Diego Bautista Urbaneja 07 de noviembre de 2014
Se ha implantado en el vocabulario
opositor la idea del “fracaso del modelo económico” de este gobierno. Más allá
de que la expresión resulte un poco un poco abstracta, y en ese sentido no
exprese cabalmente el calvario que es la vida cotidiana de los venezolanos, es
también cierto que describe, a su nivel, la realidad de las cosas. En efecto,
el modelo económico, la política económica, o como se la quiera más
sencillamente llamar, es un completo fracaso.
Modelo político
Pero ese fracaso remite a otro de mayor
nivel. Para ser consistentes con el vocabulario, lo llamaremos el fracaso del
modelo político. Porque en efecto, el modelo económico de este gobierno es un
reflejo y una consecuencia de su modelo político. La política económica es un
instrumento de los objetivos políticos que este régimen se ha trazado desde sus
comienzos, allá por los tiempos de Hugo Chávez. Tal objetivo era el de una
máxima concentración de poder en su persona, requisito a su vez de otro gran
objetivo, que era el de la perpetuación en tal poder. Ello requería el control
máximo de la economía, la reducción el mínimo posible de la actividad económica
o de cualquier otro tipo que estuviera fuera del control gubernamental. Y de
allí los controles, las expropiaciones, las restricciones, las amenazas, las
trabas… que vimos aparecer en todos los ámbitos, y en especial en el económico.
Todo ello se ha orientado a impedir el surgimiento de dinamismo, formas de riqueza,
formas de poder, que escaparan a la mirada vigilante y amenazante del Gobierno,
y de sus garras si decidía usarlas. Una sociedad y una economía sometida a esos
grados de control, a esa hostilidad al dinamismo y la autonomía, propias de las
diversas esferas de la vida social, y de nuevo en especial de la esfera
económica, están destinadas al estancamiento y al retroceso, es decir, al
fracaso.
El modelo político tiene otra
consecuencia que se derrama en el funcionamiento de la economía y de cualquier
otra actividad: la competencia técnica, la excelencia propia en la actividad de
que se trate, los criterios profesionales, tampoco han de escapar a los
objetivos del modelo. Lo importante no es que se sepa desempeñar el cargo o el
oficio, lo importante es que el funcionario esté engranado a los objetivos de
maximizar y perpetuar el poder de quienes están al frente del “modelo”.
Este “paquete” de modelos, el modelo
político descrito y su consiguiente modelo económico, fue heredado tal cual por
los sucesores de Chávez, que lo reciben ya en un estado muy avanzado de
maduración, y ya sabemos cuál es la etapa siguiente a la excesiva maduración.
¿Éxito?
Si fuéramos a evaluar el éxito de ese
modelo político, en cuanto a sus propios objetivos, tendríamos la “tentación”
de pensar que ha sido alto. Chávez concentró muchísimo poder y se perpetuó en
él hasta su muerte. Legó ese poder concentrado a sus sucesores, que intentan
perpetuarse en él, usándolo de la forma que estamos viendo. Pero aquí entra en
juego una contradicción central de todo este esquema: en sociedades donde no se
ha eliminado por completo el juego político democrático, si el modelo político
tiene como consecuencia un modelo económico destinado al fracaso, este fracaso
redundará en el fracaso del modelo político, por mucho que este parezca haber
logrado sus propios objetivos, e incluso aunque lo haya hecho por un tiempo
relativamente largo.
Esta es lo que estamos viendo en estos
tiempos. Lo visible es el hundimiento de la economía y es ello lo que afecta de
modo terrible nuestro modo de vivir. El hundimiento de la economía, acompañada
de la crisis de competencia técnica que como vimos el modelo político también
trae consigo, invade los otros terrenos y se refleja en la crisis de salud, en
la eléctrica y en casi cualquier otra que usted quiera pensar. El esquema
político que está en el origen de todo, queda un poco atrás en el escenario y
resulta poco visible.
Debate
No es necesariamente cosa de traer estas
conexiones al debate cotidiano. El transcurso del debate político ya dirá hasta
dónde es válido y eficaz el uso de este tipo de argumentaciones. Lo importante
es tener estas cosas lo más claras posible. Y tener en cuenta lo fundamental:
por mucho que quede en la penumbra, es el esquema político, lo que llamamos “el
régimen”, el que habrá de pagar por el fracaso del modelo económico que
prohijó. Ello ocurrirá cuando las oleadas de descontento social y popular que
tal fracaso ya está trayendo consigo, tengan la serenidad, la capacidad de
organizarse, y la tenacidad necesaria para constituir una amplia y sólida
mayoría democrática, de forma que una vez que se exprese y manifieste
constitucionalmente ni aun el más empecinado y arbitrario régimen pueda
continuar en el poder.
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