Leonardo Fernández 21 de noviembre de 2016
La
navidad, una época para compartir y celebrar, para reunir las familias y
llenarnos de alegría. Lamentablemente desde hace casi 20 años los venezolanos
no hemos podido disfrutar plenamente de estas fiestas por estar inmersos en un
conflicto político que pretende fracturar la sociedad.
La
división creada desde el poder ha separado familias y distanciado amistades, puso
en jaque esta época de armonía, pero la alegría del venezolano logró sortear
esas dificultades. Este año nos enfrentamos a un nuevo reto, nos hemos
adentrado a la navidad en medio de una crisis económica que ha difundido el
hambre y la necesidad entre los compatriotas.
Los
zulianos comenzamos la navidad con la feria de la Chinita, pero incluso las
celebraciones de nuestra Santa Patrona se han ensombrecido por la crisis y la
represión. Para quien vivió la feria en sus mejores años, habrá notado el impacto
de la debacle económica este año, en lo que podría llamarse una feria a media
máquina. Por otra parte, están las graves actuaciones de la GNB cuerpo
represivo que agredió a la alcaldesa de Maracaibo y su familia el día de la
Chinita. Estas acciones contrarias al espíritu de toda fiesta religiosa recaen
en Maduro y Francisco Arias Cárdenas.
Los
venezolanos en general, adentrándonos al mes de diciembre, observamos como la
inflación desatada hace estragos con nuestras tradiciones. Un Pan de jamón que
ronde los 9mil Bsf, los ingredientes para las hallacas escasos o a precios
siderales, la imposibilidad de renovar el guardarropa como en otrora,
aguinaldos que se desvanecen pagando deudas, todos componentes de la navidad
con Maduro.
Mientras
el presidente baila salsa, millones de ciudadanos ingieren solo una comida al
día, otros hacen maratones para encontrar medicamentos y cuidan del hampa las
pocas posesiones que aún conservan sus familias, ya que los amigos de lo ajeno
parecen determinados a cobrar sus aguinaldos a costa de lo que sea.
Al
final el espíritu alegre y jovial de este pueblo logrará imponer la solidaridad
y alegría que nos caracteriza, incluso en una crisis tan profunda. No cabe duda
de que Nicolás Maduro nos ha robado la navidad, esa que tanto añoramos y que
volveremos a recuperar cuando el cambio se haga efectivo.
El
autor de este robo, sabe que su permanencia en el poder tiene fecha de
expiración, su mayor esperanza es postergar su inevitable salida, pero el
valiente pueblo de Bolívar conquistará su libertad y recuperará la navidad.
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