Por Gregorio Salazar
De la sociedad civil
llegan señales de la inquietud y la preocupación por la falta de definición de
la ruta que deberá seguir la oposición en esta difícil etapa —probablemente la
más adversa de todas las vividas en estos años de régimen chavista— para reorganizar
su lucha y desalojar del poder a la cúpula que ya no solo destruye el presente
sino que va haciendo inviable el futuro de Venezuela.
Son grupos inicialmente
no muy numerosos, sin militancia partidista, pero pertenecientes a sectores
sensibles, pensantes y, seguramente, impacientes por el actual estado de cosas
en el que se ve al régimen avanzar sin escollos para perpetuarse en el control
de todas las instancias del poder y de todos los espacios de la actividad
humana.
La cúpula prosigue sin
pausa su labor de ebanistería, perverso trabajo de afinación del perfil de las
cuatro patas que deben sostener su mesa hegemónica: la institucional, la
comunicacional, la electoral y va por la económica, cuya mal formación la tiene
en riesgo de arruinarle el proyecto todo.
Hace unas semanas, unos
200 periodistas y comunicadores —en su mayoría no activos en medios, de los que
se formaron y esforzaron profesional y gremialmente en tiempos de la
democracia— se dirigieron a Juan Guaidó, al Consejo Político recién creado “y a
todo el liderazgo opositor que lucha y sufre los ataques de la dictadura” para
reclamar “la unidad de los factores enfrentados resueltamente a la tiranía y
sufren los atropellos y los abusos del régimen”.
“Hoy más que nunca, en
estos días cruciales de nuestra institucionalidad, cuando la única trinchera
legítima de la democracia, como es la Asamblea Nacional, es asediada por la
monstruosidad del totalitarismo, es cuando el liderazgo opositor, de todos los
signos, debe hacer un esfuerzo para enfrentar ese peligro con la fortaleza de
una unidad férrea y resuelta que convierta esos millones de voluntades
expresadas el 12 de diciembre en un solo frente de lucha ante la amenaza de la
dictadura”, señalaron
Un pedimento hecho
sobre la base de la consulta popular realizada en los primeros días de
diciembre que, en principio, le ha permitido a Juan Guaidó obtener el
reconocimiento del nuevo gobierno de los Estados Unidos y esta semana del
Parlamento Europeo, lo que asimismo conlleva el desconocimiento de la AN ganada
de manera apabullante ventajista y fraudulenta por Maduro el 6D.
Esta semana algunos
medios recogieron el llamamiento hecho por otro grupo de ciudadanos,
académicos, activistas sociales y gremiales que bajo la consigna “Volver al
voto”, propone “sumar apoyos y voluntades para retomar la tarea de provocar el
cambio político para el rescate de la democracia que no será producto de un
milagro sino de un trabajo político permanente”.
La iniciativa ha
surgido, de acuerdo a sus promotores, por la preocupación ante “la enorme
incertidumbre existente en el país y ante la notoria ausencia de una política
de las fuerzas opositoras que unifique a la mayoría de los venezolanos”.
El manifiesto exige “la
decisión impostergable de asumir la lucha electoral con toda las dificultades
que deriven de la acción del régimen autoritario e, inclusive, de un sector de
la propia oposición”.
Por parte de los
organizadores de la Consulta Popular se ha manifestado una “honda preocupación”
porque la participación en las elecciones regionales que anuncia el régimen
significaría una desviación del objetivo de unas elecciones presidenciales y
parlamentarias legales, justas y verificables.
Unidad y voto parecen
el denominador de las consignas opositoras, pero tras las cuales espera un
debate arduo e intenso sobre cuándo y en qué condiciones.
¿Es posible competir
exitosamente en elecciones presidenciales y, además, repetir unas
parlamentarias sin que la oposición inicie desde una vez el trabajo
organizativo para disputar los espacios de poder regional que el chavismo ha
convertido en su base operativa para su proyecto de poder totalitario?
Si bien esos espacios
regionales como gobernaciones, alcaldías, concejos municipales han quedado
convertidos en cascarones vacíos, no puede desconocérsele una importancia
capital en el papel de revitalización, organización y emplazamiento para lucha
organizativa por espacios de mayor entidad. Eso implicaría, entonces, la
resignificación del voto y de su poder como instrumento fundamental del cambio
político. Una crucial hora de definiciones cuando el régimen coloca a la
oposición en una carrera contrarreloj.
Gregorio Salazar es
Periodista. Exsecretario general del SNTP.
24-01-21
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