Por Gregorio Salazar
En el mismo lugar donde
nació, el régimen acaba de mandar al diantre —carantoñas y morisquetas
incluidas— el diálogo que dijo quería entablar con Fedecámaras con la supuesta
intención de poner, esta vez sí, las prioridades de la gente y la economía
sobre la política.
Fue el mismo
quiebrahuesos parlamentario, bueno para la trifulca y el atropello vociferante,
integrante para más señas de la comisión que acudió a la sede de la cúpula
empresarial, el encargado de arremeter contra la política del supuesto
«diálogo, paz y reconciliación» que la AN «a la carta» anunció en el mes de
enero.
El enojo es grande,
tanto que el orador (es un decir) echó para atrás la película completita de dos
décadas para afirmar que Fedecámaras «es la misma que parió el último dictador
que se conoció en la república». ¿Maduro? No, «Pedro, el Breve», según dijo,
olvidando que fue precisamente la falta de diálogo —la imposición a rajatablas por
Chávez de más de 40 leyes que afectaban a la actividad privada y a toda la
economía— lo que dio pie a las protestas en diciembre de 2001 y que
desembocaron en los trágicos sucesos de abril del 2002. ¿Tenían o no razón los
empresarios, los sindicalista y el pueblo que los acompañó?
Si insólito ha sido el
estallido de furia, no menos insólita ha sido la causa señalada. Fedecámaras ha
acudido a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para denunciar ante
el organismo tripartido que en Venezuela se persigue a los patronos y se ha
negado al diálogo.
¿Y es que acaso la
verborrea de ocasión puede borrar dos décadas de persecución, de cerco legal,
de expropiaciones y de los ataques más injuriosos, pero, sobre todo, de
políticas erradas que han acabado, al menos, con dos tercios de las empresas
privadas que había en Venezuela cuando Chávez llegó al poder?
Obsérvese, además, que
la reacción de la AN bajo control chavista va en contrasentido de la
declaración que hizo su jefe, Jorge Rodríguez, a su salida de la reunión
con Fedecámaras: «El pueblo está esperando que nos entendamos, que no tengamos
miedo a expresar nuestras diferencias de tipo político, de tipo social, de tipo
económico, de tipo cultural, de tipo religioso, de tipo étnico porque eso no le
hace daño a nadie. Que nos reconozcamos como diferentes, pero aun desde la
diferencia podamos acordar cosas por el bien de la gente y por el bien del
país.
Habría que preguntarse
por qué Fedecámaras tendría que guardar silencio ante la persecución a sus
representados, que sobreviven agónicamente luego de años y años de arremetidas
y de falsos intentos de diálogo. Menudas diferencia las denunciadas.
Tampoco ha sido diferente en el campo sindical, donde el intervencionismo del Estado en los asuntos internos de las organizaciones, el paralelismo ventajista, la complicidad de las inspectorías del trabajo, la persecución y el encarcelamiento a destacados dirigentes obreros nos coloca en la misma franja brutal de Bielorrusia, Zimbabue o Myanmar.
La clase obrera ha sido
prácticamente extinguida: no hay empleo, no hay salario, no hay libertad
sindical.
Si para algo le
interesa al régimen el espacio tripartido de la OIT, tras arrinconar a la CTV,
es solo para negar obstinadamente las justificadas denuncias que han llevado a
su seno los gremios de empleadores y trabajadores
La guinda de la sesión
estuvo a cargo de un representante de la oposición «a la carta», un diputado
que también participó en la reunión con Fedecámaras. El hombre, que ya se asomó
como candidato a la Gobernación de Aragua, dijo que le «hirvió la sangre» al
conocer la denuncia de Fedecámaras. Es noticia. Muchos creían que la tenía fría
como la horchata, visto la gelidez con la que hace oposición y cómo se conformó
con las condiciones electorales impuestas por Maduro.
Venezuela necesita
diálogo, coincidencias, acuerdos y soluciones para una salida electoral. Una
auténtica verdad.
El episodio vuelve a
demostrar que la cúpula del régimen no concibe el diálogo sino en términos de
la sumisión y la imposición al otro. Por eso usted nunca oirá salir de los
labios de quienes hoy figuran en la AN como pretendidos representantes de la
oposición términos como «dictadura», «crimen de lesa humanidad», «genocidio»,
«corrupción» o «tiranía».
Gregorio Salazar es
Periodista. Exsecretario general del SNTP.
21-03-21
https://talcualdigital.com/empresarios-y-maduro-otro-dialogo-al-cesto-por-gregorio-salazar/
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