Juan Guerrero 07 de mayo de 2020
@camilodeasis
Lo
diré de entrada. En Venezuela el verdadero y real riesgo es que termine, por
decisión de las tres grandes potencias mundiales, Rusia, EEUU y China, dividida
en varias zonas de protección, con la aprobación de los países que conforman el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.Ya ha habido experiencias dolorosas
sobre esto. Korea y Alemania son ejemplos tristes de estas decisiones de
soluciones parciales de conflictos con heridas casi eternas.
Veamos.
A la fecha, Venezuela se encuentra entre las cinco (está de número cuatro)
naciones en el mundo, con mayor riesgo alimentario en su población. Cerca de
nueve millones y medio de personas sufren de hambre, malnutrición, desnutrición
o desnutrición severa. Lo indica un informe del Programa Alimentario Mundial,
agencia adscrita a las Naciones Unidas.
Poco
más de cinco millones y medio de venezolanos han debido huir del país, por
razones socioeconómicas, básicamente, y otro más por persecución política. Es
la primera vez en la historia latinoamericana que se experimenta este fenómeno
de emigración, éxodo o exiliomasivo en la población de un solo país.
La
industria energética, agropecuaria, las organizaciones financieras, la
industria automotriz y de autopartes, los medios de comunicación, entre otras
organizaciones y entes del desarrollo económico, han sido destruidos o
funcionan con muy poca capacidad de producción y en constante riesgo de
paralización.
Es la
primera vez en la historia de la humanidad que un país, su Estado e
instituciones, son copados, asaltados por los grupos de la delincuencia
organizada, organizaciones criminales del narcotráfico y el terrorismo
internacional. Como resultado, otro Estado democrático y países aliados, han
ejecutado decisiones legales para capturar al presidente, declarado ilegítimo,
de Venezuela y demás colaboradores inmediatos, indicando precio por su captura,
por ser jefes de bandas de narcotraficantes y del terrorismo internacional.
Entre
2014 y 2019, denominado como el quinquenio de las “guarimbas”, las masivas
manifestaciones, protestas, plantones, refriegas (indicado por las
organizaciones de derechos humanos) calculan un promedio de 100 mil personas
víctimas de la violencia del Estado, entre asesinados, desaparecidos, torturados,
secuestrados o reprimidos, bien por acción directa de las fuerzas
militares-policiales, o paramilitares. Por otra parte, indirectamente, por
omisión o desidia del régimen totalitario, más de 500 mil venezolanos han
muerto, al no dotar a los centros de atención médica y proteger a la población,
sometiéndola a una planificada escalada de restricciones alimentarias y de
servicios públicos: agua potable, electricidad, gas doméstico, gasolina y otros
combustibles.
Oficialmente
el venezolano devenga un sueldo mínimo, mensual, de 2,2$ siendo que el sueldo
base mundial es de 2,3$ al día. Semejante distorsión de la realidad ha
aumentado la brecha de una población, que sobrepasa ya el 88$ que vive por
debajo de la pobreza.
La
población venezolana, a la fecha, se encuentra en más del 75% conformada por
personas mayores de 50 años. Por lo tanto, una población malnutrida,
envejecida, donde el Estado de Derecho en la práctica no existe, sometida
diariamente a la planificada incertidumbre alimentaria y médico-sanitaria,
golpeada psicológica y sistemáticamente por la propaganda del régimen
totalitario en la violencia, represión, odio y brutalidad aprendidas. Que está
total y absolutamente desarmada y sin orientación ni organización política para
su defensa colectiva. Está en estos momentos en una fase de sobrevivencia, de
resistencia pasiva frente al inmenso y colosal aparato represivo de un régimen
totalitario y criminal.
Creo,
dolorosamente, que los eventos de protestas que puedan darse en estas
condiciones, son de naturaleza anárquica, por desesperación de una población
que progresivamente ha sido sometida a su aniquilación.
Como
ya ha sido una y otra vez denunciado, la invasión de fuerzas militares
extranjeras en territorio venezolano ha sido una larga planificación, tanto del
crimen organizado, las bandas del narcotráfico y las organizaciones del
terrorismo internacional, básicamente del medioriente, que se han infiltrado en
todas las instituciones del Estado, incluyendo en la seguridad, militares y
entes policiales.
En las
actuales circunstancias no es posible continuar arengando a la población
malnutrida venezolana con más sacrificio. Ya ha sido suficiente en más de 20
años de sometimiento planificado para controlarla, saquearla y destruirle hasta
su memoria histórica y cultural.
Internamente
los únicos capacitados para enfrentar a estas bandas y megabandas posicionadas
en el Estado, son las fuerzas armadas nacionales quienes poseen la formación y
las armas de guerra para lograr un cambio real. Ellos y el liderazgo político
opositor deberían estar al frente para formular las estrategias, los acuerdos,
a corto, mediano y largo plazo. Tanto unos como otros, tienen, necesariamente
que contar con la ayuda externa militar que garantice la unidad de la nación
como un todo. De otro modo, alargar la agonía de la población venezolana, que
muere diariamente, es apostar por el riesgo inminente de la anarquía
generalizada y la real posibilidad de las decisiones que se darían en acuerdos
de potencias mundiales, bajo el pretexto de la paz internacional, que sometería
al territorio a una, dos o más divisiones y el tutelaje de fuerzas extranjeras.
En la
agudizada y prolongada agonía nacional de sobrevivencia, los únicos que pueden
detener la avalancha de la anarquía generalizada y la muy posible división de
la nación, son los militares probos y apegados a la constitución y las leyes,
junto con el liderazgo político honesto de la oposición, por muchos desaciertos
que unos y otros hayan cometido. En esta hora de extremo riesgo nacional,
preservar la unidad nacional todavía es posible.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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