Por Olga Ramos, 13/11/2016
Entre “beatas” y “guerreros del teclado” te veas (*).
Como seguimos en tiempos de combate, más que de debate, es cada vez más
común que cuando las cosas se ponen mediáticamente intensas, parte de los
intercambios se centren en acusaciones y descalifcaciones sin argumentos.
Recientemente ha crecido el uso de la denominación “guerreros del
teclado” para etiquetar a aquellas personas que plantean posiciones críticas
ante las decisiones y anuncios de parte de la dirigencia política en Venezuela.
Es interesante ver como esta práctica ha sido adoptada por muchas personas,
incluyendo a importantes referentes de opinión.
Creo que quienes usan la etiqueta para descalificar a los que llaman
“guerreros del teclado” -con los que, por cierto, no he compartido la mayoría
de posiciones políticas que exponen- olvidan que Twitter no es el país -de
hecho, ninguna de las redes sociales lo es-, aunque sea lo primero que le
cuestionan a quienes critican. Curiosa contradicción.
Entiendo que muchos usan el término para resaltar el tenor de
“antipolítica” de esos tuiteros, como expresión de una posición anti partidos.
Al hacerlo, creo que también olvidan que lo que hoy se manifiesta como
antipolítica en Venezuela, tiene una parte de sus genes en la desvinculación de
los partidos con la gente y en su falta de democracia interna.
De hecho, la transformación de los partidos políticos en el país,
después de su declive desde finales de los 70s hasta los 90s, sigue en espera.
Muchos de los partidos existentes, nuevos o viejos reconvertidos, conservan
vicios de la “vieja política”, es decir, conductas que se identifican con una
“ética política” muy cuestionada, mantienen esquemas clientelistas en los que
las bases son sólo ejecutores de decisiones y votos y caza votos, en lugar de
reales participantes; y se comportan como lo que interpretan como “partidos de
cuadros”, en los que las decisiones se toman en la Dirección Nacional o en el
CEN, casi siempre sin consultar a la militancia.
De hecho, más allá de la emergencia del momento, y no sólo por que
estamos en ella, antes para incidir políticamente, Usted se apuntaba a un
partido y si no era escuchado, hasta podía crear una “tendencia” interna y a
través de ella, construir consensos entre la militancia para tener voz en la
dirección nacional. Ahora, en muchos casos, cuando los militantes -o algún
dirigente de base-, no están de acuerdo con la línea partidista, son excluidos.
Esas prácticas hacen que la gente siga sin ver a los partidos como
espacios para la participación política y la construcción de alternativas.
Pero el gen antidemocrático no se queda en esas estructuras, por
cierto, porque vemos con no poca frecuencia como la gente aplaude el “acatar
sin disentir”, la “unanimidad obediente” del oficialismo, como una conducta
deseable para la “diversidad democrática” de la oposición. Ese es un acuerdo
social tan bien visto en una parte de la población, que debe llevarnos a la
reflexión sobre lo que estamos entendiendo, en la práctica, por democracia.
Por otra parte, fuera de los partidos, no hay espacios de articulación
social de “masas” que puedan ser vistos como alternativa a éstos y que permitan
construir e impulsar rutas alternas a las que “impone al país” la dirigencia
partidista.
La gente se reúne en Asambleas de Ciudadanos, no para debatir, generar
su propia opinión, articularse, y organizarse, sino para escuchar al liderazgo
político y “coger línea” sobre las acciones a seguir. Además, algunas
“plataformas” de articulación de organizaciones sociales, son impulsadas y
hasta tuteladas por partidos.
Tampoco existe un espacio real de articulación y coordinación de las
organizaciones políticas, y entre éstas y las sociales. El existente magnifica
los vicios de desvinculación con la gente y de exclusión que tienen los
partidos. En efecto, en la forma actual que ha tomado la alianza, existe un G9,
un G7 y un G4 al cual asisten dirigentes de partidos y sus asesores, esos
dirigentes deciden por todos.
Esta forma de operar, parte la premisa de basarse en un esquema
“representativo” que está muy lejos de poder ser asumido como real, porque los
miembros de los GX, no se pueden considerar como los partidos con mayor
“representatividad” derivada de los votos, ya que, parte de los liderazgos regionales
y locales, no fueron producto de primarias sino de negociación; las primarias
presidenciales respondieron más a simpatías a candidatos, que al apoyo a
opciones partidistas con programas; y que a todas las últimas elecciones se
fue, por natural estrategia, con una tarjeta de unidad.
Es por ello, que resulta natural que la gente no se sienta siempre
“representada” por que sí, en la Mesa y por lo que el liderazgo sentado en
ella, está obligado a construir acuerdos reales entre todos y no a imponer
decisiones apoyándose en una supuesta “mayoría interna”.
Por otra parte, los que apelan al uso de “guerreros del teclado” como
descalificativo, olvidan también que la política está en su fase mediática más
que nunca, sólo que ahora los medios con mayor alcance son otros, no tienen
línea editorial y funcionan con un esquema en el que el poder está distribuido.
También olvidan que en las redes sociales, lo que funciona es la
“influencia” que se valora por la cantidad de seguidores, por lo que tanto
ataque -especialmente el que es bajo o ausente de argumentación- sólo hace que
la gente voltee la mirada hacia los denominados “guerreros del teclado”,
aumentando la posibilidad de que crezcan sus seguidores y, en consecuencia,
incrementen su “influencia”.
Por cierto, es esta fase mediática de la política y de transformación
comunicacional, es importante resaltar que hay bots que se encargan de generar
“tendencias”, pero sin olvidar, que entre los bots se incluyen los de carne y
hueso que se usan para orquestar campañas. Algunas de las prácticas propias de
los bots, son muy bien vistas, por algunos sectores, por cierto.
Así como, hay que resaltar que muchos de los medios tradicionales están
perdidos. Basta con ver como algunos titulan algo que no tiene que ver con lo
central de una noticia, para garantizar su lectura y como otros convierten
cualquier tuit en “LA noticia”. También tenemos a los medios expertos en el
cutipasteo.
Afortunadamente, hay periodistas y medios que hacen investigación y
comunicación respetuosa, profunda y compleja.
Ajá, si a esta altura, estás preguntándote, y entonces ¿qué hacemos?
Sólo te puedo decir, que es importante dejar de ver todo, fácil, plano y simple
y comenzar a trabajar personal y de forma organizada, por las necesarias
transformaciones profundas y complejas. También te invito a leer mi post previo
Confusiones, tiempos y exigencias.
(*) De acuerdo a la interpretación de quienes usan las denominaciones,
se entiende por “Beatas” a personas que apoyan sin crítica todo lo que diga la
“dirigencia”, especialmente la de la MUD y por “Guerreros del teclado” personas
que critican sin piedad todo lo que diga la “dirigencia”.
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