Luis Ugalde S.J. 20 de marzo de 2021
Lamentablemente se perdió de la oportunidad de
conmemorar debidamente los 200 años de la muerte del principal prócer civil de
nuestra República, Roscio, que: “de la naciente libertad, no solo fue
defensor, sino maestro y padre”, como escribió Andrés Bello.
Las luces de un mestizo. Juan Germán Roscio (1763-1821) fue uno de los
juristas coloniales más destacados con dos doctorados: en Cánones y Derecho
Civil. A los 46 años se convirtió de realista en republicano y encontró en su
fe cristiana las convicciones y el coraje espiritual para dedicar el resto de
su vida (1809-1821) a luchar contra el despotismo, defender la República y
desarrollar sus instituciones. Convencido de que Dios llama a todo ser humano a
que se libre del yugo de los déspotas y “se penetre de su dignidad, cultive su
razón, perfeccione sus facultades para concurrir a la felicidad de nuestros
semejantes…”
Mestizo llanero, nieto de india y de emigrante
italiano del Condado de Milán, es un ejemplo de lo que puede el talento y la
recta conciencia para vencer las barreras sociales impuestas por la tiranía, la
discriminación social y los prejuicios de casta. Por su honestidad y claridad
mental desempeñó un papel central en la proclamación de la Independencia. En
1812 Monteverde lo envió como “monstruo” cargado de cadenas preso a España
junto con otros siete principales. Aprovechó la prisión para estudiar la biblia
y escribir los 51 capítulos de El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo
como arma para desmontar las trampas de la legitimación ideológica que
convertía a los reyes en semidioses. Confiesa su pecado colonial que manipulaba
a Dios y quitaba la dignidad a toda persona humana: “Pequé Señor,
contra ti y contra el género humano, mientras yo seguía las banderas del
despotismo. Yo agravaba mi pecado cuando, en obsequio de la tiranía, me servía
de Vuestra santa palabra, como si ella se hubiese escrito y transmitido a los
mortales para cargarlos de cadenas, para remachar y bendecir los hierros de la
esclavitud”.
Actúa convencido de que para la Independencia la lucha
de las ideas y convicciones religiosas de todo el pueblo eran más importantes
que las armas y que el pensamiento de media docena de mentes ilustradas. Ardua
tarea, pues el pueblo había mamado y respirado la idea de que ir contra el
rey era ir contra Dios
Conversión y República de ciudadanos libres. En la salud personal y en la social no hay nada
peor que aferrarse a los falsos diagnósticos y a los remedios errados que nos
han llevado a las puertas de la muerte. Así está hoy Venezuela con la
“revolución” y es imprescindible confesar el error y convertirse.
Durante la Segunda República con la “Guerra a Muerte”
se vivió la ilusión de una república impuesta por las armas, pero Boves les
ganó en barbarie y la derrota y el desastre fueron completos. Tras la derrota
de 1814 también Bolívar fue un converso: “Terribles días estamos atravesando…
Parece que todos los males se han desencadenado sobre nuestros desgraciados
pueblos” (Bolívar 6-5-1814).
En 1816 prófugo y débil en armas, frente a las tropas
de Morillo, el Libertador ve con claridad la necesidad de convencer a la
población y de crear instituciones republicanas. Invita a los civiles
Madariaga y Roscio al trabajo político en el Congreso de Angostura: “En vano
las armas destruirán a los tiranos, si no establecemos un orden político capaz
de reparar los estragos de la revolución. El sistema militar es el de
la fuerza y la fuerza no es gobierno” (Carta 26-11-1816).
Cristianismo y libertad. Roscio una vez fuera de la cárcel española se
traslada a Filadelfia y logra publicar El Triunfo de la Libertad sobre el
Despotismo en 1817. Allí enferma gravemente y hace su testamento afirmando que
su fe anima la lucha republicana: “Primeramente declaro y confieso que profeso
la religión santa de Jesucristo y como más conforme a ella, profeso y deseo
morir bajo el sistema de gobierno republicano y protesto contra el
tiránico y despótico gobierno de monarquía absoluta como el de España”. Encarga
a su hermano sacerdote que las propiedades que deja “las emplee en continuar la
guerra contra los tiranos que pretenden oprimir por más tiempo la América
del Sur”.
Enseguida viaja a Angostura donde será un hombre clave
en el Congreso, que lo nombra Vicepresidente de la recién proclamada Gran
Colombia. Es crítico de la postura oficial de la Iglesia en defensa del orden
colonial español, pero instruye a Peñalver y Vergara, comisionados en Londres
para que establezcan relación directa (bloqueada por el embajador español) con
el papa, le confiesen la fe católica de los republicanos y le propongan las
bases para un concordato.
De Angostura Roscio va a Cúcuta donde fallece en marzo
de 1821 cuando iba a presidir el Congreso Constituyente de la Gran Colombia. En
la gravísima situación de Venezuela hace falta una conversión en todas las
instancias nacionales y dimensiones, si es que queremos tener vida y futuro. La
revolución chavista fue para muchos una esperanza, pero ante el fracaso
evidente no hay peor decisión que aferrarse al error cometido e imponerlo. El
régimen venezolano y su modelo no tienen futuro. Es necesario un cambio y
llegar a un acuerdo nacional entre los opuestos para que Venezuela nazca de
nuevo. Para ningún chavista honesto es sensato ignorar el fracaso y defender
con represión, corrupción y control comunicacional, la tiranía y la miseria
actual del pueblo al que se prometía liberar.
Luis
Ugalde S.J
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