Maru Morales P. 30 de marzo de 2021
@morapin
La doctora en Ciencia Política, Paola Bautista de
Alemán, advierte que el chavismo alimenta la atomización de la oposición con
varios frentes de ‘diálogo’. Pero ninguno de esos frentes pretende una reforma:
“El régimen sabe que la reforma conlleva a la ruptura del modelo socialista”.
Sostiene que partidos y la sociedad civil deben revisar con honestidad su capacidad
de representación y unir fuerzas.
De 2020 a 2021 Venezuela pasó de la casi extinción del
diálogo político a tener hoy por lo menos cinco escenarios de interacción
política activos, tres de ellos liderados por distintas facciones pesuvistas,
uno conducido por Juan Guaidó y el último abanderado por Noruega bajo la
modalidad de contactos separados.
La facción pro Cuba, con Delcy Rodríguez a la cabeza y
representada por el ministro Carlos Alvarado, se sienta en la mesa técnica para
acceder a Covax; la facción madurista, con Jorge Rodríguez al frente, conduce
conversaciones intersectoriales desde la comisión de diálogo de la Asamblea
Nacional electa en diciembre pasado; y la facción militarista, liderada por
Diosdado Cabello a través del almirante de la Armada (r) Giuseppe Alessandrello
Cimadevilla, lidera el Comité de Postulaciones Electorales.
Guaidó por su parte, junto con la comisión delegada,
hace asambleas de base con dirigentes regionales y locales. Mientras una
delegación noruega volvió a visitar el país entre el 10 y 19 de marzo; al
marcharse, la AN aprobó la liberación de fondos para la compra de vacunas y el
chavismo reabrió el plazo de postulaciones para rectores del
CNE. ¿Casualidad? No lo parece, según fuentes periodísticas.
Ahora bien, ¿qué tan reales y eficaces pueden ser esos
mecanismos para los fines que proclaman? Cinco días después de autorizado el
pago de las vacunas contra la COVID-19, el chavismo ratificó que no permitiría
el uso de las vacunas de AstraZeneca y
abrió una nueva causa penal contra Juan Guaidó.
La doctora en Ciencia Política de la Universidad de
Rostock (Alemania), Paola Bautista de Alemán, concedió una
entrevista telefónica a Crónica.Uno el pasado 23 de marzo para
profundizar sobre el verdadero alcance que pueden tener esos frentes de
acercamiento. De entrada, afirmó que para comprender un escenario de tal
complejidad, es necesario partir de dos premisas básicas: la atomización de las
fuerzas opositoras y la lógica desde la cual ha actuado y actúa el chavismo.
“La atomización de
las fuerzas opositoras es típica en autocracias longevas, es decir, ocurre
cuando la autocracia se consolida. La revolución chavista es una
dictadura longeva. Entonces, se visibilizan distintos actores que enfrentan
la dinámica autocrática de distintas maneras y donde pareciera que hay graves
obstáculos para articular esfuerzos. Todo asociado a la concepción de la
naturaleza del régimen que tiene cada actor: unos creen que el régimen puede
ser enfrentado de manera progresiva y otros que piensan que eso es irreal”.
Por otro lado, afirma, “es muy importante entrar en la
lógica del régimen, comprender cómo piensa”. En tal sentido, desde la
revista Democratización de la cual es editora, Bautista lleva
varios años explorando ese “cómo piensa el chavismo” para intentar hacer
aportes desde la academia y la experiencia universal, a la lucha por la
restitución de la democracia en el país.
“La lógica del
régimen es la permanencia en el poder a cualquier costo. Incluso la rueda de
prensa de ayer (24 de marzo, sobre las vacunas Covax) de Delcy Rodríguez
demostró con indolencia esa lógica del poder por el poder. En esa lógica, todos
somos instrumentos para que ellos permanezcan en el poder. Si no comprendemos
que esa es, como dicen los politólogos, la preferencia normativa de la persona
que tenemos al frente, el análisis poco puede revelar porque no estaríamos
abriéndonos a la realidad en su verdadera dimensión”.
¿Para qué busca entonces el chavismo nuevos actores
para dialogar? ¿Únicamente para debilitar a los actores tradicionales?
–La forma como el régimen enfrentó la crisis que le
generó el gobierno interino fue apostando al desgaste de fuerzas, dejando
pasar, porque el tiempo juega a su favor. La creación de nuevos actores
políticos que puedan ser interlocutores válidos dentro y fuera del país a
través de estos mecanismos de supuesto diálogo, es una intención que entra
dentro de esa lógica: ‘creo el interlocutor con el que pueda ganar la
legitimidad perdida y nadie puede decir que la oposición no existe, lo que pasa
es que aquellos no quieren sentarse conmigo’.
Pero luego ocurren cosas como lo de Delcy Rodríguez y
las vacunas y la realidad se impone: un régimen que en su lógica de poder no
honra los acuerdos, no tiene fijeza en la palabra, no está abierto al encuentro
y no tiene voluntad de reforma. Esos procesos que se están dando, que yo no los
llamaría diálogo sino acaso encuentros o exploraciones, pareciera que apuntan
más bien es a reequilibrar a la autocracia. Y si para eso el régimen tiene que
destruir a un sector, pasarle la mano a otro y utilizar a otro, bueno, no tiene
límites.
¿Entonces que hay detrás de la negativa a permitir el
uso de la vacuna de AstraZeneca realmente? ¿Es para justificar la compra de la
vacuna a Cuba o en la rueda de prensa de Delcy Rodríguez hubo algo más?
–La aproximación del régimen a la dramática y crítica
situación del COVID-19, que en nuestro país es sumamente dolorosa, no es una
aproximación en clave humanitaria sino en clave de poder. Porque si fuese en
clave humanitaria, hace tiempo tendríamos medidas que alivien y contengan el
desastre, pero no. Dentro de la lógica de poder lo que vimos en la rueda de
prensa, primero, fue el descaro del régimen. No hay que ser politólogo para ver
eso, lo vimos todos. Pero además pareciera que dentro del régimen hubiera
visiones sobre el modo cómo abordar esta situación.
Los asesores más cercanos de un sector son asesores
cubanos que tiene en su haber un acervo de aprendizaje autocrático que se
remonta a la Unión Soviética. Y si algo aprendieron los soviéticos y los
cubanos después de 1989, es que este tipo de sistema (autocrático, socialista)
es poco susceptible en su capacidad de reforma porque se pone en riesgo de una
ruptura. Pasó con el Glasnost y la Perestroika. Mi hipótesis es que cualquier
tipo de flexibilización, así sea por razones humanitarias, debe ser vista por
los asesores cubanos, basados en el aprendizaje autocrático soviético, como un
atentado para el sostenimiento del poder. Al final no les importa el
costo porque la única capacidad de Estado que tiene desarrollada este régimen
es la capacidad represiva. Ante la falta de capacidades para cumplir con
los deberes del Estado, aumentan su capacidad coercitiva, patean la mesa,
silencian a la disidencia y todo lo demás son daños colaterales. La gente que
se muera. Así de crudo.
Pero entonces, si la aproximación del régimen a la
mesa Covax, al Comité de Postulaciones Electorales y la Comisión de Diálogo de
la AN recién instalada no es humanitaria, no busca flexibilizar, ni busca una
salida acordada ¿qué más puede hacer la oposición?
–La clave es la construcción de capacidades y fuerzas.
El escenario ideal donde el régimen se come el cadáver del país por partes es
la atomización de la sociedad. Va y habla con Fedecámaras y los marea pero no
hace concesiones reales que mejoren la calidad de vida, o abran la puerta a la
democracia, o permitan un nivel de flexibilización que apunte de manera
progresiva a ganar espacios para avanzar hacia la democracia. Ellos van
negociando en distintas instancias que por sí solas no tienen nada qué ofrecer
en esa negociación y por tanto el régimen siempre sale ganador. Por eso la
atomización es ideal para ellos.
Entonces lo primero es construir capacidades que
permitan aproximarse con buen timing a un proceso de
exploración. Y luego, si es posible, de negociación. Pero para llegar ahí,
tiene que haber capacidad de representación real de esa fuerza. Poder responder
a la pregunta de a quién represento.
Ahorita estamos en un momento similar al que vivió
Chile en 1984 o la Venezuela de 1957, que es el momento cuando la autocracia se
hace longeva, se agotaron los mecanismos de representación formal y estamos
obligados a construir los mecanismos de representación real.
¿Cómo se construyen esos mecanismos de representación
real?
–Lo primero es que cada organización sea honesta sobre
su capacidad de representación social. Es decir, usted sindicato, usted partido
político, usted ONG, usted asociación civil, usted gremio evalúese a sí mismo y
vea cuál es su capacidad de representación real en este país. Porque aquí todo
el mundo quiere tener el mismo peso a la hora de las decisiones pero eso no es
así. Cuando Lesh Walesa se sentó en la Mesa Redonda a negociar en 1989 ¿Cuál
era el poder real que él tenía? Bueno, que él levantaba la mano y se paraba el
país y el otro poder que tenía era que la URSS se había ido de Polonia. A
nosotros no nos ha pasado ninguna de esas dos cosas: no tenemos ahorita a nadie
que levante la mano y pare al país y tenemos a Cuba en Miraflores.
Mientras Fedecámaras, Fedenaga, Conindustria, Consecomercio,
CTV, Fedeunep, rectores universitarios, etcétera, se reúnen con Jorge
Rodríguez, Juan Guaidó y la comisión delegada hacen asambleas y giras con
dirigentes parroquiales, líderes sectoriales y regionales ¿Por esa vía Guaidó
está en capacidad de reconstruir una representación real?
–Este momento es muy duro porque es el momento de
asumir que hubo un cambio en el entorno político y que tenemos que encontrar
nuevas formas o géneros de organización y lucha. Y eso no solo está asociado
con los dos últimos años de lucha desde la Asamblea Nacional y la presidencia
interina, sino mucho más atrás, en los últimos 20 años. Esta es una autocracia
longeva que deja consecuencias en la lucha política. Ciertamente, hay una
crisis de representación que debe ser subsanada con trabajo político real que
pasa por la organización de los partidos políticos como protagonistas de la
lucha democrática y encontrando vías para restablecer caminos de trabajo
conjunto con las instituciones que quedan (Fedecámaras, Consecomercio, etcétera).
No solamente porque tiene que ser así para garantizar una inauguración
democrática, sino porque en Venezuela la cultura política empuja hacia allá.
Los venezolanos nos sabemos organizar desde los partidos políticos.
Luis Miquilena lo resumió en una frase por allá en el
año 2000 cuando le preguntaron que qué era la sociedad civil y el respondió que
con qué se comía eso. Esa expresión está muy vigente hoy porque a través de la
constitución de 1999 se intentó dar preeminencia a la sociedad civil, han pasado
20 años y la cabra tira pal monte. Los venezolanos tenemos una cultura política
muy asociada a los partidos. Intentar desconocer esa realidad es perder terreno
que hemos ido ganando desde 1945 para acá.
A propósito de la inminente convocatoria a elecciones
este año y de la crisis de representación ¿deberían los partidos pasar primero
por una renovación de su liderazgo interno para luego ir a conquistar espacios
de gobierno?
–Yo no hablaría de renovación sino de autoafirmación.
Esa es la típica ilusión cuando estamos en una crisis: ‘nada de lo que ha
habido sirve y es momento de crear cosas nuevas’. Los venezolanos somos
propensos a eso. Yo no lo veo así. No podemos perder lo poco que tenemos y lo
mucho que hemos ganado resistiendo 20 años. Por eso digo autoafirmación. Eso se
logra con trabajo político tradicional: asambleas de vecinos, mantener la
institucionalidad del partido, hablar con las bases, que haya cercanía con la
gente, que la organización sea un oasis de humanidad en medio del desastre. Por
eso cualquier tipo de acuerdo unitario o de nueva plataforma que se quiera
hacer, tiene que partir de la capacidad de representación real de las
organizaciones que lo integren porque de lo contrario no van a contar con el
apoyo de las bases y luego no tendrán aplicabilidad.
La representatividad y el ejemplo del Pacto de
Puntofijo
A
juicio de Bautista, el mejor ejemplo de representatividad en el que pueden
verse reflejados los venezolanos de hoy proviene de los venezolanos de apenas
ayer: el Pacto de Puntofijo, un acuerdo de gobernabilidad acogido por todos los
sectores del país y que permitió a la nación desarrollarse durante al menos 25
años continuos y funcionar durante 40 años.
