Ayatola Núñez 24 de enero de 2021
Los
peruanos la llaman a la chicha venezolana "arroz con leche helado" y
los venezolanos rememoran momentos de su infancia cuando la comen
igual y las condiciones climatológicas tampoco
ayudaban para su preservación. Por ello, muchos de los comerciantes ambulantes
migraron a la chicha venezolana.
Uno de ellos fue Ever Arteaga, un joven migrante
oriundo de Barquisimeto, que se asoció con un amigo para la elaboración de esta
bebida que a muchos les recuerda su vida estudiantil, pues los puntos de venta
estaban casi siempre ubicados a la salida del colegio o la universidad.
El sabor del recuerdo
Apelando a esa añoranza, Arteaga y su socio vieron la
oportunidad de devolver a sus connacionales en Perú la posibilidad de viajar en
el tiempo a través del dulce sabor. Esta chicha tiene una particularidad y es
que la prepara un caraqueño que emula el sabor de El Hatillo.
De hecho, en el coche de supermercado donde pasea los
bidones, se lee claramente de donde procede la inspiración para la preparación
“Chicha Venezolana, original de El Hatillo”.
Con esos elementos distintivos, Ever recorre algunas
calles de Lima y Callao para reencontrarse con sus clientes de siempre, quienes
aprovechan la oportunidad para refrescarse un rato.
Ever inicia su jornada al mediodía, una vez su socio
termina la preparación. Camina parte de la avenida Canta Callao en el distrito
de San Martín de Porres hasta la avenida Faucett, en el vecino distrito del
Callao. Se pasea por algunos mercados y al final de la jornada termina
vendiendo de 50 a 60 vasos de chicha.
“El que no tomé Chicha, no es venezolano”, cuenta en
tono jocoso mientras sirve un vaso frente a la Sodimac, un lugar en el que
siempre lo esperan un grupo de choferes que trabajan en la zona.
“Qué rico, yo siempre que viene, le compro”, dice uno
de sus clientes que no tiene pena en llamarlo a gritos cuando se pasa de largo.
Comenta que los días de más lucrativos son los fines
de semana, ya que sus connacionales y hasta los peruanos no escatiman en probar
lo que ofrece: “Le dicen arroz con leche helado”, dice a modo de anécdota.
El Perú también tiene una bebida con el mismo nombre.
Se le conoce como chicha morada y no guarda ninguna comparación con su tocaya
venezolana. Es una especie de jugo de maíz, de color morado, y se consume
durante alguna comida, es dulce y algunas personas le colocan piña en su
preparación.
La inestabilidad pandémica
Arteaga es uno de los tantos venezolanos que vive del
día a día. Ayuda a su mamá, que sigue en Venezuela, con el fruto de su trabajo,
y teme que vuelvan a decretar un confinamiento por el coronavirus.
Cuenta que la experiencia anterior fue bastante
difícil y espera no tener que repartirla. Quedó endeudado y sin ahorros,
después de cuatro meses de encierro.
Una de las metas de este 2021 para este migrante
venezolano es regresar de visita a su tierra para reencontrarse con sus seres
queridos.
No planea quedarse, pero sí pasar tiempo de calidad
con los seres de quienes se separó. El plan es hacerlo en el mes de marzo, si
las condiciones son seguras para no llevar el virus a su hogar.
De momento seguirá repartiendo el sabor de El Hatillo
por las calles de Lima y Callao para endulzar los paladares de propios y
curiosos que están prestos para disfrutar de lo mejor de la gastronomía
venezolana.
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