Por Piero Trepiccione
En Venezuela una combinación
de factores políticos, económicos y sociales aceleró el deterioro de las
condiciones de vida de la gran mayoría de la población a partir de 2012.
Antes de ese año, estuvimos emborrachados con la enorme renta petrolera
generada por los precios más extraordinarios del siglo XX y XXI. Viajes por el
mundo a precios subsidiados, aumento exorbitante de las importaciones reales y
las “fantasmagóricas”, que sirvieron para enriquecer a una nueva elite nacional
absolutamente especulativa y corrupta.
En el camino hubo
distorsiones económicas que generaron el llamado “bachaquerismo” y la
concentración de la riqueza en unos pocos. Además del subsidio directo a muchos
servicios públicos. Incluso, a la gasolina. Lo que fue preparando una bomba de
tiempo que estalló repentinamente.
Tristemente, en esas
condiciones nos agarró la pandemia. En plena encrucijada económica y política.
Con un país fragmentado y escéptico, sometido a una brutal dosis de
desinformación como nunca antes.
¿Esperanzas de superar la
crisis?
En este cuadro
político-económico-social, la esperanza parece estar desvanecida.
Alrededor de ocho años continuos de malas noticia, aunado al continuo impacto
en la cotidianidad. Vemos cómo se ha fracturado nuestra psicología individual y
social. ¿Lo complejo? No se vislumbran salidas a corto plazo, al menos en el
imaginario colectivo. Demasiadas marchas y contramarchas han hecho
proliferar la desconfianza en los actores políticos tanto nacionales como
internacionales.
El país, en definitiva, ha
visto cómo su liderazgo se ha enfrascado más en optar por la permanencia en el
poder que en garantizar un clima de gobernabilidad. En este cuadro
dantesco se han ido desvaneciendo las posibilidades de superar la crisis.
Nadie puede entender cómo hemos ido entrando en una dinámica auto-destructiva
de las instituciones y las fortalezas económicas de la nación. Se han disuelto
los parámetros de convivencia ciudadana mínimos que teníamos, los que
garantizaron avances importantes en el pasado reciente.
El giro de la historia
La geopolítica mundial,
viendo la dispersión interna y el agrandamiento de nuestras debilidades, ha
venido ganando terreno para difuminar más lo poco de República que nos queda.
Bajo esta complicación universal del caso venezolano, ahora asociado al deterioro económico mundial por
causa de la pandemia, quizás sea más difícil ver la luz al final del túnel en
las proximidades.
En resumidas cuentas, las
cosas están muy mal y pueden ponerse peor. Esa es la máxima que un análisis
racional de la realidad venezolana nos indica. Pero lo cierto es que en la
ecuación, el nivel de volatilidad social es muy elevado y se acerca a estadios
de pre-ebullición.
Es hora de que este
cuento vire hacia un fin inteligente. En el que prevalezca el raciocinio
político y no la furia popular desatada sin ningún tipo de dirección.
Los actores tienen la
palabra.
10-05-20
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico