Por Tamara Suju Roa, 12/10/2015
La noticia de esta semana sobre la orden dictada por un tribunal de
buscar a la fuerza a los directores de el diario El Nacional, el ahora
semanario Tal Cual y la página web de noticias La Patilla,
seguramente fue leída por muchos y comentada por su importancia por pocos.
Quizás los venezolanos no han tenido tiempo entre las calamidades que
atraviesan diariamente, de sentarse por un momento a internalizar el
significado de estas acciones gubernamentales para coartar la libertad de
expresión y controlar aun más la información en un país donde la hegemonía
comunicacional la ejerce el régimen.
Periódicos han cerrado por crisis económica y falta de papel por
ejemplo, páginas web han sido bloqueadas por el gobierno nacional para evitar
que sean leídas por los usuarios de internet, periodistas y comunicadores han
sido invitados a renunciar a sus programas de radio y TV o se han visto en la
necesidad de hacerlo por respeto a sus convicciones, usuarios de las redes
sociales han sido amenazados y amedrentados y hoy en día seis personas
permanecen presos por expresarse en tuiter. A esto sumamos reporteros detenidos
por documentar las colas en los supermercados y farmacias, por sacar fotos en
las protestas, además de que muchos han sido agredidos y sus equipos retenidos
o destruidos.
Con todo esto, mi misión hoy para con ustedes mis lectores, es hacer un
llamado de alerta. Los periodistas, los fotógrafos y camarógrafos han sido
durante estos últimos años, protagonistas de muchas historias de protección de
ciudadanos indefensos en distintas circunstancias, que con su presencia y sus
cámaras, han evitado abusos en el uso de la fuerza publica por parte de los
organismos de seguridad del Estado, detenciones arbitrarias y han documentado
violaciones de derechos humanos que sin ellos, quizás pasarían desapercibidos
entre los cientos de delitos impunes que suceden en nuestro país semanalmente.
Personalmente puedo dar fe, de casos donde al pedir a una televisora o una
radio sacar una noticia en “vivo”, ha provocado que detenidos o personas
supuestamente desaparecidas, “aparezcan” milagrosamente.
La gente busca siempre a los medios para denunciar. Acuden a ellos para
ser tomados en cuenta. Y ante la complacencia comunicacional de los medios que
controla el Estado y que pretenden hacer ver que Venezuela es el paraíso
terrenal, los ciudadanos buscan las cámaras o periodistas que si sacan las
noticias sobre sus problemas. Cada día, son menos. Cada día, los medios de
comunicación tienen más restricciones para transmitir o publicar noticias.
Por esto, el venezolano se ha convertido en reportero nato. Sobran en
las redes fotos y filmaciones donde los abusos cometidos por organismos de
seguridad del estado han quedado plasmados en sus teléfonos. Hasta ahora, el
gobierno no ha podido controlar esto, y eso lo desespera y por eso persigue y
ubica a usuarios de las redes y los amedrenta.
Estamos a pocos días de las elecciones parlamentarias. Estamos
estimados lectores, frente a la última oportunidad que tienen los venezolanos
de rescatar las Instituciones y el Estado de Derecho con las únicas armas que
tenemos los demócratas en nuestro país: La Constitución y las leyes. Los días
por venir no serán fáciles. El gobierno se prepara para tratar de evitar su
contundente derrota y ya sabemos cuales son sus trampas y las estrategias
usadas. Hoy más que nunca, Venezuela necesita a la prensa libre. A quienes
puedan decirle a los venezolanos y al mundo entero lo que estará sucediendo
antes, durante y después de las elecciones. La persecución y acoso a nuestros
periodistas, a nuestros directores de medios, a nuestros camarógrafos y
fotógrafos es y debe ser problema de todos. Sin medios y prensa libre, no hay
garantía del libre ejercicio democrático. Libertad de información y opinión,
que son derechos humanos, no es Maduro en cadena nacional con su espectáculo
casi a diario. Sólo quienes se sienten débiles y rechazados obligan a los
medios a encadenarse para tratar de imponerse ante los ciudadanos. Gracias al
mundo moderno, existen los canales por cable y el internet para evitar este
suplicio.
Por eso estimado lector, no sólo son Alberto Federico Ravel, Miguel
Henrique Otero, Teodoro Petkoff, David Morán… pensar que el problema es sólo de
ellos es un gran error. Somos todos los venezolanos los que estamos siendo
perseguidos por expresarnos libremente y por pensar que este régimen corrupto,
que dilapidó el dinero público, secuestró las instituciones democráticas y nos
empobreció como nunca antes, tiene sus días contados. Desde esta columna, mi
solidaridad con quienes a pesar de tener el peso de la bota en sus
cabezas, siguen adelante, tratando de decirle a nuestros compatriotas que nos
estamos jugando el futuro de nuestros hijos y nietos los próximos meses por
venir. ¿Cómo quiere usted vivir? ¿Libre o amedrentado y vigilado, aguantando
cola y recibiendo miseria mientras ellos siguen burlándose de usted?
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