Por Fernando Pereira
«Las balas no se frenan con
los bloques de ladrillo», relató una vecina afectada que vive en la zona 6 del
Barrio José Félix Ribas, en Petare.
Es público y notorio que por
una semana, los vecinos del Barrio José Félix Ribas y zonas aledañas
de Petare como La Bombilla, Las Brisas, Julián Blanco y las Fechas Patrias,
reportaron un enfrentamiento armado continuo. Los intercambios de balas ocurren
principalmente en las noches; sin embargo, vecinos reportan que en tiempos
de cuarentena los hombres armados circulan por las calles durante el día
con rifles y escopetas a la vista.
Se conoció que el conflicto
inició cuando una banda intentó despojar del poder a otro grupo delictivo.
Desde el miércoles 29 de abril, el enfrentamiento armado no solo se oye en
José Félix Ribas. También es escuchado por habitantes de urbanizaciones
cercanas como Palo Verde y La Urbina.
Para la comunidad, esta
situación se convirtió en una razón más para permanecer encerrados. Pero aún
dentro de sus viviendas hay riesgos. Un testimonio (reservado para su
protección) apunta que los hombres armados usan las casas de otros como escudos para
protegerse de las balas y como base de disparo.
Tenemos conocimiento de que
la comunidad de religiosas que dirigen el colegio Jesús Maestro de Fe y Alegría
debieron salir del centro luego de que las paredes de su residencia fueran
traspasadas por proyectiles.
Desde Cecodap, como
organización que promueve y defiende derechos de los niños, niñas y
adolescentes, hemos rechazado la violencia y condenamos todas estas acciones.
Recordamos que las acciones
armadas en el barrio José Félix Ribas ocurren dentro de comunidades en las
que hay niños, niñas y adolescentes. Los hombres y presuntos adolescentes
con armas largas se pasean delante de ellos, tal como las imágenes de
un video lo demuestran confirmando los testimonios de vecinos.
Si bien esta situación puede
generar heridos entre los que puede haber niños, niñas y adolescentes; también
advertimos sobre las secuelas por vivir en contexto violento. No podemos
permitir que la próxima generación de ciudadanos crezca en una
normalización de las armas, de los tiroteos, de las balas perdidas.
Por esa razón, condenamos el
silencio injustificado y las omisiones del Ministerio de Interior, Justicia y
Paz, Ministerio Público y Defensoría del Pueblo. Exigimos a los
organismos de seguridad del Estado, en el marco de la ley y respeto
estricto a los derechos humanos, desarrollar acciones inmediatas para la
protección de los vecinos de Petare; especialmente de los niños, niñas y
adolescentes.
No solo en Petare los niños
y adolescentes mueren por violencia
Son 1.120 niños y
adolescentes que no están. Diariamente la violencia se llevó a tres de ellos.
La menor tasa de homicidios por cada 100.000 niños registrada por estados fue
de 30. Éste número supera tres veces a la tasa de mortalidad que la
Organización Mundial de la Salud (OMS) considera como epidemia. En Venezuela,
las muertes violentas de nuestros niños son más que una epidemia.
Estos datos están
registrados en el informe Muertes Violentas de niñas, niños y adolescentes
Venezuela (2019), elaborado por Cecodap y el Observatorio
Venezolano de Violencia (OVV) y presentado recientemente.
En 2018, las muertes en
averiguación fueron 357. Para el año pasado se registró un incremento de
150% en esta categoría. Esta tipología se refiere a aquellos casos en los
cuales la administración de justicia conoce del caso, pero no tiene una conclusión
sobre el hecho y por lo tanto hay dudas sobre si se trata de un homicidio, un
suicidio o un accidente.
Familias de Petare han
reportado que sus hijos tienen miedo a las detonaciones. A los proyectiles que
no piden permiso para meterse en sus hogares. No pueden dormir, los invaden
terrores nocturnos, algunos han sufrido crisis de pánico y los han debido
trasladar a casas de familiares en otros sectores.
El miedo en la cuarentena ya
no es al coronavirus; es a engrosar las estadísticas de muertes violentas o
entrar en la categoría de muertes en averiguación y sin respuesta.
07-05-20
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