Por Oscar
Bastidas Delgado
Sin
dudas que el gobierno más nefasto para el cooperativismo venezolano ha sido el
del fallecido primer mandatario Chávez y su continuista Maduro. Nuestro
movimiento, con antecedentes ciertos en 1900, no había recibido tantos maltratos
ni en las dictaduras gomecista y perezjimenista como en los últimos años. El laissez faire de ambas dictaduras
contrasta con las acciones que al estilo de Eudomar Santos realizó Chávez,
quien con solo unos silbidos de sirena recibidos de alguien desde MInPlanificación,
las utilizó como puntas de lanza de su pseudorevoluciòn para ganar votos
mediante financiamientos fáciles y a fondo vacío.
Mientras
que en los gobiernos de la peyorativamente llamada Cuarta República los
superintendentes de cooperativas eran nombrados por la Presidencia de la República
de sendas ternas propuestas por el movimiento organizado en las Centrales
Cooperativas Regionales (CCRs) y la Central Cooperativa Nacional de Venezuela
(Ceconave), los nombrados en estos 16 años, salvo los dos primeros, solo tienen
el mérito de pertenecer a la Misión Francisco de Miranda. Ni Chávez, ni Nelson
Merentes como flamante Ministro para el Desarrollo de la Economìa Social, ni
los funcionarios del INCES o los superintendentes de cooperativas conocieron o
conocen la esencia de este movimiento; el actual llega al extremo de meter la
Universidad Santa María en el mismo saco de las cooperativas.
El
punto contradictorio final lo puso Chávez al catalogar sus “puntas de lanza” como capitalistas ¡sin
percatarse! de que capitalistas eran las impulsadas por él y por funcionarios
inescrupulosos de ministerios, empresas del estado, y alcaldes chavistas que hicieron
con ellas jugosas ganancias como las del alcaldito de Valencia que observó en
ellas “una irresistible oportunidad para
lucrarse” con los contratos refrendados por su flamante padre y el apoyo de
una ex miss. El movimiento cooperativo desarrollado antes de 1999 no necesitó
ni necesita del gobierno para mantenerse y continuar dando ejemplo de
cooperativismo genuino ante el paìs y el mundo.
La
gota que derramó el vaso la puso el sucesor a dedo de Chávez. Hace un año,
noviembre 2014, Maduro estableció impuestos a las cooperativas sin averiguar
que el mismísimo Chávez en la justificación de la Ley Especial de Asociaciones
Cooperativas les había establecido la exención de impuestos y tasas. Con esa
medida y sin consultar al movimiento, como ordena taxativamente la Constitución
Nacional, condenó numerosas a engrosar el cementerio de no menos de 390.000 cooperativas de las 413.000 registradas a esta fecha.
No
fue sino luego de sendas movilizaciones del movimiento cooperativo ante la asamblea
nacional (en minúsculas), y el Ministerio de las Comunas, cuando se inicia
cierta reconsideración de la medida; la vía tomada es la de otorgar
exoneraciones, medida menor a la exención del fallecido primer mandatario, y a
la declaración de las cooperativas como de NO sujeción a impuestos que aspiramos
los cooperativistas.
¿Por
qué el gobierno actúa asì?, la respuesta es fácil: La Lògica de capitalismo de
Estado de sus dirigentes los hace recurrir al cobro de impuestos a asociaciones,
cooperativas y fundaciones para llenar la olla vacía dizque para apoyar al
pueblo cuando el verdadero sector popular se nuclea en torno a las cooperativas
genuinas y no de las capitalistas que contratan con el Estado y que no solo deberían pagar impuestos
evadidos, más las multas que corresponden, sino ser cerradas por Sunacoop. ¿Y los
diputados del gobierno?: Bien gracias, dejando que Maduro legisle por ellos
mientras un militar se encarga de ponerlos firmes. El 6 de diciembre saquemos a
los militares de esa asamblea. Oscarbastidasdelgado@gmail.com
13-11-15

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