“El Pacto de Puntofijo, quizá la cosa más bella que
nos pasó en el siglo XX, no se validó en las urnas. No fue necesario: Puntofijo
fue acatado y respetado por una sociedad entera ¿Por qué? Porque los que lo
firmaron tenían una capacidad de representación real, no formal. La
representación formal llegaría después con las elecciones”.
¿Piensa que los partidos políticos tradicionales (G-4
plus) se agotaron como interlocutores de la oposición ciudadana?
–No. Es todo lo contrario. Los partidos es lo que hay
para esa interlocución. Y lo vimos en la consulta ciudadana del año pasado. A
pesar de que fue una iniciativa de la sociedad civil, quienes motorizaron esa
consulta fueron los militantes de base de los partidos del G-4. Gente extraordinaria,
que trabaja todos los días, que se reúnen, que no se detienen. Después de 20
años de entorno autocrático, el hecho de que nosotros todavía tengamos un
‘sistema de partidos’ donde hay militancia que ni la pandemia ni la represión
los detienen, no solo es motivo de esperanza sino de orgullo. Yo estoy muy
orgullosa de los partidos, honestamente, y me duele mucho cuando se les ataca
desde el hígado y no ven la labor extraordinaria que hacen los militantes.
Volviendo a estos escenarios que usted no llama de
diálogo sino de aproximación entre actores ¿cuáles cree que son las prioridades
más visibles de los partidos de la mesita, de los sectores productivos, la
sociedad civil, de actores internacionales como los noruegos que recientemente
estuvieron en el país reuniéndose y haciendo enlaces?
–No todos los actores son lo mismo. Los de la mesita
pareciera dudoso su compromiso democrático, pareciera que actúan en la línea de
configurar una oposición que favorece y legitima al régimen más que impulsar la
causa democrática. Sobre los noruegos entiendo que fue una misión exploratoria
que se reunió por separado con las partes y luego se fue. Por otra parte, creo
que la motivación de los partidos que participaron en la negociación de Oslo y
han sostenido una posición fiel a la causa democrática, es recuperar la
democracia.
¿Y cómo valora la conformación de esta nueva
plataforma de la sociedad civil, el Foro Cívico, que están tratando de incidir
en el proceso de selección de un nuevo CNE, incluso postulado candidatos a
rectores? ¿Qué puede lograr este sector en el rompecabezas de conversaciones?
–No los conozco, no he hablado con ellos. No sabría
decir qué tienen en la cabeza. De lo que he leído pareciera un discurso basado
en la premisa de que los problemas en Venezuela no se han solucionado porque
hay dos sectores que son radicales y no se ponen de acuerdo. Pero creo que hay
suficiente evidencia para decir que esto es mucho más profundo que dos personas
que no se ponen de acuerdo. Y vuelvo a la rueda de prensa de Delcy Rodríguez
sobre el tema Covax. Esto es mucho más complejo y más duro. Y al final, algunas
iniciativas bienintencionadas pero con una comprensión del problema alejada de
la lógica de poder del régimen, más que ayudar a articular un bloque fuerte para
exigir cambios a la autocracia, lo que hace es favorecer la atomización de la
que comenzamos hablando.
Apure o la disolución de las condiciones
predemocráticas
Una transición política puede darse en dos
direcciones: hacia la democracia o hacia el autoritarismo. En lo que va de año
han sido publicados dos de los principales informes globales que evalúan el
estado de la democracia en el planeta: el informe del Instituto V-Dem y el
informe de Freedom House.
Ambos coinciden en que Venezuela se sigue moviendo en
dirección contraria a la democracia, profundizando sus rasgos autoritarios y
alejándose cada vez más de los parámetros de libertad.
En opinión de Paola Bautista, la atomización social y
política no solo favorece la consolidación de la autocracia sino que es un
signo claro de la pérdida de lo que se denomina condiciones predemocráticas.
