Juan Guerrero 30 de mayo de 2021
@camilodeasis
Sea
por chanza, o simplemente por crear controversia, lo cierto es que si existe un
enemigo real, cierto y constante que siempre llevará la contraria, es un
venezolano frente a otro venezolano.
Desde
los mismos albores de las guerras del ‘800, fueron nuestros mismos prohombres
quienes se lanzaron contra ellos mismos y dejaron que las montoneras,
escaramuzas y demás revoluciones alargaran el sufrimiento de la población. Bien
por desacuerdos, bien por encontrar las mejores estrategias de lucha, siempre
estaban a flor de piel las discusiones que llevaron a desenlaces fratricidas
entre los mismos bandos.
Esa
mala costumbre de denigrar, de despreciar, de colocar en rango de inferioridad
al otro por ser su coterráneo, su semejante nacional, es práctica común que se
evidencia en las relaciones cotidianas y se hace palpable, como parte de la
tragedia nacional actual, en este fenómeno llamado diásporadonde es más
doloroso y cruel, pues suma a todo ello el desamparo por la tierra añorada.
Porque
el asunto no es tanto que un nacional se encuentre en situación de minusvalía
material o afectiva, es que se le desprecia por el hecho de ser, de provenir de
un espacio donde quien ejerce el desprecio, se siente dueño y con autoridad
para descalificar a su semejante. No entro a describir la vida interna y
cotidiana en Venezuela, donde es casi una situación de neo esclavitud esta
donde entre venezolanos nos disputamos las sobras, literalmente, de un país que
existía como república y nación.
Nos
referimos, tanto a la evidencia del escenario político, como del militar,
económico y de las relaciones comerciales donde todo se ha vuelto un ‘negocio’.
En este escenario, la venta de oxígeno, por ejemplo, para salvar la vida de
enfermos por el virus chino es la actividad más lucrativa del momento, junto
con las medicinas para el tratamiento. El ‘negocio’ de los combustibles, gasolina,
gasoil, gas doméstico, son parte de transacciones que forman parte de la
desgracia de eso que llaman, vivir en socialismo. Son los nuevos ‘trabajos’
generados para la sobrevivencia. Esto, evidentemente, deja a un lado el sentido
de humanidad y compasión, e impone y potencia la fría astucia y crueldad de
quien no tiene escrúpulos de pasar sobre las cabezas de sus semejantes.
No sé
a dónde nos llevará esta vida del desprecio a nuestro semejante nacional. Pero
sí creo que debe ser una endemoniada tara mental, una especie de ‘íncubo’
instalado en el subconsciente, y, a la vez, una especie de resentimiento
social, un espejismo psicológico de plástica superioridad que distorsiona la
realidad de este enfermo social.
Creo
que, frente a este rasgo social, evidentemente llevado como un lastre por
siglos, la crisis actual opone en la práctica, la solidaridad y el
acompañamiento como equipo de vida entre miles de venezolanos, sobre manera de
nuevas generaciones, que se agrupan para sentirse acompañados en el dolor
colectivo y trazan estrategias para superar sus tragedias. Lo noto medianamente
en conversaciones, en la calle cuando algún comerciante busca lucrarse y sacar
provecho del drama social y encuentra la protesta, la palabra de algún usuario
que reclama a viva voz la injusticia; cuando el político asiste al barrio, al
caserío y hace alarde de su desvergonzado populismo y casi en coro de voces,
los pobladores le silencian su barato discurso, porque han aprendido que así
han sido utilizados por décadas.
Estas
y tantas otras maneras de manipulación son muestras de un desprecio, de una
falsa solidaridad que deben ser enfrentadas y superadas en la práctica de eso
que siempre ha sido el modelo republicano de vida: la ciudadanía. Porque ser
ciudadano comporta aprender a vivir y convivir con el semejante, respetando la
diversidad de pensamiento, elevando las virtudes del Otro, semejante o
contrario a nosotros. Aprender a ser solidarios y compasivos, practicar
virtudes de vida republicanas, en la práctica democrática de resaltar en el
otro sus principios y fortalezas. Porque, en definitiva, seremos ciudadanos en
la medida que veamos en el Otro parte de esto que somos, como pueblo y nación.
Juan
Guerrero
@camilodeasis
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