ABC 30 de enero de 2021
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El problema de Venezuela no es la fracturada visión
que pueda tener la comunidad internacional sobre lo que allí ocurre. El
problema es el régimen en sí mismo
El expresidente del Gobierno Rodríguez Zapatero lidera
un lobby de presión política sobre Estados Unidos para que la nueva
Administración Biden levante las sanciones impuestas por Trump contra
Venezuela. Se trata del denominado «Grupo de Puebla», que ha empezado a ejercer
presión pese a que de momento la Casa Blanca y el departamento de Estado
norteamericano guardan silencio sobre cuál será su nueva política de sanciones
contra el chavismo y el castrismo. Zapatero, acompañado entre otros de los
dirigentes argentinos Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, de
Lula da Silva y Dilma Roussef, Evo Morales o incluso la ministra española de
Podemos Irene Montero, pretende revertir la doctrina Trump bajo el pretexto de
que las sanciones impuestas por EE.UU. son las responsables de la crisis
humanitaria venezolana. Es cierto que Venezuela cuenta hoy con más de cinco
millones de exiliados en plena pandemia, que las necesidades sanitarias en ese
país son apremiantes, y que hay cientos de miles de personas pasando hambre. Y
también lo es que la presión generada por Trump provocó un amplio debate
internacional acerca de la necesidad de suavizar ese régimen de castigo y
restricciones. Sin embargo, Zapatero y su lobby de extrema izquierda
internacional se equivocan al plantear como única solución que las democracias
se adapten al régimen dictatorial venezolano, y no que el régimen de miedo y
miseria impuesto por Maduro se adapte a las condiciones de una verdadera
democracia. Apelar a los principios y valores democráticos justificando un
intervencionismo que ha conducido a Venezuela a la pobreza extrema y a un
descrédito internacional irreversible es una excusa de mal pagador. Entre otros
motivos, porque Maduro nunca ha tenido la democracia en mente como meta, sino
como una falsa coartada para aplastar las libertades. Es fácil culpar a Trump
de todos los males de Venezuela. Pero es inexacto e injusto porque esos males
devienen de un régimen que detesta la democracia. Y lo demás es dar vueltas en
un laberinto sin salida.
Que Maduro haya presumido de ser el causante de la
derrota electoral de Trump es una sandez ajena a la realidad. Y que el lobby de
Rodríguez Zapatero, apoyado expresamente por el Gobierno de Pedro Sánchez,
pretenda justificar que se demore cualquier solución política al conflicto de
Venezuela, es tanto como respaldar que no haya elecciones libres, que Maduro
pueda sojuzgar a su Parlamento a capricho, y que nada cambie en un país con
unas condiciones naturales excepcionales para ser una potencia mundial. Maduro
en cambio ha optado por imponer un comunismo rancio y empobrecedor, y sigue más
empeñado en acallar a la oposición con detenciones arbitrarias que en abrir su
país a las libertades.
Zapatero y sus socios de presión a Biden conocerán
mejor que nadie sus motivaciones y los condicionantes ideológicos que les
llevan a respaldar tácitamente a Maduro. Pero no hay razones políticas lógicas
que los amparen: ni en Venezuela hay elecciones libres, ni Maduro tiene respeto
por la comunidad internacional. Además, se desenvuelven en una total opacidad
generando fricciones en el Parlamento Europeo o negando legitimidad a la
oposición a Maduro. El problema de Venezuela no es la fracturada visión que
pueda tener la comunidad internacional sobre lo que allí ocurre, que es
producto de un gobierno totalitario. El problema es el régimen en sí mismo.
Pretender que el mundo de las libertades y la democracia lo acoja como uno más,
haciendo la vista gorda con su manera de aplastar a su ciudadanía, es una
ofensa al sentido común.
Tomado de: https://www.abc.es/opinion/abci-venezuela-contra-libertad-202101302351_noticia.html
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