre), con ideas modernas, que no está contaminado con los
vicios del pasado ni comprometido con los abusos y desviaciones que se
cometieron durante la vieja democracia. Un hombre que en cada discurso llama a
la inclusión, a la paz, a la hermandad, a la seguridad, a la inversión en un
esquema de garantías jurídicas, a la unión de los sectores público y privado
para lograr el desarrollo del país, con empleo digno, sin expropiaciones
caprichosas, sin zozobra.
Un candidato que
utiliza un lenguaje de respeto, de reconocimiento al adversario, que ha prometido
mantener y mejorar programas sociales ya existentes y crear otros, dentro de un
clima de libertad de prensa y opinión, sin persecuciones, sin retaliación. Que
siempre llama a la reconciliación de los venezolanos y promete utilizar
nuestros recursos para solucionar los graves problemas que nos afectan, y no
para financiar proyectos utópicos ni gobiernos y dictaduras extranjeras.
Un joven
sencillo, sin poses, con un lenguaje claro, que ha dedicado su vida al estudio,
al trabajo y la lucha política, en lugar de disfrutar de los privilegios
inherentes al hecho casual de haber nacido -como Bolívar- en el seno de una
familia pudiente.
Un venezolano
que no se va a volver “loco con los reales” del tesoro público, pues ya lo ha
demostrado en los cargos públicos que ha ejercido por mandato popular, como
diputado, alcalde de Baruta y gobernador del estado Miranda.
En fin, un
hombre que tendrá la responsabilidad de dirigir a Venezuela dentro de un
esquema de no confrontación, de tolerancia y respeto hacia los ciudadanos, con
servicios públicos eficientes, educación, seguridad, generación de empleo, en
paz, pero con mano dura al delito y la corrupción. Eso es lo que necesitamos
luego de una etapa traumática de la historia democrática que los venezolanos
podemos concluir con los votos este 7 de octubre.
* Fabricio Ojeda
Díaz (Periodista/@fojediaz)?
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