Por Simón García
La política es
participación. Exige asumir un proyecto de país que armonice intereses y
unifique las luchas de muchos. Hacer buena la virtud de asegurar amigos y
reducir adversarios.
En el territorio opositor la
competencia debe situarse en sumar fuerzas para enfrentar el plan autocrático,
promover entendimientos amplios y escoger las formas de lucha más eficaces. Hay
que bajarle el telón a las expectativas fantasiosas, desechar los atajos
insurreccionales y enfrentar la violencia de Estado con una estrategia
transicional que se adecúe a los cambios en la correlación interna de fuerzas y
en las variaciones de una comunidad internacional firme con la causa de la
democracia.
La superación de la
fragmentación y debilidad de la oposición reclama un espacio de debate con
reglas que aseguren la tolerancia y se concentren en iniciativa para encarar
las crisis que desmejoran la vida de los venezolanos. La política no es una
burbuja para escenificar una ficticia lucha por el poder.
Un primer paso es promover
ese debate dentro de las organizaciones y en los espacios públicos, aplicando
una metodología democrática. La inclusión debe desplazar a la imposición de
hegemonías, el pluralismo al rechazo del pensamiento diferente, la racionalidad
a las emociones negativas y el argumento a las descalificaciones.
Ese giro está emergiendo en
movimientos regionales al margen de los partidos. También se comienza a
percibir, con menor nitidez, en el magullado y contrastado conjunto de partidos
que son formalmente opositores.
Las coaliciones partidistas
enfrentadas a sus escasos logros, al agotamiento de estrategias y al
crecimiento de la población que se coloca al margen de ellas, están obligadas a
retornar a lo social. Ese viraje debe estar presidido por un pensamiento
democrático y un retorno a la lucha social, a la construcción de resistencia a
la autocracia y a la rehabilitación del poder del voto.
El 6 y el 12 mostramos, al
margen de la fundamentación de cada posición, que si operamos fragmentariamente
seremos derrotados por partes. Ninguna de las dos propuestas lucieron como
alternativas a la expansión y prolongación del autoritarismo. Ambas
incrementaron algo más la suma de vulnerabilidades de las partes y del
conjunto.
¿Después de estos eventos,
puede mantenerse como dilema el votar o abstenerse en la elección de
gobernadores y alcaldes? Ese proceso nos brinda la oportunidad de ensayar una
relación de respeto a la autonomía de las organizaciones sociales y de manejar
su independencia como una fuente del fortalecimiento de los partidos.
Nos permite también abordar
sin dogmas ni prejuicios el análisis de las condiciones internas (aquellas que
dependen de nosotros) y externas (aquellas que limiten el abuso del poder) como
realidades a alterar.
El debate sobre las
condiciones externas no nos dispensa de luchar por la pervivencia de la cultura
democrática ni de retomar ese largo camino por la sociedad y las instituciones
que es necesario para detener la transición del autoritarismo al totalitarismo.
Es posible transformar el
mayoritario descontento nacional en rechazos regionales al fracaso de las
gestiones oficialistas de gobierno y presentar ofertas viables de cambios
regionales, pese al asedio del centralismo burocrático de Maduro.
El gobierno se comportará
como una autocracia, nosotros debemos asumir el valor de la democracia y del
voto. Ese es uno de los contenidos del debate.
Simón García es Analista Político. Cofundador del
MAS.
24-01-21
https://talcualdigital.com/un-nuevo-consenso-por-simon-garcia/
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