Por Ramón Guillermo Aveledo
Escribo estas líneas
sin placer alguno. Escribo con sincera preocupación.
La soberanía es un
ritornelo de la retórica oficial. En el libro del estimado profesor Toro
Jiménez, Embajador en la ONU con el difunto Presidente Chávez, se lee que “El
Estado ejerce su soberanía sobre las personas…”en los espacios que constituyen
“el ámbito de la competencia territorial del Estado, llamado también del
dominio o soberanía territorial”.
El artículo 11
constitucional proclama que “La soberanía plena de la República se ejerce…” y
arranca con una enumeración que llega hasta “el espacio ultraterrestre
suprayacente y en las áreas que son o puedan ser patrimonio común de la
humanidad…”
Sin embargo, la
situación del Alto Apure sigue siendo de extremo cuidado. La FANB aumenta el
pie de fuerza en la frontera, declaran el Ministro de la Defesa y el jefe del
CEO. Soldados venezolanos han muerto. Human Rights Watch denuncia al
Ejército de nuestro país por ejecuciones de campesinos, torturas y detenciones
arbitrarias a civiles que han sometido a procesos judiciales militares. Hay
miles de desplazados desde Venezuela hacia Arauquita en Colombia. Otros
habitantes de los municipios Páez y Rómulo Gallegos, cuyas capitales son
Guasdualito y Elorza dejan sus casas y tierras para huir a Barinas y Táchira.
Los medios nacionales
han tenido dificultades para realizar su labor y uno tiene que recurrir a
internacionales como Radio France, la BBC o incluso la prensa colombiana. Sus
noticias dicen de enfrentamientos entre disidencias de las FARC y de la
presunta colusión de las autoridades venezolanas con uno de los sectores en
disputa. Es gravísimo, para disiparlo no basta la propaganda. En la zona están
el ELN, dos facciones de las FARC-EP disidentes de los acuerdos de paz, el
Frente 1 dirigido por (a) Gentil Duarte y la Segunda Marquetalia de Iván
Márquez y (a) Jesús Santrich, también la Fuerza Bolivariana de Liberación y
efectivos venezolanos de la FANB, FAES y Milicia.
Las mutuas acusaciones de abandono de esa frontera entre los gobiernos de Venezuela y Colombia no son infundadas en un paso considerado clave en la ruta del narcotráfico. Ya en 2020 Crisis Group advertía el agravamiento y potencial enfrentamiento interestatal de una situación vieja que amerita cooperación binacional.
En The New York
Times del pasado 26 de abril, un estremecedor reportaje titulado “Grupos
terroristas se instalan en Venezuela mientras crece la anarquía”, habla de la
situación de la Guajira. Otro punto caliente en nuestra extensa frontera con
Colombia. El prestigioso periódico estadounidense afirma que narcos,
contrabandistas e insurgentes del ELN y disidencias de las FARC han sustituido
a nuestro Estado en la península. “Trajeron estabilidad”, citan a habitantes de
Paraguaipoa.
Podríamos hablar de la
frontera Sur de Bolívar con Brasil, a lo cual se ha referido en detalle Américo
de Grazia o a lo que le cuenta a uno cualquier amazonense. De esos lados que
conozco no tengo datos así de recientes. Pero no hace falta ir tan lejos. En
pleno corazón de Caracas, en la Cota 905, una banda reina a sus anchas y tiende
emboscadas a la fuerza pública. Después de la del 22 de abril, con escandalosas
escenas difundidas en las redes sociales, el Director del CICPC Douglas Rico
declaró en su espacio de radio por streaming CICPC Al Día que “se
está haciendo un estudio de alto nivel” para el diálogo con esa banda. Dijo ser
un “hombre disciplinado” y que hay “un proceso de conversación con esta
organización criminal”.
Hechos puros y duros. Y
entonces ¿Cómo queda nuestra soberanía?
15-05-21
https://www.elimpulso.com/2021/05/15/opinion-soberania-15may/
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