Las condiciones predemocráticas, explica, son el
sustrato cultural, institucional y estructural de una sociedad que permite que
se asiente la democracia. Por ejemplo, la separación de poderes públicos, la
confianza en el valor del voto, la capacidad del Estado de proteger el
territorio, la existencia de partidos políticos y sociedad civil fuertes.
Señala que en los países donde se pierden esas condiciones, es muy cuesta
arriba hacer florecer la democracia. Lo ocurrido en los años 90 con los países
de Europa del Este tras la caída del Muro de Berlín y a partir de 2010 con los
países de la Primavera Árabe (con excepción de Túnez), dice, son claros
ejemplos de ello.
“Cada día que el régimen chavista avanza en la autocratización,
el país pierde condiciones predemocráticas en el campo económico, social,
político, cultural. Por eso las autocracias longevas son tan peligrosas, porque
cuando llega la democracia, la sociedad no tiene cómo recibirla y hacerla
crecer porque no hay partidos políticos, porque el Estado está destruido,
porque no hay capacidad de dominio territorial, porque hay fuerzas irregulares
en el territorio, porque se desarrollan unas mafias y un Estado gansteril que
impide el crecimiento de un Estado democrático liberal”.
¿Usted cree que los actores políticos de la oposición
venezolana tienen lo que se requiere para revertir la tendencia autocrática y
restituir las condiciones predemocráticas o les hacen falta otras herramientas
además de la voluntad?
–Es heroico cómo hemos resistido estos 20 años y cómo
seguimos resistiendo a todo lo que está pasando. Y eso se lo debemos a nuestros
40 años de democracia y a la madurez política de los partidos. Por eso el
fenómeno de atomización que estamos viviendo es tan beneficioso para el régimen
y tan dañino para nosotros. Y el proceso de encuentro de las fuerzas
democrática debe venir precedido por un ejercicio de autorreconocimiento y
honestidad de todas las fuerzas políticas, sociales y cívicas del país.
Tiene que haber un proceso de encuentro de las fuerzas
para vencer la atomización, pero para eso no basta el voluntarismo, sino que
tiene que haber trabajo, generosidad y altura de miras. Comprender cuál es el
espacio y el rol de cada actor. Eso ha sido recurrente en estos 20 años: los
partidos caen en desgracia y viene la sociedad civil; la sociedad civil tampoco
lo logra y vienen otra vez los partidos, como un péndulo. Ahora es mucho más
grave porque estamos en una pandemia, porque llevamos 20 años luchando, porque
todos estamos cansados, la gente se muere, otros se fueron. Es difícil, pero si
los que quedamos nos ponemos a alimentar la atomización, gana el régimen.
Cuando usted menciona la capacidad estatal para
controlar el territorio como una de las condiciones predemocráticas necesarias
para hacer florecer la democracia, pienso en lo que está ocurriendo en el estado Apure, con la presencia de grupos armados no
estatales disputándose el control del territorio venezolano ¿Cómo se revierte
eso?
–Esa es una de las grandes preguntas que me he estado
haciendo. En 2019 y 2020 escribí varios artículos sobre el Estado gansteril y
la redemocratización. Y la gran interrogante es si puede haber un proceso de
democratización antes de que el Estado recupere sus capacidades administrativas
y coercitivas mínimas. En la literatura sobre esta pregunta, generalmente
asociada a países árabes y africanos no musulmanes, la respuesta es que no. La
ONG estadounidense Fondo por la Paz (Fund for Peace) hace un estudio y un
Índice Anual de Estados Fallidos (Failed States Index) y ellos alertan que la
realización de elecciones en Estados fallidos puede favorecer el
reequilibramiento de la autocracia y aumentar los niveles de violencia, en vez
ayudar a la democracia. Fue lo que pasó en Zimbabue con las elecciones de
2008. Entonces hay que preguntarse cómo restituir las capacidades del Estado
antes de avanzar a un proceso de democratización.
En Venezuela no hay garantías para ir a una elección acompañados por las
instituciones existentes; las autoridades actuales no pueden encargarse de
reconstruir el Estado antes de ir a una elección porque son los responsables de la destrucción; y no se puede
designar a dedo una autoridad para que lidere la reconstrucción de las
condiciones predemocráticas porque el riesgo de no ser reconocida por los
actores constituidos es alto ¿qué hacer entonces?
