Por Pablo Perez, 01/10/2015
Venezuela es un país próspero en el cual los problemas de inseguridad
son mínimos, hay abundancia de alimentos, la calidad de vida está garantizada,
los sueldos son tan elevados que permiten ahorrar, hay plena libertad de
expresión y participación política, quien lo desee puede comprar los dólares o
euros que necesite, la justicia es imparcial y equitativa y hay transparencia
absoluta en la administración pública. Ah y como no podía faltar, no hay presos
políticos porque las diferencias ideológicas son respetadas. El verdadero
paraíso en la tierra.
Ese es el país que quiere ver el Gobierno y que hace todo el esfuerzo
propagandístico para que lo veamos la mayoría de los venezolanos. Ellos viven
dentro de una fantasía revolucionaria y pretenden que creamos que esa es la
Venezuela que ha construido este modelo. Lo único cierto de esa fantasía es que
los jerarcas del régimen sí viven ese país muy particular.
Distinto que los cabecillas del Gobierno, el pueblo venezolano vive en
medio de grandes penurias. No consigue alimentos a pesar que hacen largas colas
que les quitan buena parte de su tiempo. Sus salarios no son dignos de un ser
humano trabajador y honesto.
Viven presos en sus casas por la elevada inseguridad y encomiendan sus
hijos a Dios y a cuanto santo conocen para que los protejan. Cuando se les daña
un artefacto eléctrico, lo arruman porque es imposible pagar una reparación a
los precios de hoy. Y ni hablar de comprar cauchos o una batería, porque igual
deben hacer una larga cola y pedir el milagro que salgan en el sorteo que es el
mecanismo “oficial” para administrar la escasez.
Un país donde los hospitales están colapsados porque la infraestructura
se está cayendo y carecen de los insumos para atender los problemas de salud de
los venezolanos. Un país donde aspirar a comprar dólares o euros es casi un
delito que merece la mazmorra más oscura y mugrienta.
Un país dónde disentir del Gobierno es un crimen y salir a protestar
pacíficamente merece la condena más larga. Un país donde un grupito despalilló
más de $25 mil millones de dólares, según las cifras del ex ministro Jorge
Giordani, y ni siquiera los han investigado. Un país que prioriza el gasto
militar por encima del gasto en educación y salud. Un país que se está
desmantelando.
Ese es el país real y no la fantasía revolucionaria del régimen. Un
país que les dará una lección. Un pueblo que aspira un cambio y que sabe que
las elecciones del 6D son la mejor oportunidad de comenzar a cambiar el modelo
que ha empobrecido el país y acabado con la esperanza de la mayoría. Tú mereces
un mejor país. Tú mereces vivir mejor. Pero eso no es una responsabilidad única
de los partidos y tampoco caerá del cielo. Actívate y participa. Acabemos con
la fantasía que en el fondo es la peor pesadilla revolucionaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico