Por Marino J. González R.
Según el reporte
oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del 12 de enero de 2021,
existen en la actualidad 63 vacunas contra covid-19 en diferentes fases de
ensayos clínicos. Esto es, en estudios controlados en personas con el propósito
de evaluar si las vacunas son seguras y efectivas. Y, además, señala el
informe, existen 173 vacunas en fases preclínicas, es decir, para determinar
que se pueden probar en sujetos voluntarios.
Esto significa que,
debido a las múltiples combinaciones de conocimientos científicos, recursos
disponibles para los estudios y la producción de vacunas y alianzas entre gobiernos,
academia y la industria farmacéutica, existe una gran diversidad de opciones
para lograr el control de la pandemia de covid-19. Esta diversidad permite
anticipar que las vacunas irán mejorando para que la administración sea más
flexible y disminuyan los costos, entre otros aspectos.
Que menos de un año
después de haber comenzado la pandemia se haya logrado tener varias vacunas que
cumplen con los requisitos es un avance espectacular. Es la primera vez en la
historia de la humanidad que se utiliza una vacuna contra una severa pandemia
en curso.
En la última pandemia
de grandes proporciones en 1918 y 1919, el virus solo se pudo identificar años
después y transcurrieron varias décadas para contar con una vacuna.
También es
extraordinario que las vías para producir algunas de las vacunas ya aprobadas
hayan generado un alto grado de seguridad y efectividad. Estos criterios han
sido tomados en cuenta para la aprobación de estas vacunas por agencias
reguladoras con estrictos sistemas de evaluación.
En la vacuna producida
por BioNTech y Pfizer, también conocida como BNT162b2, se obtuvo una
efectividad de 95%. Esto significa que el 95% de los casos de covid-19 se
produjo en el grupo no vacunado. El estudio contó con dos grupos de 21 mil
personas (mayores de 16 años) cada uno. A un grupo se le administró la vacuna y
a otro grupo un placebo. La efectividad de 95% fue igual en sujetos de
diferentes edades, sexos, razas, y con enfermedades preexistentes. El 90% de
los casos severos ocurrió en el grupo que recibió el placebo. Los eventos
adversos después de la vacunación ocurrieron en igual proporción en ambos
grupos (placebo y vacunado). Las reacciones a la vacuna, en los pocos casos que
se registraron, fueron dolor moderado en el sitio de la inyección, fatiga y dolor
de cabeza. Esta vacuna requiere dos dosis para alcanzar la inmunidad.
La vacuna producida por
Moderna, también conocida como mRNA-1273 registró una efectividad de 94,1%. En
este caso los dos grupos (vacunado y placebo) tenían 15.210 voluntarios cada uno.
En el grupo placebo se registraron 185 casos de covid-19, mientras que en el
grupo vacunado solo 11 casos. También se requieren dos dosis. Todos los casos
severos de covid-19 ocurrieron en el grupo placebo. Los eventos con reacciones
severas fueron raros y en igual frecuencia en ambos grupos (placebo y
vacunado). En el grupo vacunado ocurrió con mayor frecuencia una reacción
transitoria moderada.
Con estos excelentes
resultados, verificados en sus diferentes fases por las agencias reguladoras en
Estados Unidos, Reino Unido, Unión Europea y de otros países, ambas vacunas
fueron aceptadas para ser utilizadas de acuerdo con las prioridades de los
sistemas de salud.
En la actualidad,
entonces, el objetivo es que estas vacunas, y otras tan o más efectivas que
puedan aprobarse, se utilicen para cubrir a toda la población mundial. Para que
ello pueda realizarse a la brevedad, dos grandes brechas deben evitarse:
La primera: que
muchos países no cuentan con los mecanismos institucionales para examinar la
calidad de las evidencias para aprobar vacunas en general (incluyendo, por
supuesto, las anticovid-19). Lo ideal es que todas las pruebas de todas las
vacunas pudieran examinarse y, en consecuencia, decidir en función de los
mejores criterios (mayor efectividad, menores costos, mayor facilidad en la
administración).
Lamentablemente, muchos
países no solo no cuentan con estos mecanismos, sino que por distintas razones
(muchas veces poco transparentes), los gobiernos han tomado estas decisiones
sin contar con el adecuado respaldo científico.
Es posible que expongan
a sus poblaciones a riesgos o que no faciliten las opciones de vacunas de la
mejor calidad.
La segunda: está
relacionada con las capacidades para vacunar a la totalidad de la población en
los países. Luego de un mes de iniciadas las vacunaciones, por ejemplo, solo
cinco países de América Latina (Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, y México)
reportan datos de personas vacunadas para comparaciones internacionales.
Ninguno de estos países alcanza 0,5 dosis por cada 100 personas, mientras
Israel ya se acerca a 30%.
De no tomarse con
prontitud las medidas adecuadas para la adquisición, transporte, preservación,
y administración de las vacunas en los países de América Latina, a medida que
pasen los meses, la brecha de cobertura crecerá con respecto a los países de
economías avanzadas, afectando por supuesto las posibilidades de recuperación
económica y social. Para que estas brechas no se produzcan, se requiere reducir
la brecha de políticas a la brevedad. Ese es en estos momentos el tamaño del
reto para superar la pandemia.
Marino J. González es PhD en
Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la
Academia Nacional de Medicina.
20-01-21
https://talcualdigital.com/brechas-en-la-vacunacion-contra-covid-19-por-marino-j-gonzalez-r/
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