Laureano Márquez 08 de mayo de 2020
@laureanomar
La
historia no es una ciencia exacta. Dicho esto, el 9 de noviembre de 1805 a eso
de las 11:52 de la mañana, desembarca en Nueva York, procedente de Londres,
Francisco de Miranda, contaba el precursor con 55 años, 8 meses, 11 días y 15
minutos. Para la fecha Miranda ya era una figura de prestigio internacional.
Había combatido ya en el sitio de
Melilla como capitán del ejército español, en ese episodio lograron rechazar el
embate del sultán de Marruecos Sidi
Mohammed ben Abdallah. En esta oportunidad, Miranda que ya había leído muchos
textos de estrategia militar, presentó un plan para inutilizar la artillería enemiga
que resultó exitoso.
Había
participado también en la guerra independencia de los Estados Unidos en contra
de Inglaterra. El rey de España mandó tropas, en ellas iba Miranda. Participó
en la batalla de Pensacola (no Pepsi Cola, como dicen algunos) en 1871 y desarrolló en esa acción militar sus
habilidades para reconocer el terreno y su genio en la planificación de la
batalla, lo cual le valió un ascenso al
rango de teniente coronel (ya estaba pues en condiciones de participar en un
golpe de Estado). Luego Miranda es enviado por su superior Juan Manuel Cajigal
como espía a Jamaica. Misión que también cumplió con éxito.
También había estado en el ataque español a las
Bahamas y negociado la capitulación inglesa ante España, obteniendo el dominio
de las islas. Como la inquisición le abrió juicio en España y se había ordenado
su detención por comprar libros prohibidos y pinturas obscenas (no me consta),
ante la posibilidad de un juicio injusto escapa de Cuba a los Estados Unidos y
se convierte en el primer balsero de la historia. En el recién inaugurado país
del norte concibe sus ideas de independizar a hispanoamérica. Luego de pasar un
tiempo en EEUU, se va a Inglaterra y recorre Europa en un tour de 4 años. Se incorpora a la revolución francesa en 1792,
allí participa en varias batallas es ascendido a mariscal de campo y luego a
general (Su nombre está en el arco de triunfo de París). Pasa algunos años
entre Inglaterra y Francia, siempre buscando apoyo para su obsesión de fundar
una nación hispanoamericana, la
Colombeia, pero ni los ingleses ni los norteamericanos terminan de darle su
apoyo claramente (parece que eso va en el espíritu anglosajón).
Aquí
volvemos otra vez con él al 9 de
noviembre de 1805 desembarcando en Nueva
York. Se reunió con Jefferson, Anderson, Hamilton Washington y todo el resto
del malandraje de por allá, pero no consigue -nuevamente- apoyo formal. Con
ayuda de amigos fleta un barco, el Leander, un bergantín de 180 toneladas, 18
cañones y 200 hombres reclutados en los Estados Unidos. Hace una parada en
Haití para ir al baño y compra dos goletas más: Bacchus y Bee. Llevaba la
expedición suficientes suministros, material de guerra, la bandera de Venezuela
y una imprenta. Al llegar a Ocumare, en Aragua las goletas son apresadas.
Miranda huye en Leander hacia el caribe
y vuelve nuevamente luego de conseguir
más apoyo. Viene ahora con 400 hombres, 5 bergantines, 3 cañoneras y dos barcos
mercantes desarmados. Estamos hablando del año 1806, sin radares, sin gps, sin
vías de comunicación y sin gasolina (eso sí como hoy).
Miranda
llega por La Vela de Coro, toma la ciudad, pero entre la indiferencia de la
gente y el bloqueo realista, la invasión de Miranda fracasa nuevamente. Regresa
a Londres desilusionado, pero no será su último intento por liberar a su
patria. Miranda, victorioso en cuanta revolución participó, vino a fracasar una y otra vez en la única
que le quitaba el sueño: la suya. Él que escapó de tantas adversidades y
sobrevivió a tantos peligros, no pudo con la fatalidad de sus paisanos.
No sé por qué vino este recuerdo de Miranda en
los tiempos que corren, así como de la fase que parece ser el cierre de su
prodigiosa vida: “¡Bochinche, ¡Bochinche! Esta gente no sabe hacer sino
bochinche”. Frase de la que dice Uslar Pietri: “Más que un gesto de profundo
desengaño, era la voz del oráculo que anunciaba los tormentosos anales de
nuestra larga desunión civil”.
Laureano
Márquez
@laureanomar
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