–Es muy difícil. En Venezuela el Estado se
autodestruyó y se configuró en un conglomerado criminal y se convirtió en lo
que yo he llamado el Estado gansteril. No es una transición y un proceso de
cambio político que podemos comparar con lo que pasó en el siglo XX. Esto es una
autocracia del siglo XXI con la herencia de las autocracias del siglo XX pero
que se ha hecho a su modo. Entonces hay que verlo con creatividad, pensar en
nuevas alternativas, nuevos mecanismos. Pero este es el diagnóstico y para
encontrar la solución, el diagnóstico no se puede negar. Lo que ocurre en Apure
es consecuencia de la destrucción del Estado democrático liberal.
El Estado venezolano perdió el control territorial y
el monopolio de la violencia. Esa metamorfosis del Estado avanzó a una
configuración donde fuerzas irregulares tienen poder real. La diputada Karin
Vera, por ejemplo, ha denunciado que en Táchira hay alcaldías donde despacha
directamente las FARC.
Viéndolo en retrospectiva ¿en qué momento de los
últimos 20 años el país ha estado realmente cerca de una transición política?
–Es una pregunta polémica. Es difícil hablar sobre
futuribles, es decir, sobre las cosas que pudieron haber ocurrido y no
ocurrieron. Y es mucho más difícil cuando uno de algún modo es parte de esos
problemas e ilusiones. Pero lo que sí puedo decir es que en este momento
estaremos más cerca de la democracia en la medida en que logremos vencer la
atomización, con capacidad de trabajo político real para construir una opción
de representación apalancada en los partidos políticos, que es por donde
respira nuestra cultura democrática. Y seguir adelante.
Algo interesante de los procesos de cambio político es
la imprevisibilidad, el no saber cuándo ni cómo van a pasar las cosas. La
universidad donde estudié en Alemania quedaba en lo que fue la Alemania
Oriental y allí una semana antes de que cayera el Muro de Berlín, un doctorando
defendió una tesis sobre por qué el socialismo iba a durar un siglo más ¡Una
semana después se cayó el Muro! Aquí en Venezuela, la noche del 22 de enero de
1958 la familia Caldera estaba haciendo maletas para irse del país porque les
tocaba el exilio. Creo que la lucha política en nuestro país es una lucha
profundamente existencial, donde nos jugamos la vida con sentido de
transcendencia sabiendo que vale la pena y que no nos detendremos hasta
alcanzar nuestro objetivo.
Paola Bautista de Alemán es doctora en Ciencia
Política de la Universidad de Rostock, Alemania (2019). Nació en Maracaibo
estado Zulia en 1981 y se graduó de periodista en la Universidad Católica Andrés
Bello en Caracas (2003) pero, vinculada desde muy joven con la vida partidista,
se inclinó de inmediato por una mayor comprensión y estudio de los sistemas
políticos, lo que la llevó a hacer varios diplomados en Chile y Estados Unidos
hasta finalmente obtener la maestría en Ciencia Política de la Universidad
Simón Bolívar (2012).
Es presidente del Instituto FORMA, el organismo de
formación del partido Primero Justicia desde 2014, de la Fundación Juan Germán
Roscio e integrante de la dirección nacional PJ. Desde su regreso a Venezuela
en 2019 dirige la revista digital Democratización. Es autora del
libro A callar que llegó la revolución (Editorial La hoja del
norte, 2014) y editora de Autocracias del Siglo XXI: caso Venezuela.
El primero es un análisis de cómo el canal del Estado,
Venezolana de Televisión, se convirtió en el medio de propaganda del gobierno
de Hugo Chávez. El segundo, según sus propias palabras, “es un estudio
anatómico de la lógica del chavismo que es la lógica de la permanencia en el
poder, bajo cualquier costo”. Paola Bautista de Alemán está casada, tiene tres
hijos y es columnista de Diálogo Político, una plataforma digital de interacción
y debate entre los influenciadores políticos de América Latina sobre temas
regionales.
Tomado
de: https://cronica.uno/aproximacion-miraflores-fuerzas-vivas-no-clave-humanitaria-clave-poder/?amp=1
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