Por Ramón Guillermo Aveledo
“Las alianzas
políticas son (…) más arte que matemáticas, más convicciones que control”, leo
en entrevista para El Libero a Genaro Arriagada quien ha sido ministro y
embajador de Chile y fue coordinador de la Concertación en la etapa más
importante y exitosa de esa coalición clave en la transición a la democracia la
cual, cumplido su papel, se agotó y ha dado paso a otras opciones que todavía
buscan concreción.
De arte dice el
diccionario, entre otras cosas que es capacidad, habilidad para hacer algo,
también maña, astucia. De convicción que es idea a la que se está fuertemente
adherido. Hay una ciencia para estudiar la política, pero su práctica es un
arte basado en el sentido de las proporciones, los equilibrios, el balance
entre las necesidades y las posibilidades. En política no bastan las
convicciones, pero sin ellas se vuelve por estéril y cegatona.
Las alianzas políticas
nacen de la necesidad. El gobierno coaligado a raíz del Pacto de Puntofijo no era
la vocación de los partidos que lo integraron, sino el reconocimiento de un
reclamo objetivo de la realidad. Lo mismo puede decirse de la Mesa de la Unidad
Democrática en 2009, iniciativa exitosa hasta 2015, cuando confundió el
desembarco en Normandía con la toma del Bunker de la Cancillería y empezó a
deshacerse primero y agotarse después.
Las alianzas nacen de
la oportunidad pero el oportunismo no las preserva. La adecuada lectura de la
oportunidad está acompañada de la visión estratégica y de las afinidades en
cuanto a las prioridades. Vuelta al cincuenta y ocho, adecos, urredistas,
copeyanos y comunistas coincidieron en buscar la caída de la dictadura, pero
inmediatamente después, los objetivos de estos últimos no eran los mismos de
institucionalidad democrática con reformas económicas y sociales en los que
coincidían los tres primeros, así que el acuerdo fue entre éstos y al poco
tiempo los rojos y la escisión juvenil izquierdista del partido mayoritario se
fueron a la aventura de la lucha armada. La versión ahora “oficial” era la
guerra de autodefensa ante la provocación betancourista, pero el más elemental
sentido común indica diferencias muy radicales tanto en el fondo como en cuanto
a la naturaleza de la oportunidad.
Aquí y ahora, se
reclama a la oposición democrática unidad. Que decida qué hacer y cómo hacerlo,
pero también que comprenda sinceramente cómo reencontrarse con ese venezolano
empobrecido, desencantado. Esos rumbos extraviados no se encontrarán con base
en la matemática o el afán de control.
Arte y convicciones. El
chileno Arriagada conoce la asignatura, no sólo por politólogo, sino por
político práctico que combina una enorme experiencia con una clara
inteligencia. Arte y convicciones.
14-03-21
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